Esas casas siempre habían estado
ahí. Eran viejas, grandes, amplias. El lugar donde estaban ubicadas es el
centro geográfico de Huelva, aunque hace apenas cuarenta años era el lugar
donde acababa la ciudad.
Podríamos decir que son casas
señoriales, los ricos siempre viven en el centro o en las afueras, nunca en
barrios. Es una zona con encanto, no exenta de locura, por algo allí estuvo
ubicado muchos años un manicomio llamado “La Morana”; y sí, era un manicomio,
no un psiquiátrico, o un centro de recuperación, un manicomio.
Y más allá un cementerio,
pequeño, que ya no existe. Podría parecer aterrador vivir allí, pero no, hay
fantasmas que a veces acompañan.
Eran unas pocas casas de planta baja y alta, con suelos de
esos azulejos grandes y artísticos que ya no se hacen y que no se gastan por
mucho uso que les des. Todas tienen un patio, muchas habitaciones, cocinas
grandes, doblaos *, grandes ventanas de hierros altos que te permitían estar
todo el tiempo al cabo de la calle.
Hasta hace unos años, había una
peluquería; la dueña siempre estaba ejemplar con su pelo cardado y el espacio
lleno de un fuerte olor a laca, de esa que podía acabar con la capa de ozono en
unos minutos. Pero era agradable ir, nada más verte, la señora decía “ya se a
lo que tu vienes” era barata, siempre contaba anécdotas y cuando salías, te
sentías la más guapa del barrio. Ante el riesgo de derrumbe, la peluquería
cerró. De haberse derrumbado con nosotras dentro, hubiéramos sido unas muertas
bellísimas.
También había una joyería, una de
las primeras tiendas en vender relojes caros en Huelva, cerró y se detuvo el
tiempo. Los habitantes de esas casas desaparecieron hace tiempo; se quedaron
vacías. Años después, empezaron a llegar nuevos vecinos, ocupas los llaman,
españoles, africanos, latinoamericanos. Han hecho de las casas su hogar, roban
la electricidad y no sé como hacen con el agua, pero es habitual verlos
limpiando las puertas en las mañana temprano tan ricamente, en las tardes se
suelen sentar en la puerta, a ver la vida pasar.
Durante la pasada Eurocopa,
colgaron una bandera de España en los balcones de cada casa, y pensé, mira el
país se desentiende de ellos, pero ellos se sienten país.
Ahora el ayuntamiento ha
derribado las casas, no las ha rehabilitado,
no, las ha derribado y no me sorprende,
este ayuntamiento es especialista en acabar con la historia de esta ciudad.
Pero a mi me gustaban esos vecinos, mucho, aunque a veces sus gustos musicales
no coincidían con los míos.
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