sábado, 17 de septiembre de 2011

Patrimonio de conveniencia

Tengo 46 años, ya cerca de 47, tuve mi primer trabajo remunerado a los 17, lo que indica que voy a hacer 30 años trabajando entre unas cosas y otras. Y puedo decir con orgullo que mi único patrimonio tangible son apenas 2000 euros en el banco (intentando que no baje para que así Rodrigo Rato no me robe 3 euros más) y una hipoteca, si, una hipoteca, ya se que la mayoría de las personas dirían “tengo un casa” pero es un concepto erróneo, hasta finalizar el pago de la hipoteca la casa es del banco, y a mi aún me quedan 5 años para terminar ese indeseado matrimonio.
Mi casa no tiene grandes lujos, en este momento tiene unas cortinas que piden a gritos un cambio, una cocina y un baño que necesitan una remodelación y las dos camas que ocupan el cuarto de invitados las heredé de un familiar, así como el sofá y la televisión de los que disfruto.
Eso sí,  el mejor patrimonio de mi casa son los libros, los discos y todos los recuerdos que de mis viajes y regalados se esparcen por todos los lugares, es una casa vieja, pero es mi hogar y con ella y en ella tengo suficiente para vivir y para compartir.
También he de  decir que tengo una plaza de funcionaria interina en la Universidad Internacional de Andalucía, plaza que espero consolidar  algún día y seguir en ella mucho tiempo, porque realmente es un gran trabajo que además de un salario mensual de mileurista, me hacer ser mejor persona  porque me alimento de todos y todas las personas que por allí pasan y que afortunadamente son muchas.
No tengo seguro médico privado, porque no lo necesito, porque creo firmemente en la sanidad pública y porque creo que los impuestos que pago cada año me dan derecho a disfrutarla y no tengo un plan de pensiones privado porque creo en el sistemas de pensiones público  y porque pienso que con la cantidad de años de trabajo, dinero y tiempo que estoy entregando a este país, merezco que allá por los 67 (esperemos que se quede ahí) el estado me devuelva en forma de pensión decente la aportación de mi granito de arena a que seamos un país mejor.
Desde hace mucho tiempo oigo decir que los políticos en España están muy mal pagados, sobre todos si nos comparamos con el resto de los países que nos rodean, mi duda es si los políticos de los países  que nos rodean trabajan tan poco o menos que los españoles.
Me voy a referir en concreto a los diputados y senadores que representan a Huelva que es la ciudad donde resido, donde pago mis impuestos y donde voto. Hasta donde yo se, los diputados del Psoe por Huelva en el congreso de los diputados han presentado una sola iniciativa, consistente en que la, de momento irrealizable estación del Ave en Huelva, se llame Estación Zenobia Camprubí, que como todos podemos observar es una iniciativa que va transformar de arriba abajo una ciudad y provincia con el número más alto de Andalucía de desempleados. De los diputados del del  Pp ni se tienen noticias ni se esperan. De senadores y senadoras ni hablamos, deben de ir a Madrid solo para cobrar y votar. Izquierda unida no tiene representantes por Huelva.
Dicho esto, me provoca bastante sonrojo ver el patrimonio de nuestros padres de la patria, que no deben estar tan mal pagados, me produce vergüenza ver que muchos que se dicen de izquierda tienen contratado un plan de pensiones, ver que llevan a sus hijos a colegios privados, por mucho que digan defender la educación pública y me produce asco ver que con 5 millones de parados mucho de ellos ni se inmutan y ni si preocupan, pero sobre todo me produce mucha tristeza comprobar el desprecio que sienten contra quienes los cuestionamos porque ellos se consideran elegidos para la gloria y piensan que somos una banda de desagradecidos. Todo eso sin contar que su jubilación será más fácil y mejor pagada que para quien lleva toda la vida subido a un camión de la basura.
Lo peor de todo es que volverán a estar en las listas electorales, y muchos de ellos volverán a salir elegidos, y nunca darán cuenta a sus votantes porque solo se deben a sus partidos, y volverán  a hacer de su capa un sallo, porque “pa quien no tienen vergüenza tó el campo es suyo”.
Para finalizar, mi único patrimonio son mi familia, mis amigos y mi libertad, que todavía me sirve para decir lo que pienso, sin pagar ningún precio por ello, de momento.