"Lo que quiero es seguir contando historias, sea donde sea. A mí, me sueltas en Mongolia y hago una película", Isabel Coixet.
Que las mujeres cada día dirigen
más (buenas) películas es una realidad; que las mujeres cada día interpretan
papeles que les corresponden o que en otro momento hubieran sido tachados de
masculinos, también. Que queda mucho camino por recorrer es incuestionable.
Hubo un tiempo en el que la
argentina María Luisa Bemberg, la cubana Sara Gómez y la española Pilar Miró,
eran casi las únicas directoras en un mundo de hombres; cada una de ellas se
abrió paso no con mucha facilidad y todo en contra. Pero su osadía, su trabajo
y su pertenencia abrieron paso a muchas mujeres que hoy se animan a dirigir y
lo hacen muy bien, mejor que muchos hombres en algunos casos e igual de bien en
otros.
Cuando hasta hace apenas una década, la presencia de mujeres era testimonial, en la recién finalizada 46
Edición del Festival de Huelva Cine Iberoamericano, hemos tenido una gran
muestra de ellas. Si bien es cierto, que, en la Sección Oficial a Concurso de
las 12 películas, solo dos están dirigidas por mujeres, en la Sección Sismos
(que recoge estrenos de otros festivales), son siete de trece las mujeres
directoras; mientras, en la Sección Talento Andaluz, las historias rodadas por
mujeres son tres. Además, el Jurado Oficial también ha estado compuesto por tes mujeres, la directora Lucía Alemany, la actriz y guionista argentina Maria Sereseky, y la actriz Mina el Hammani.
Ya en otras secciones el número
de directoras es mayoría; en la Sección Oficial de Cortometrajes Nacionales
cinco de los nueve cortos están dirigidos por mujeres y en la de cortometrajes internacionales hay pleno, ocho directoras para ocho historias. Y en la Sección de cortometraje
onubenses han sido cinco mujeres de un total de ocho participantes.
Pero esto no sucede por arte de
magia. Esto sucede porque hay una mujer que dio el paso y, contra viento y marea, rodó una película por primera vez; hay, además, mucho, muchísimo trabajo detrás, mucho empeño,
mucho tesón, mucha vocación y, sobre todo, hay una buena historia para contar por la que merece
apostar, aunque no siempre. Contaba Nicol Ruiz, directora de La nave del olvido, durante su
presentación en el festival, que la temática de su película, que habla de cómo
una mujer de 70 años, tras quedarse viuda y en un entorno rural, decide ser
libre, tener una relación con una mujer y luchar por su libertad, le supuso no
recibir ninguna ayuda económica para su rodaje, la ayudaron su familia, sus
amigos, el equipo que trabajó con ella.
La película, rodada en 2016 ahora
está empezando a caminar y le ha valido a su directora el Colón de Plata a la
Mejor Dirección, premio del que nos felicitamos. Nicol Ruiz tiene mucho
talento, cultura y entusiasmo y, eso solo puede darle a ella y a nosotros como
espectadores, buenas historias.
Como lo que no se nombra no
existe, estas son algunas de las mujeres cuyas películas hemos podido ver,
todas absolutamente recomendables. Marité Ugas (Contactado, Perú), Fernanda Valadez (Sin señas particulares, México), Sol Berruezo Pichón-Rivière (Mamá, mamá, mamá, Argentina), Bárbara
Paz (Babenco: dime cuando muera, Brasil), Anabel Rodrígez (Érase una vez
Venezuela, Venezuela) Cristina Navas (Las
mil y una, Argentina), Juliana Fanjul (Silencio
Radio, México), Laura Hojman (Los
días azules, España).
Y no solo, si algo ha quedado
demostrado en el recién finalizado festival es el enorme talento de actrices,
jóvenes y menos jóvenes, que están pisando fuerte desde el otro lado del río.
Liliana Juárez, ganadora del
Colón de Plata a mejor actriz por su papel de Lila en la ganadora del Colón de
Oro al mejor largometraje Planta
permanente, con un personaje que se queda con una mucho tiempo.
En La nave del olvido, la chilena Rosa Ramírez borda el papel de una
mujer capaz de empezar de nuevo a los 70 años, construyendo un personaje que
querrías que fuera tu amiga para toda la vida, no hay nada en su historia que
no te creas, porque ella la dota de credibilidad.
La mujer amiga que interpreta
Antonella Saldicco en la hermosa película argentina, La muerte no existe y el amor tampoco, es de las suponen un antes y
un después en la carrera de una actriz. Su personaje transita por todas las
emociones que te llevan a ser una mujer diferente después de hacerlo. Brilla
con luz propia en el inhóspito y frío paisaje de una Patagonia helada en la que
transcurre la historia.
Una madre que sale en busca de su
hijo adolescente desaparecido mientras intenta cruzar a Estados Unidos desde
México, es el personaje que compone la mexicana Mercedes Hernández, en la
magnífica Sin señas particulares.
Ella es la historia, la lleva sobre sus hombros, su mirada no engaña, su
lenguaje corporal tampoco; la tristeza y, al mismo tiempo, la fortaleza que
transmite en un momento vital sin esperanza hace que quieras sumarte a su
búsqueda, sin importar los riesgos que corras, porque a ella no le importa, o
eso transmite, y básicamente en esto consiste ser una buena actriz.
Tengo debilidad por la película
chilena Ella es Cristina, porque
tengo debilidad por su actriz protagonista, Mariana Derderián, que ha supuesto
un descubrimiento gozoso para mí. Quizás porque es el personaje con el que me
siento más identificada; es una mujer de nuestro tiempo, trabajadora,
feminista, libre, a la que una relación amorosa la pone frente a sus
contradicciones. Contradicciones que ella muestra dejándola vulnerable y
expuesta, con un final que le permite demostrar también su fortaleza. No debió
ser un papel fácil de componer y ella lo logra de una manera brillante.
Y muchas más, Daniela Ramírez en Matar a Pinochet; Jazmín Stuart en La fiesta silenciosa; Elisa Carricajo en
Un crimen común; las espléndidas niñas Agustina Milstein,
Siumara Castillo, Chloe Cherchyk y Camila Zolezz en Mamá, mamá, mamá; Sofía Cabrera y Ana Carolina García en Las mil y una noches. En algunas de
estas películas, las actrices están muy por encima de ellas y, con admiración
lo digo, las salvan.
Podría seguir y seguir hablando
de productoras, guionistas, fotógrafas, ayudantes de dirección, estilistas,
montadoras, peluqueras, sonidistas maquilladoras, periodistas. Mujeres abriendo
camino en un mundo de hombres, mujeres que no lo tienen fácil pero no se
rinden, mujeres que no quieren competir con los hombres en sus aciertos y
errores. Mujeres que quieren compartir en igualdad de condiciones. Que no es
poco.
Viva el cine y las mujeres que lo
hacen.