miércoles, 27 de febrero de 2013

Sonrisas y lágrimas


Hoy se me han saltado las lágrimas dos veces; de tristeza y emoción. Como todos ya saben, trabajo en la Sede Iberoamericana Santa María de La Rábida de la Universidad Internacional de Andalucía.
En dicha sede los días nunca son iguales, tampoco son diferentes, la mayor parte de los días son extraordinarios; por la diversidad de acentos, por los abrazos, porque casi siempre hay quien te regala un dulce de su país, porque llegan correos de alumnos que ya fueron, porque comunicas buenas noticias cuando se beca a alguien o porque se te parte el alma cuando alguien se ve obligado a renunciar a otra beca.
En estos últimos tiempos se han incrementado la presencia de alumnos españoles, y a estos pertenceen las dos historias que cuento.
En la mañana he recibido dos llamadas, una de una empresa con la que tenemos firmado un convenio para que algunos de nuestros alumnos hagan prácticas tras la finalización del máster. La chica al otro lado de la línea me pedía el teléfono de una alumna, con urgencia, pues tras su estancia allí han decidido ofrecerle un contrato de trabajo.
Amablemente le he dicho a la chica que por la ley de protección de datos, no podemos facilitar números de teléfonos, pero con gusto haría de intermediaria para que la chica contactara con ellos. Así ha sido, la alumna se ha puesto feliz, lleva más de un año sin trabajar. Espero que sea el comienzo de una larga relación laboral.
Más tarde he hablado con un chico al que hemos otorgado una beca de matrícula para un curso que se inicia en el mes de abril y para el que tiene preparación de sobra. Ha llamado desde Dublín, se ha ido, le han contado que con su alta cualificación académica es probable que en esa ciudad encuentre trabajo, está triste, casi se ha echado a llorar y me ha dicho “lo he pensado mucho, tenía muchas ganas de hacer el curso, pero no tengo ni para pagar la gasolina para ir a la universidad y no quiero que por no avisarte a tiempo, otra persona se quede sin la beca que yo no puedo utilizar”.
¿Qué puedes decir?  Te queda sabor agridulce hasta en el corazón. No estoy segura de que seamos conscientes del daño que estamos haciendo al presente y al futuro de este país expulsando del mercado laboral a los hombres y mujeres mejor preparados de cualquier generación previa. Y que cualquier gneeración posterior, de seguir la política de recortes en educación.
Al final, todas estas personas harán mejores a los países y personas que los acogen y no querrán volver, ni  a hacer turismo, porque para entonces solo seremos un burdel con máquinas tragaperras.
En mis sueños, estas personas vuelven,  y nos convertimos en un país mejor, más justo, más igualitario, más real;  no hay que perder la esperanza, como dijo ayer Pepe Chamizo, defensor del pueblo andaluz “hoy, tener esperanza, es formar parte de la revolución”.

martes, 12 de febrero de 2013

miércoles, 6 de febrero de 2013

Otras vidas


Ayer martes, mientras me disponía a echar unas risas con El Intermedio, recibí un correo del grupo taller sobre la obra de Jose Saramago que se lleva a cabo en al biblioteca provincial de Huelva en el que se nos comunicaba que una de las compañeras del grupo había fallecido.
Charo se llamaba, el último día que nos reunimos la eché de menos, pero hay días que siempre falta alguien y no le dí importancia. Desde el primer día del taller me senté al lado de Charo, no se sí porque ella ya estaba allí por haber participado en otro que se realiza horas antes, porque me recordaba a mi madre en su corte de pelo, en su pelo caño, en sus hermosas arrugas, a ella le preguntaba siempre que libro era el siguiente, porque yo perdí desde el primer día el papel donde venían indicados todos los libros que hay que leer o releer.
Charo era una guapa mujer, elegante, cariñosa que dedicaba su tiempo a disfrutar de la vida, a querer y cuidar a su familia, a sus amigos, a viajar, a manifestarse, a participar en multiples actividades de la biblioteca, a vivir, Charo se dedicaba a vivir, a pesar de su enfermedad, contra la que luchó y nunca se rindió.
De pronto, Charo ya no está, no estará más, novendrá a Tavira, ni a Lisboa a visitar la fundación, ni volveremos a verla en el grupo, pero quedará para siempre en los corazones de quienes la quisieron y la conocimos, aunque fuera por poco tiempo.
Envuelta en la tristeza, recordé que un rato antes había dado un paseo hasta el lugar que más me gusta de Huelva, el puerto, y allí encontré a esta chica de la foto y pensé, mientras en cualquier lugar haya alguien leyendo habrá muchas Charo y me alegré de sentir que donde quiera que Jose Saramago esté podrá disfrutar de su compañía y ambos se reirán mirando el lío que tenemos aquí y que a ver como salimos de ésta.
"Las personas que dicen que solo tenemos una vida para vivir, obviamente no han descubierto los libros" leí días pasados en twitter a alguién que ni siquiera sigo. El mundo está lleno de gente sabia.