lunes, 24 de enero de 2011

Samuel Ruiz (Tatic)

 
A  veces nos perdemos entre personajillos, curillas  y politiquillos de tres al cuarto y no somos capaces de ver a las personas que de verdad están a la altura, más allá de su profesión, de su jerarquía, de su estatus y hasta de su vida.
Y entre esas personas está el obispo de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, Mexico) Don Samuel Ruiz, en realidad ya no era obispo allí, pero eso será para siempre y si, soy yo la más anticlerical del mundo la que habla y hablará bien de él siempre.
Porque me considero muy afortunada de haberlo conocido, de haber compartido con  él  misas, charlas, encuentros y desencuentros. Era (es) una persona de palabra de paz y de luz en un mundo oscurecido.
Corría el primero del año 1994 cuando se produjo el alzamiento zapatista que vino a cambiar la historia, y no sólo la de México, y lo que podía haberse convertido en un derramamiento de sangre no fue porque Don Samuel  supo contener a todas las partes, algo difícil porque el gobierno mexicano quería acabar con la rebelión a sangre y fuego.
Samuel Ruíz, llevaba años trabajando por los más desfavorecidos del sudeste mexicano, por los indígenas de Chiapas, los verdaderos pobladores de un México que a punto estaba de vender su alma al diablo para ser parte del primer mundo.  El obispo Samuel Ruíz nunca se ocupó de evangelizar a los indios, su tarea y la de sus sacerdotes y monjas era ocuparse de que los soldados no los humillaran, de que tuvieran un salario dingo en el campo, una educación digna, una sanidad digna, una vivienda digna, en definitiva una vida digna, lo que luego vino a llamar la dignidad rebelde que estaba más que justificada.
A partir de entonces Don Samuel (Tatic, en lengua Tzeltal) se dedicó a recorrer el mundo contando  la verdad sobre el México que no eran sus playas y su tequila. Lo conocí en el año 95 cuando vino a Madrid a una conferencia en la casa de América, recuerdo como si fuera  ahora ese acto, en ningún momento pareció que  hablara un miembro de la iglesia de Roma, más bien parecía (lo era) un luchador por los derechos humanos.
Más tarde, en el 1996 hasta México me fui a lo que entonces se llamó “Primer encuentro por la humanidad y contra el neoliberalismo”, casi ná, y allí estaba él, en la hermosa y pequeña catedral de San Cristóbal de Las Casas, siempre llena de indios e indias, nunca de blancos y mestizos, que con su desprecio trataban de ningunearlo y constantemente le lanzaban amenazas de muerte. Sus misas estaban llenas de rituales ancestrales y de poco símbolos católicos, de mucho llamamiento a la justicia y poca caridad.
Tuve la ocasión de estar de observadora en las ultimas rondas de conversaciones entre los zapatistas y el gobierno mexicano que tenían lugar en   San Andrés Sakamchen de los Pobres y en las que Samuel Ruiz era un justo mediador, siempre vilipendiado por  un gobierno que ni antes, ni ahora, ni nunca quiso reconocer los derechos de los habitantes originarios de su propio país. Es difícil describir la emoción y la tensión de aquellos encuentros que deberían haber tenido como final la siempre imposible paz, justicia y dignidad.
La figura del obispo salió fortalecida a ojos de todo ser humano decente, excepto del gobierno mexicano y de la curia romana. De él se dijeron muchas cosas, que tenía hijos, que era narcotraficante, que era el subcomandante Marcos….cosas que nadie creyó, pero el papa Juan Pablo II oyendo al gobierno mexicano un día lo jubiló y lo sacó de la diócesis cristobalense, pero nunca pudo sacarlo del corazón de los indígenas y nunca logró callarlo en su  reclamo justicia a manos llenas. Porque Samuel Ruíz estaba convencido que la justicia era la clave de un mundo mejor. Y que otra iglesia también es posible.
No estoy segura que esta breve reseña recoja el verdadero significado de D. Samuel Ruiz para los derechos humanos de este planeta, él es tan grande que la vida entera no nos alcanzará a hacer justicia a su grito. Hoy los indígenas de Chiapas están mucho más solos, México mucho más abandonado y la humanidad entera mucho más huérfana.
Mi vida desde el 1  de enero de 1994 ya no volvió a ser la misma y un obispo católico del sureste mexicano tiene mucho que ver en ello, allá donde vayas Tatic, da saludos a Saramago, a Monsivais, a Benedetti  y no nos pierdas de vista.


1 comentario:

  1. Que perdamos la humanidad personas de este calibre siempre sera una tragedia, pero otros vendrán que seguirán su sendero.
    Desde donde El se encuentre, seguro que después de leer esta semblanza te habrá enviado una sonrisa.
    Abrazos.

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