sábado, 18 de diciembre de 2010

La soledad del corredor de fondo

Hoy era un día para sacar la indignación de las redes sociales y de los bares y por eso  he vuelto a acudir a una manifestación, una más de las muchas que durante toda mi vida he llenado, pero no una cualquiera, la de hoy la convocaban, una vez más,  los dos sindicatos mayoritarios de este país, comisiones obreras y la unión general de trabajadores, acompañadas de izquierda unida, verdes, colectivos sociales, gente de malvivir que dirían en mi pueblo, el motivo era pedir al gobierno que no aumente la edad de jubilación de los trabajadores en España, pero motivos nos sobran.
Al parecer excusas también, "que si los sindicatos" "que si no va a servir de nada" "que si yo paso"...Hemos sido pocos, o muchos, si tenemos en cuenta que el día amaneció lluvioso y  que las resacas de las comidas y cenas navideñas hacen estragos. La verdad es que pocos para la que está cayendo y no hablo del clima.
Realmente pienso que ahora mismo la sociedad se divide de varias maneras, los ricos, que no son muchos pero joden bastante, las personas que disponemos de un trabajo y nos preocupa la situación de nuestra ciudad, nuestro país y del planeta en general, los pobres y desfavorecidos (cada día son más) y una inmensa mayoría que sigue viviendo como si a ellos nunca les fuera a afectar todo lo que está sucediendo.
Y no los juzgo, no soy nadie para eso, pero esto que hoy sucede nos puede pasar a cualquiera, nadie está exento porque la crisis y la maldad no distingue. Y muchos tenemos hijos, sobrinos, amigos, vidas que tienen que seguir viviendo, bocas que hay que alimentar, cuerpos que hay que vestir, sueños que hay que dormir, estudios que realizar, enfermedades que curar....
Hace tiempo vengo diciendo que la situación por la que pasamos no es solo responsabilidad de los gobernantes, los ciudadanos también tenemos gran parte de culpa y debemos asumirla, quizás al principio de todos debimos salir a la calle para decir al presidente Zapatero que no estaba sólo, que aguantara que nosostros le sostendríamos, para decirle a Europa que hay que pensar en las personas y no sólo en la economía, para decirles a los mercados que den la cara, que no se encondan bajo ese nombre tan cobarde y que dejen de meternos miedo, pero no lo hicimos y ahora tampoco.
Y somo presos de nuestras propias contradicciones, si las medidas que se están tomando, las hubiera tomado un gobierno del pp, para empezar las entenderíamos mejor y para terminar habríamos incendiado las calles a proclamas. Y muchos amigos del psoe que hoy se debaten entre la lealtad al partido y la lealtad al sindicato nos harían compañía al salir a protestar, aún así, muchos socialistas había hoy bajo los paraguas.
En fin, ya no se donde me lleva esta reflexión, quizás sea solo un desahogo, porque lo que  de verdad  pienso es que el habitat natural de quienes quieren transformar el mundo es la calle, la historia está llena de movidas callejeras que tranformaron la sociedad, porque cuando uno ó una se sienta en un sillón público, la mayoría de las veces se olvida de dónde viene y lo que es más importante, de hacia donde debería ir.
Ante esta paradoja yo siempre recuerdo el poema de Martin Niemoller adjudicado por error  a Bertolt BrechT, "Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté,porque yo no era judío.  Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar".

1 comentario:

  1. Como dijo Saramago, "Ya no hay indignación espontánea, que es la buena, la verdadera indignación. Existe una enfermedad del espíritu: el mal de la indiferencia ciudadana"

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