martes, 14 de octubre de 2014

Una historia de amor (inesperada). Jordania y yo

El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje, (viaje a Portugal de José Saramago)
.
Durante 18 años de mi vida he viajado todos los veranos, a consecuencia de la crisis en los dos últimos años no pude hacer un viaje largo, pero este año era especial, este año voy a cumplir 50 años y decidí que me iba a regalar un viaje, para lo cual partí mis vacaciones en dos, una quincena en agosto y la otra en octubre.

Los primeros destinos en los que pensé fueron Grecia y Nueva York, este último quedó descartado enseguida por caro, Grecia estaba medio armado pero por alguna razón no terminaba de inspirarme confianza; y mientras miraba y miraba me topé con Jordania, un destino que jamás me había pasado por la mente y me lancé de cabeza a él.

Tengo que confesar que a priori no parecía un destino cómodo, está en medio de países en conflictos (Israel, Siria, Egipto, Irak, Líbano), había que hablar inglés perfectamente o árabe, iba a ir sola, todo parecían señales de que no era la mejor elección. La mayor parte de mi familia y amigos se entusiasmaron conmigo y dijeron que adelante, que lo merecía, también hubo quien me dijo que estaba loca, que donde iba sola, que ese país es peligroso y hasta quien buscó donde estaba Jordania y me dio una clase de geografía en un intento vano de que me lo pensara, pero ya estaba decidida, me confirmaron que el viaje se hacía porque había grupo  y, para entonces, una parte del viaje pagada.

La emocionante ciudad de Petra
Siendo sincera, un poco (bastante) de miedo si tenía, no sabía que me iba a econtrar al llegar allí, no sabía quienes formaban parte del grupo, me aterraba sentirme sola, que algunos de los conflictos de alrededor se reactivara más de la cuenta y no hubiera escapatoria, que los hoteles fueran malos y llenos de hombres de países árabes buscando plan (como había leído en algunos comentarios de las página de Trip Advisor) y que desmiento, que no estuviera bien visto una mujer viajando sola (bueno esto me daba un poco igual, aquí también sigue pareciendo raro que una mujer haga cosas solas y yo las hago, porque la elección es siempre hacerlas sola o no hacerlas y siempre elijo hacerlas), en fin, miedos todos muy humanos que incluyeron la dos noches previas al viaje sin dormir.

Todo eso casi desapareció el día de iniciar el viaje, la suerte estaba echada y no había marcha atrás. Viaje en tren a Madrid, en metro  hasta el aeropuerto (confusión incluida ya que la chica que e informó en Atocha me envío en cercanías hasta Chamartín, lo que pude solucionar volviendo sobre mis pasos hasta llegar al aeropuerto sin problemas).  

Facturé  y embarqué sin problemas y en un corto vuelo sin incidentes nos plantamos en Amman. Apenas nos habíamos bajado del avión, un guía responsable de la agencia nos esperaba para hacer los trámites de visado (que no tuvimos que pagar porque formamos un grupo de 5 y los grupos no pagan) y llevarnos hasta nuestro hotel. 

En el mismo aeropuerto me adoptaron una pareja de jubilados maravillosos, Isabel y Ángel, que además iban al mismo hotel que yo, también había una pareja joven de Málaga, Jesús y María, recuerdo que lo primero que pensé fue “esto es una señal para que me convierta” que también fueron muy amables, ellos iban a otro hotel. Finalmente nos juntamos un grupo grande en el bus y nos fueron dejando por distintos hoteles, hacía mucho calor en Amman. En el mismo bus no iban diciendo a qué horas nos recogerían el día siguiente para empezar las visitas, tocaba madrugar…pero sería lo habitual en todo el viaje.
Desierto de Wadi Rum

Petra
Tumbas reales
La conocida como Pequeña Petra















Cuando nos subimos en el bus para iniciar la ruta todos mis miedos había desparecido definitivamente, no nos conocíamos, pero yo (que era la única que viajaba sola) me sentí  muy acompañada; no habíamos dado los primeros pasos ya la mayoría me decían “cuando quieras unas fotos nos dices” y a partir de ahí todo fue compañía, calor, arropamiento, cariño. Ana, Berta, David, Pedro, Chelo, Ramsés, Gonzalo, Mari Carmen, José Manuel, Saleh (que así se llamaba nuestro maravilloso guía) y algunos y algunas más, hasta un increíble grupo de 50 que nos paseamos por ese país.

Recorrimos Amman, Jerash, Ajlun, Madaba, Monte Nebo y Shobak, Petra, Wadi Rum y Mar Muerto. Caminé entre piedras, hice equilibrios por las rocas, subí 826 escalones para llegar al Monasterio y salté sonriendo en casi todos los lugares donde era posible para definir mi alegría. He visto mujeres muy hermosas y hombres bellos, niños y niñas disfrutando de los días de descanso, también camellos y muchos corderos, hemos comido muchos y variados pasteles, todos formando parte de un paisaje increíble, podría decir que de película, pero esto no haría justicia a algunos lugares.

La verdad es que este viaje me ha quitado un buen puñado de prejuicios, sobre viajar sola, sobre no sentirme sola, sobre como no opinar ni crearte miedos innecesarios al no saber qué vas a encontrar. Lo poco que he conocido de Jordania me ha parecido maravilloso, no necesitas verter de manera especial, nadie te va a juzgar porque lleves manga o pantalón corto, nadie te va a juzgar ni mirar raro si llevas un poco de escote y si te pintas los labios, de hecho éramos nosotros quienes no dábamos crédito al ver a tantas mujeres vestidas de los pies a la cabeza en todos los lugares (incluidos el mar y las piscinas) los jordanos son amables y educados cuando les preguntan y los españoles les caemos bien. Los lugares turísticos y la ciudad de Amman parecen seguros, si no vas a lugares inadecuados (como en todos países) tampoco te acosan para venderte sus productos como en otros lugares, tiene una luz espectacular. Y un país tremendamente solidario, tiene más de dos millones de refugiados de los países de su entorno.

Ha sido una semana muy feliz, no recordaba desde cuando no me sentía así, pero a veces la felicidad está en lo simple, personas que convierten los lugares en inolvidables. Ha sido un viaje con mucha emoción. Lloré al llegar al Tesoro en Petra, lugar que merece por si solo el viaje. Y hasta me gané un premio por no saber mantener la boca cerrada!!

Pd.: Dedicado a un hombre que me animó a que hiciera un post sobre mi viaje, él sabe quién es.



Templo de Artemisa










Jerash, lo llaman la Pompeya jordana, pero como yo no conozco Pompeya, me pareció un lugar hermoso y muy buen cuidado.



Castillo de Shobak


La vida cotidiana en muchos lugares por los que pasamos.
Mar Muerto

 Un beduino es alguien a quien le sobra tiempo y le falta un reloj
Una de las siete colinas que rodean Amman
Templo de Hércules en la Ciudadela
Monte Nebo, a la izquierda el Mar Muerto, al frente Palestina
La modernidad de Aman

Café con cardamomo, te lo ofrecían a cada paso



Y esta es una de mis fotos favoritas del viaje. Estábamos en la Ciudadela y de pronto, junto al templo de Hércules oímos unas risas, eran unas chicas que reían, bailaban y posaban para sus teléfonos móviles, no parecían felices, estaban felices, como disfrutando de una libertad inesperada lejos de los corsés habituales de su entorno, les hicimos fotos y ellas nos las hicieron a nosotras. A Ana, Berta y a mi nos hicieron sonreír de felicidad también.



1 comentario:

  1. Me ha encantado tu relato. Y me ha dado mucha envidia.
    Nosotros estuvimos hace unos años. También había conflicto entonces (Israel-Líbano). Recuerdo que la primera noche tuvimos un susto al ver ráfagas y oír explosiones. Después supimos que estaban tirando cohetes celebrando una boda.
    Fuimos sin tener una idea clara de qué íbamos a encontrarnos, y nos sorprendió todo lo que vimos. Tanto las visitas turísticas, como las escapadas que hacíamos por nuestra cuenta por Amman. Esperaba el típico acoso al turista que sufres en otros países, pero aquí no vimos nada de eso. Gente muy muy amable. Las calles llenas de familias haciendo su vida, saliendo a cenar, sin mirarte raro... como si estuviera en mi casa. (Parece una tontería, pero en otros sitos no hemos tenido esa sensación de normalidad).
    Las visitas turísticas, impresionantes. Jerash, no me lo esperaba. Esos mosaicos del Monte Nebo, Petra superando cualquier espectativa, la sensación al flotar en el mar muerto... Todo inolvidable.
    Y lo mejor, esa gente que conoces en los viajes y que terminan siendo amigos para toda la vida.

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