martes, 19 de enero de 2016

Tonterías


Primero fue “tienes que tener hijos, es una experiencia única”, más adelante vino “si no tienes hijos te vas a ver  muy sola”, luego continuaba “si no tienes hijos no eres una mujer completa”, recientemente ha pasado la fase “es una pena que no hayas tenido hijos, con le te gustan los niños, no hay más que verte con tus sobrinos”.

Y  acaba de llegar lo mejor “como no tienes hijos, no puedes hablar”. El imperio de la maternidad a disposición de la psicología barata y la ramplonería. Y contra la libertad personal.

¿A cuento de que viene todo esto? A la conciliación laboral y familiar. Porque muchas de esas personas, madres y padres, a veces opinan “qué para qué quiero yo la conciliación si no tengo maridos, ni hijos”. Ya ven,  yo no puedo hablar de hijos pero ellas y ellos si pueden hablar de mis derechos. Yo no puedo opinar de nada, en cambio de mi pueden opinar todo; esto encierra ese mundo machista que piensa que a una mujer soltera y sin hijos hay que protegerla y guiarla, una veces porque piensan que la soltería la convierte en desvalida y otras porque piensan que la soltería la convierte en alguien que no está bien de la cabeza. Porque en la suya no entra que la soltería es una decisión personal e intransferible. Tan personal e intransferible como ser madre.

Hay quien olvida que los derechos que se consiguen son para todos aunque solo los peleen unos cuantos. Hay quien olvida que tener hijos no te convierte en alguien especial a la hora de tener derechos. Hay quien olvida que no tener hijos no te convierte en alguien especial  a la hora de no tener derechos. Hay quien olvida que parir o engendrar hijos no te convierte en mejor madre ni mejor padre, sólo te convierte en madre y padre, el resto del camino hay que andarlo.

Y no es que me importe mucho, la verdad. Tengo la conciencia tranquila, llevo más de media vida haciendo huelgas y yendo a manifestaciones para conseguir tengamos más derechos, más educación, más libertad, para que el mundo sea un lugar más justo. Derechos, educación, libertad y justicia que también disfrutan quienes nunca hacen nada porque no se consigue nada.

En realidad lo que me lleva rondando la cabeza hace días son las ganas de decir “no me toquéis más el coño con tonterías”.

lunes, 11 de enero de 2016

Las cuentas de la vida

Cumplir años te quita unas capacidades, te da otras y te mantiene algunas. entre las que yo mantengo es la capacidad de seguir asombrándome cada día, o casi.

Hace unos años, en octubre del año dos mil once relaté aquí Una breve historia de impotencia, la historia de maltrato de una vecina a manos de su marido. Poco tiempo después se separaron definitivamente, él seguía yendo a buscar a los hijos y para que bajaran pegaba voces por el telefonillo de la puerta y yo sabía que era otra forma de maltrato. Un día él desapareció, no volvió, ella ha rehecho su vida  con otro hombre y los niños ya está entrando en la adolescencia.

Ayer me crucé con él o con lo que queda de él. Va apoyado en muletas, parece tener un parte de su cuerpo paralizada y dificultad al moverse. Iba solo. Verlo me produjo una enorme tristeza, por mucho que durante todo el tiempo que conocí el trato de daba a su mujer y a sus hijos la rabia y la empatía con su esposa me llevara en algunos momentos a desearle lo peor.

Y desde entonces no deja de rondar mi cabeza la idea de que la vida te las cobra todas si no eres buena persona o si haces daño sabiendo que haces daño. Tengo la impresión que no aprendió a rectificar tras su paso por la cárcel y quizás la vida le haya ofrecido una nueva oportunidad, apoyado en muletas, pero una nueva oportunidad.

Y yo sé que causar dolor es inevitable; también sé que es mejor causar el menor posible. Para no tener que saldar cuentas dolorosas, ni con la vida, ni con las personas.


jueves, 7 de enero de 2016

¿Lunes o jueves?


Hoy he madrugado, mucho; a las siete y cuarto de la mañana hacía 15 grados en la calle, lo sé porque pasaba por allí, el invierno que llegó el 5 de enero ya se ha acabado. No había muchas más personas por la calle y ojalá, eso sería que van muchas y muchos a trabajar, pero no.

He montado en el bus que me llevaba a la universidad y como siempre hemos salido después de la hora y como siempre enojada, que es un grado menos que enfadada. Lo explico, los autobuses desde la estación de Huelva salen tarde porque los conductores no solo son  conductores, también son los que te venden el billete a tu destino y eso casi siempre significa retrasar la hora de salida. Hoy estábamos listos a la hora anunciada hasta que ha llegado un chico africano cargando maletas y ha preguntado si podíamos esperar, el conductor refunfuñando ha dicho que no tardará mucho y mientras otro chico iba a avisar a los demás; la verdad es que se han demorado y el conductor ha empezado a decir “si es que con los negros no se puede, que siempre pasa igual, lo que se aguanta en este país en ninguno”, luego ha venido un compañero a preguntar qué pasaba y se lo ha explicado y éste ha dicho “si hombre, un negro corriendo, no te lo has creído ni tú”.

Y es ahí cuando ya he saltado y de manera educada le he dicho al conductor “mire usted, yo a veces tomo este bus y si no este el que sale media hora después, casi todos los meses voy un par de veces a Sevilla, por no contar las decenas de veces que voy a la playa en verano y nunca, jamás el bus sale puntual; he presentado varias hojas de reclamaciones y la respuesta es siempre la misma, no nos consta la incidencia, así que no le voy a tolerar ningún comentario racista porque tengamos que esperar hoy cinco minutos para salir; primero porque me parece terrible seguir siendo racista en el año que acaba de empezar y segundo porque es muy temprano”.

Se ve que a estos señores, uno de ellos de mi pueblo, el espíritu navideño les ha durado lo justo.

Finalmente los chicos han llegado, han guardado sus mochilas y hemos salido en dirección a Palos de la Frontera, que es adonde se dirigen, con diez minutos de retraso. Cuando ha hecho la primera parada, se han equivocado y se han bajado, y han preguntado al conductor “¿esto es Palos?” les ha dicho que no y mientras los chicos volvían a montarse ha dicho entre dientes “estos me van a dar la mañana hoy”. Al llegar a la parada que me correspondía he deseado al conductor un buen día y he sonreído a los africanos que han devuelto la sonrisa.

He llegado a la universidad y Juan, el cocinero me ha dado un abrazo e invitado a café, por ese orden. Luego los estudiantes de este nuevo semestre han empezado a pasar por secretaría y nos han regalado algunas chucherías de sus países. Y me he puesto de buen humor.

Para toda la semana.