Días
pasados comentaba con un amigo, con el que hablo e intercambio mucho de cine,
el discurso que Lucrecia Martel dedicó a a Pedro Almodóvar con motivo de la entrega del león de honor en la
pasada edición de la Mostra de Venecia. El primer comentario fue el
protagonismo que parecía haber querido tener ella, que es una gran directora
películas para minorías y que yo justifiqué diciendo que Lucrecia es así, casi
tímida; al final los dos concluimos que ese gran y emotivo discurso la
habríamos firmado sin contemplaciones, fueron palabras de amor, de
reconocimiento, de respeto, de admiración, de deuda saldada, algo que no parece
habitual.
Luego
la conversación derivó por mi parte a comentar qué a ver que sucedía en la
próxima entrega de los Premios Goya del cine español con su última película
Dolor y Gloria, mi amigo me preguntó que si había algo más que fuera destacable
y respondí, que a la espera de Alejandro Amenábar, poco más, que este año ha
sido un año de pocas películas españolas destacadas y no sólo en España, ha
sido un año de poca cosa a nivel mundial, salvo muchos superhéroes; él me
confesó que estaba viendo películas de los años setenta, yo por mi parte
confesé que me resultaba escandalosa la ausencia de otros géneros, sobre todo
películas de amor con su sexo correspondiente. Y aquí también estuvimos de
acuerdo.
Volvamos
al principio: Pedro Almodóvar.
Pedro
Almodóvar celebra este mes su setenta cumpleaños, setenta años por los que,
además de felicitarlo, debemos felicitarnos, sus millones de espectadores y
admiradores en el mundo en general y los españoles en particular.
Almodóvar
no nació director, ni escritor, ni compositor, ni fotógrafo, ni pintor; nació
en La Mancha más profunda, que es como la Andalucía más profunda pero en
Castilla. Sus padres eran campesinos con poco contacto con la cultura en la
España gris de aquellos años, de más está decir a estas alturas que Pedro se
crió en u matriarcado, la presencia e influencia de su madre la conocemos por
demás, en su vida y en sus películas. Con apenas estudios de bachillerato se
fue a Madrid en los albores del final de la dictadura y empezó a observar y
empaparse de lo que veía a su alrededor, todo lo que no se veía a simple vista
y todo lo que sólo ve quien sabe mirar. Una larga estancia de trabajo en
telefónica, su pasión por el cine y los libros y el encuentro, coincidiendo con
los primeros acordes de la famosa movida madrileña, con personas que dieron los
mejores y (quizás los peores, por las drogas y el Sida) aires de libertad con
los que soñábamos.
No
me voy a extender más en estos detalles que están al alcance de cualquiera hoy
en día.
Lo
que yo siento es que Pedro Almodóvar es un director de cine excepcional hecho
por la intuición, un director que sí sabe rodar películas de amor, de todas las
clases de amor, heterosexual, homosexual, bisexual, maternal, fraternal, no hay
universo de amor que él no haya explorado. Lo que yo siento es que Pedro
Almodóvar con si cine, nos puso a los españoles a las españolas frente a un
espejo, de manera crítica, divertida, bizarra, alegra, sucia, antigua y que
todo eso en su cine nos llevó a la modernidad. Nos convirtió en un país
moderno, nos colocó en el mundo cultural, más allá de nuestras fronteras, cómo
nunca habíamos estado. Nos hizo un país que estaba superando sus traumas, sus
vergüenzas, su desfase tras cuarenta años de dictadura.
Y
nos volvió sentimentales, nos libró de los hombres duros y de las mujeres
sumisas, nos sacudió la caspa y la podredumbre moral, nos quitó prejuicios
éticos, morales y sexuales. Nos hizo sentir libres, quizás como nunca
volveremos a serlo.
Y
el Almodóvar que nos dio todo eso, de pronto pareció instalarse en una atalaya
inalcanzable, parecía estar siempre enfadado, que siempre miraba por encima del
hombro, que estaba por encima del bien y del mal; mientras, rodaba y rodaba,
una película tras otra, hasta veintiuna, en muchas de las cuáles también ha
sido guionista y actor; unas obras maestras, otras no tanto, unas muy buenas,
otras no tanto, algunas buenas, otras no tanto. Películas que yo esperaba y
espero siempre como si me fuera la vida en verlas.
Podría
yo decir que siento que una parte de este país (España) ha sido muy injusto,
desagradecido, envidioso y hasta grosero con Pedro Almodóvar, pero no lo
siento, lo sé, sé que ha sido así. Mientras su trabajo, su talento, su tesón
eran reconocido en el resto del mundo (Hollywood, Cannes, Venecia, Londres), la
mitad de España se convertía en la malvada madrastra ninguneándolo, negándolo y
hasta despreciándolo. A él, que nunca ha querido vivir fuera de España, que
nunca ha querido dirigir fuera de España, que siempre rueda y agradece premios
en español; hasta los premios Goya se le resistieron muchos años, como si gran
parte de la profesión tuviera complejo, celos, envidia o vayan ustedes a saber
qué. Lo más fácil era llamarlo soberbio, altanero, prepotente, maricón, todas
esas cosas que dicen las personas mediocres y los patriotas de banderín de
plástico.
Porque
no hay una sola película de Almodóvar que no retrate a España, en lo bueno y en
lo malo, en lo zafio y en lo sublime, en lo terrible y en lo encantador, en las
mazmorras y en los palacios; y si esto no es amor, no sé que puede serlo.
Yo,
que soy una sentimental y muy fan, todo hay que decirlo, sentía en mi interior
que a Pedro le dolía esa actitud de la media España y se encerró en si mismo,
siempre sin dejar de crear, lo que habla mucho y bien de él.
Hasta
que llegó Dolor y Gloria, esa maravillosa película que no esperábamos, nadie
sabe nunca que esperar después de la última. Y seamos honestos, nadie esperaba
que Dolor y Gloria nos devolviera, nos ofreciera, nos regalara un ejercicio
personal y cinematográfico de honestidad tan enorme, como si fuera consciente
de su encierro y lejanía y quisiera disculparse y celebrar con nosotros,
también es humano. La mitad de España que detesta a Pedro Almodóvar tampoco la
esperaba, de ahí su desconcierto y hasta su silencio, que a mi se me antoja
reconocimiento.
Qué
película tan emocionante, tan completa, tan luminosa. Dolor y Gloria es Pedro
Almodóvar con sus grandezas y sus miserias, como España, esa que él retrata tan
bien y que (volviendo al inicio) deseo y espero que en la próxima edición de
los premios Goya sea reconocida (ya lo ha sido en el pasado festival de Cannes
y preseleccionada para representarnos en los Oscar); es una de las mejores
película del cine español en lo que va de siglo veintiuno y se merece todo lo
bueno que ya ha recogido y lo que le depare el futuro.
En
unos momentos en los que este país y el mundo parece que vuelve a oscurecer,
Almodóvar nos vuelve a iluminar. Feliz cumpleaños, Pedro. Y gracias, por todo.
El enlace al texto, aquí Feliz cumpleaños, Pedro
Y la dirección de la revista, aquí: Sensacine México
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