“Casamiento y
mortaja, del cielo bajan” refrán popular
Semanas pasadas uno de mis hermanos fue
operado de una hernia discal, todo ha salido bien afortunadamente. Mi hermano
vive con su pareja y su hijo, no están
casados, ni inscritos en el registro de parejas de hecho, pero son su compañera
de vida y su hijo. Y ¿porqué cuento
esto? Porque por no estar casados, ni registrados, mi cuñada no ha tenido
derecho a los días que le corresponden por ingreso e intervención quirúrgica a
que tienen derecho todos los familiares de primer grado, ha tirado de días de
vacaciones, días libres y solidaridad de compañeros.
Una de mis hermanas vive con su pareja y su
hijo, no están casados, ni inscritos en el registro de pareja de hecho, pero
son su compañero de vida y su hijo. Y ¿porqué cuento esto? Porque a pesar de no
estar casados mi hermana no ha podido cobrar la ayuda familiar (está desempleada y ya no
cobra desempleo) porque su pareja gana más de lo que se exige para poder cobrar dicha ayuda.
Además, mi cuñado no puede incluir a su mujer en la declaración de la renta
porque no están casados, ni inscritos; es su mujer para negarle la ayuda, pero
no lo es para desgravar.
A ojos de la sociedad mis hermanos y sus parejas son familias, pero para el
estado y los derechos que este conlleva no. Lo importante es estar casados (a
ser posible por la iglesia, que también cobra su dinerito por celebrar el
sagrado sacramento), firmar un contrato, como quien va a trabajar, o a escribir
unas memorias, o dar un concierto. El contrato, eso es lo importante, el amor
no, el contrato, los papeles. El dinero.
Una vez le preguntaron a Joaquín Sabina si se
casaría por amor, y él respondió que por amor uno no se casa, que uno se casa
para desgravar a hacienda, para conseguir papeles, o para tener ventajas económicas
y legales en la vida, que el amor es
otra cosa y lo que hay que hacer es vivirlo y que cuando se acabe, tu vida no
se convierta en un infierno burocrático. La de los hijos tampoco.
Y en esas estamos, pervirtiendo términos tan hermosos como amor y
familia cuando en realidad solo hablamos de dinero, de negocios, de
sociedades con ánimo de lucro, que también provocan sentimientos, pero que nada
tienen que ver con el amor.
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