viernes, 5 de septiembre de 2014

Madrugones


A quien madruga Dios la ayuda”. “No por mucho madrugar amanece más temprano”
El refranero español tan sabio como contradictorio. Esta semana me ha tocado madrugar mucho, en exceso diría yo. Normalmente me levanto sobre las 6,30 (podría hacerlo un poco más tarde, pero me gusta desayunar como una señora, darme una ducha tranquila, tomar un segundo café antes de salir de casa y sobre todo, no correr desde primeras horas de la mañana).
Pero esta semana he madrugado a las 6,15, sé que no parece mucho, pero lo es, sobre todo para alguien como yo que puede estar leyendo hasta la 1 de la madrugada casi todos los días y ahí radica la jugosa diferencia del cuarto de hora.  Y en esta normalidad de las  6,30 suelo salir a la calle a las 7,30 de la mañana, cuando el mundo ya está casi puesto. Y en la anormalidad de las 6,15 me he echado a la calle a las 7 de la mañana, cuando casi el mundo está por construir.
Y me ha gustado la experiencia, la calle no es la misma cuando existe media hora de diferencia. Lo primero que se oye cuando sales a las 7 de la mañana es el silencio y el sonido de la brisa (sí, la brisa suena, no solo el viento) algunos, muchos corredores, que siempre dan los buenos días y tus propios pensamientos; además hay pocos coches a esas horas. Es muy placentera esa hora para empezar a vivir el día y sobre todo sonreír, no está mal. La calma tan necesaria para las horas que se vienen por delante.
Cuando sales a la calle a las 7,30 de la mañana ya es otra cosa. Lo que se oye son los pasos acelerados de quienes como tú se dirigen a su lugar de trabajo, los coches, más corredores, estudiantes que inician sus clases al rato, la bulla. La vida que ya empezó.
En realidad no me molesta madrugar, casi siempre me despierto antes que suene el reloj, y una vez suena salgo de la cama y trato de hacerlo de buen humor. Nunca me ha gustado mucho dormir, de hecho considero que dormir es perder el tiempo, me gustaría poder vivir sin hacerlo porque me gusta tanto el día como la noche y parece que si no duermes siempre pasan más cosas, claro que para eso están los sueños, en los que a veces vives cosas que jamás vivirás en la realidad o sí.
De hecho, aunque trasnoche, suelo levantarme temprano. Pero he aprendido a escuchar mi cuerpo y el día (o la noche) que este dice basta, pues me acuesto a la que hora que sea y le doy todo el sueño que pide, así que una vez a la semana suelo dormir unas nueve horas.
Y todo esto para contar que esta semana me ha tocado madrugar mucho, y que la próxima semana madrugaré lo normal. Que ha merecido la alegría hacerlo. Que me gusta el mes de septiembre, a pesar  de que los últimos han venido con malas noticias. El pasado año escribí esto sobre este mes en mi blog y lo sigo pensando. Que es bonita esa mañanera soeldad acompañada. Y que a veces amanece antes de que salga el sol.

 
Pd. en estos días he hestado lelgando a mi lugar de trabajo cuando aún era de noche, lo que me ha permitido disfrutar de amanecers como este.

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