domingo, 28 de diciembre de 2014

Adiós 2014


"El arte más poderoso de la vida es hacer del dolor un talismán que cura" Frida Khalo

Este texto está dedicado a mi madre, porque yo, que he decidido no ser madre como opción personal, este año he sabido porqué, exige y ofrece una capacidad de amor, de resistencia, de paciencia y saber, que yo no tengo. Ella sí y como ella, estoy segura que todas las madres del mundo.

2014 ha sido un año de mierda, salvo cuatro o cinco momentos excepcionales, ha sido un año de mierda; ya sé que está de moda decir que ha sido un año estupendo, pero en mi caso no ha sido así.

Ha sido un año malo personalmente, familiarmente, laboralmente, sentimentalmente y todos los entes que se quieran y puedan añadir. Y no, no es cierto eso de que “lo que no te mata, te fortalece” esa es una frase hecha con la que durante toda la vida nos han querido hacer creer que todo está bien y/o debemos resignarnos a sufrir.

Lo que no te mata, no solo no te fortalece, sino que te deja más débil (has dejado fuerzas en el camino), luego vienen las palabras, los mimos, los abrazos, los masajes, que son la medicina que te ayudan a seguir viviendo, pero cada mal momento se lleva unas pocas de tus fuerzas; esto no significa que hay que tirar la toalla, rendirse, no. Significa que tienes que seguir, porque en eso consiste la vida, en seguir caminando, porque ahí siguen la familia, los amores (los que están, los que se han ido y los que vendrán) los amigos, los compañeros, las casas, los trabajos, las diversiones, y te sientes afortunada y acompañada, pero eso no te exime de los malos momentos, que hacen que valores más y mejor los buenos.

Más no existe una pócima mágica y de nada sirve fingir que todo va bien, si no va bien. Lo único que existe es una vida que tenemos para vivirla lo mejor posible y que nuestras vidas sirvan para que otros y otras también vivan de la mejor manera posible, porque compartir es amar y porque el nosotros siempre es más importante que el yo. El plural por encima del singular, como sintonía de vida. Y aprender desaprendiendo en el camino y no vale el consuelo de que “hay otros y otras que están peor” porque ese es otro consuelo barato que nos han vendido como receta para el conformismo.

Al 2015 solo le pido que sea un poco mejor que el 2014, no tengo ambiciones insanas, que sea un poco mejor ya va a ser muy bueno, y si es un poco mejor para mí y los míos, habrá más para repartir, porque son muchos y muchas quienes merecen que les vaya todo un poco mejor. Y lo mejor hay que repartirlo, porque lo peor ya nos viene sin avisar y sin pedir permiso y a veces, sin pedir perdón. Mucho de lo mejor que esperamos del nuevo año depende de nosotros mismos, no nos engañemos, no siempre lo bueno que nos pasa depende solo de nosotros y la malo depende solo de los demás, a veces se intercambian y lo bueno que nos pasa viene de los demás y lo malo que nos sucede, viene de nosotros mismos. Y ser buena persona no te garantiza recibir solo bondad, ni ser mala persona te garantiza que todo se vuelva contra ti, cosas que pasan, que diríamos todos.

Y quiero decir algo, porque de ello presumo, hay que sonreír, incluso en la adversidad, aunque la sonrisa no te llegue a los ojos, que al menos te llegue a los labios, porque a lo mejor quien está frente a ti en ese momento, también te va a sonreír y la sonrisa es el mejor ataque y la mejor defensa y ¿porqué no? la mejor noticia. Una sonrisa siempre viste la pena más desgarradora, por dentro y por fuera, Y unos labios pintados de rojo.

Estas fotos son dos de esos momentos excepcionales que han hecho posible resistir el 2014, el viaje a Jordania y la fiesta sorpresa que mis amigos y familia me dieron por mi cumpleaños. Los otros son muy personales e incontables, no de números, sino que no se pueden contar. Y aunque la mayor parte del tiempo la palabra feliz nos viene grande o pequeña, feliz año nuevo.








miércoles, 10 de diciembre de 2014

No son (somos) nombres, son (somos) personas

Daniel, Darío, Mario, Manuel, Lucas, Victoria, Pepe, Pablo y Martín son los nombres de mis sobrinos, pero podrían ser los nombres de los bebes que se han ahogado en el Cabo de Gata la madrugada del jueves 3 al 4 de diciembre. Y en Lampedusa y en el Estrecho y en las costas de Malta.

Adriana, Begoña, Charo, Adela, Mari Carmen, Raquel, Esmeralda, Lola, Paloma, Elena, María José, Betsabé, Dori, Angelina, Ingrid, Manu, Carmen, Paloma,  Antonia Luisa, Sofía, Maribel, África son los nombres de amigas mías, pero podrían ser los nombres de cualquiera de las mujeres  maltratadas cada día o alguna de las 48 asesinadas por sus parejas este año en este país, miles más en el reto del mundo.

Francisco, Eduardo, César, Miguel, Rafa, Jesús, Luis, Chencho, Fidel, Diego, Eduardo, Paco, Juan, Manuel, Fernando, Andrés, son los nombres de amigos míos, pero podrían ser cualquiera de esos inmigrantes que día tras día intentan llegar a nuestro país y para evitarlo sufren cargas policiales, cortes por las cuchillas de las vallas o devoluciones en caliente, una vez pisado suelo español, sin respetar ni uno de sus derechos como ciudadanos. Ni en esta, ni en ninguna otra frontera.

María del Mar, Lucía, Ángel, Felipe, Leopoldo, Rocío, Juana, Ricardo, Manuel, Antonio, Inmaculada, Laura, Juana, Raúl, Susana, Teresa, María, Joaquina, Pedro, Roberto, Carlos, Ángela, Rosa, Gloria, Alejandro, David….todos estos son nombres de personas que conozco, pero podrían ser los nombres de hombres y mujeres que duermen en las calles de este y cualquier otro país días tras días. Podrían ser los nombres de quienes son perseguidos por su raza, condición sexual o religión. Podrían ser los nombres niñas obligadas a casarse y los nombres de niños empleados como mano de obra infantil. Podrían ser los nombres de millones de hombres y mujeres que pasan hambre cuando podemos y debemos evitarlo. Podrían ser los nombres de quienes no tienen acceso al trabajo, a la educación, a la sanidad, a justicia, a vivienda, de quienes no parecen tener ningún derecho y si muchos deberes.

Abel, Abelardo, Adán, Antonio, Benjamín, Bernardo, Carlos Iván, Carlos Lorenzo, César Manuel, Christian Alfonso, Christian Tomas, Jorge Aníbal, Cutberto, Dorian, Emiliano Alen, Everardo, Felipe Arnulfo, Giovanni, Israel, José Ángel, José Eduardo, Israel Jacinto, Jesús Josvany, Jonás, Jorge, José Luis, Jhosiani, Julio César, Jorge Antonio, Jorge Luis, José Ángel, Leonel, Luis Ángel, Magdaleno Rubén, Luis A. Francisco, Marcial Pablo, Marco Antonio, Martín Getsemany, Mauricio,  Miguel Ángel, Saul, Miguel A. Mendoza, son los nombres de los 42 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, 43 junto con Alexander Mora Venancio, cuyos restos ya han sido identificados. Son parte de los más de 40.000 desaparecidos en México en los últimos dos años, pero podríamos ser cualquiera de nosotros.

Todo son guerras, guerras impropias de un mundo y un siglo que llaman civilizados.

Sé que esto no sirve para nada, que es un simple desahogo, que nos falta empatía, que creemos que estamos a salvo, que los derechos humanos son derechos de todos y que los derechos se ganan en la calle y se pierden en la indiferencia y que a veces pienso y siento que van ganando los malos. 



Hoy he visto esta foto en una manifestación en Nicaragüa contra la construcción de un canal que devastará el presente y el futuro de ese país.