lunes, 7 de octubre de 2013

Barrios


Esas casas siempre habían estado ahí. Eran viejas, grandes, amplias. El lugar donde estaban ubicadas es el centro geográfico de Huelva, aunque hace apenas cuarenta años era el lugar donde acababa la ciudad.
Podríamos decir que son casas señoriales, los ricos siempre viven en el centro o en las afueras, nunca en barrios. Es una zona con encanto, no exenta de locura, por algo allí estuvo ubicado muchos años un manicomio llamado “La Morana”; y sí, era un manicomio, no un psiquiátrico, o un centro de recuperación, un manicomio.
Y más allá un cementerio, pequeño, que ya no existe. Podría parecer aterrador vivir allí, pero no, hay fantasmas que a veces acompañan.
Eran unas pocas  casas de planta baja y alta, con suelos de esos azulejos grandes y artísticos que ya no se hacen y que no se gastan por mucho uso que les des. Todas tienen un patio, muchas habitaciones, cocinas grandes, doblaos *, grandes ventanas de hierros altos que te permitían estar todo el tiempo al cabo de la calle.
Hasta hace unos años, había una peluquería; la dueña siempre estaba ejemplar con su pelo cardado y el espacio lleno de un fuerte olor a laca, de esa que podía acabar con la capa de ozono en unos minutos. Pero era agradable ir, nada más verte, la señora decía “ya se a lo que tu vienes” era barata, siempre contaba anécdotas y cuando salías, te sentías la más guapa del barrio. Ante el riesgo de derrumbe, la peluquería cerró. De haberse derrumbado con nosotras dentro, hubiéramos sido unas muertas bellísimas.
También había una joyería, una de las primeras tiendas en vender relojes caros en Huelva, cerró y se detuvo el tiempo. Los habitantes de esas casas desaparecieron hace tiempo; se quedaron vacías. Años después, empezaron a llegar nuevos vecinos, ocupas los llaman, españoles, africanos, latinoamericanos. Han hecho de las casas su hogar, roban la electricidad y no sé como hacen con el agua, pero es habitual verlos limpiando las puertas en las mañana temprano tan ricamente, en las tardes se suelen sentar en la puerta, a ver la vida pasar.
Durante la pasada Eurocopa, colgaron una bandera de España en los balcones de cada casa, y pensé, mira el país se desentiende de ellos, pero ellos se sienten país.

Ahora el ayuntamiento ha derribado las casas, no las ha  rehabilitado, no, las ha derribado  y no me sorprende, este ayuntamiento es especialista en acabar con la historia de esta ciudad. Pero a mi me gustaban esos vecinos, mucho, aunque a veces sus gustos musicales no coincidían con los míos. 

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