jueves, 10 de julio de 2014

Los papeles (y el amor). Milongas

“Casamiento y mortaja, del cielo bajan” refrán popular

Semanas pasadas uno de mis hermanos fue operado de una hernia discal, todo ha salido bien afortunadamente. Mi hermano vive con su pareja  y su hijo, no están casados, ni inscritos en el registro de parejas de hecho, pero son su compañera de vida  y su hijo. Y ¿porqué cuento esto? Porque por no estar casados, ni registrados, mi cuñada no ha tenido derecho a los días que le corresponden por ingreso e intervención quirúrgica a que tienen derecho todos los familiares de primer grado, ha tirado de días de vacaciones, días libres y solidaridad de compañeros.
Una de mis hermanas vive con su pareja y su hijo, no están casados, ni inscritos en el registro de pareja de hecho, pero son su compañero de vida y su hijo. Y ¿porqué cuento esto? Porque a pesar de no estar casados mi hermana no ha podido cobrar  la ayuda familiar (está desempleada y ya no cobra desempleo) porque su pareja gana más de lo que  se exige para poder cobrar dicha ayuda. Además, mi cuñado no puede incluir a su mujer en la declaración de la renta porque no están casados, ni inscritos; es su mujer para negarle la ayuda, pero no lo es para desgravar.
A ojos de la sociedad mis hermanos  y sus parejas son familias, pero para el estado y los derechos que este conlleva no. Lo importante es estar casados (a ser posible por la iglesia, que también cobra su dinerito por celebrar el sagrado sacramento), firmar un contrato, como quien va a trabajar, o a escribir unas memorias, o dar un concierto. El contrato, eso es lo importante, el amor no, el contrato, los papeles. El dinero.
Una vez le preguntaron a Joaquín Sabina si se casaría por amor, y él respondió que por amor uno no se casa, que uno se casa para desgravar a hacienda, para conseguir papeles, o para tener ventajas económicas y legales en la vida,  que el amor es otra cosa y lo que hay que hacer es vivirlo y que cuando se acabe, tu vida no se convierta en un infierno burocrático. La de los hijos tampoco.
Y en esas estamos,  pervirtiendo  términos tan hermosos como  amor y  familia cuando en realidad solo hablamos de dinero, de negocios, de sociedades con ánimo de lucro, que también provocan sentimientos, pero que nada tienen que ver con el amor.