jueves, 6 de marzo de 2014

Un Panero y yo

“De todos los favores que pude prometerte, te debo la locura” Leopoldo María Panero


No voy a presumir de conocer profundamente a Leopoldo María Panero, su obra y su familia, porque mentiría, solo voy a contar un par de detalles que hacen de la vida un lugar de encuentros imprevisibles y afortunados. He visto dos veces la desgarradora El Desencanto y he leído algunos de sus poemas y luego me he limitado a seguir todo lo que en prensa se publicaba sobre  él, porque era alguien que me fascinaba. 

Hace muchos años, muchos,  cuando para ir de Huelva a Madrid había que coger el coche cama del tren, me diez días de voluntaria al hospital psiquiátrico de Ciempozuelos; no me preguntéis porqué, simplemente lo hice.

Cuando llevaba allí un par de días y había tomado conciencia de lo que era aquello, me aventure a pasear por aquella ciudad (si, de locos, pero una ciudad, dada la cantidad de gente que allí habitaban); y en uno de esos paseos encontré sentado en una mesa, junto con muchos otros, a Leopoldo María Panero, como siempre con un cigarro en la mano, como ausente, pero probablemente más presente y cuerdo que muchos de nosotros, antes y ahora. En realidad aquel centro era espeluznante, excitante y reconfortante a la vez.

Y casualidades de la vida, hace dos años, en mayo de 2012, me fui unos días de vacaciones a Gran Canaria y en unos de los paseos por la ciudad de Las Palmas, sentado en una terraza, volví a encontrar a Leopoldo María, como siempre rodeado de gente, como siempre con un cigarrillo en la mano, como siempre pareciendo ausente.

Recuerdo que me paré a mirarlo con profunda admiración y alegría (por entonces no sabía si aún seguía vivo) de alguna manera lo sentí como un reencuentro. Seguí caminando, pero de pronto no pude resistir la tentación de robarle una foto, como para que quedara constancia de que seguía vivo y de que me alegraba que fuera así. 

 Creo que estos gestos formaban parte de él. Hoy me desperté triste, sin saber porqué, al rato lo supe, aunque tardó unas horas en confirmarse. Solo espero que donde quiera que vaya este Panero sea libre, más libre que en este mundo que le toco vivir, nosotros somos más huérfanos.

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