sábado, 20 de septiembre de 2014

La paz, la música, La Habana...los recuerdos

Han pasado dos semanas desde el estruendoso concierto Paz sin Fronteras en La Habana y yo aún no he conseguido sacarlo de mi cabeza y mi corazón, quizás porque estuve allí y ningún medio ha conseguido de verdad reflejar la dimensión exacta de lo que allí vivimos. y sin querer pecar de presuntuosa, aún es pronto para ver sus efectos, lo de largo plazo, los de corto los puedo contar y compartir.
En los días previos la expectación era inusitada y silenciosa, no había ni un solo cartel anunciando, ni una proclama, pero bastaba mirar la cara de los habitantes de La Habana (una ciudad capaz de lo mejor y lo peor) para saber que algo (muy bueno) iba a suceder.
El sábado la ciudad empezó a llenarse que llegaban de provincias apenas con una mochila, dispuestos a pasar la noche en la calle para no perderse nada. El domingo amaneció soleado y muy caluroso y me bastó salir a la calle 3 horas antes que se iniciara el concierto (2 horas de la tarde cubana) para ser consciente que el sueño de esa noche había pasado...y estaba sucediendo.
Desde cualquier rincón salían personas de todas las edades, raza y condición vestidas de blanco (lo pidieron los organizadores) cargadas de paraguas, sombrillas, agua, toallas, neveras, cualquier cosa que sirviera para compartir y paliar la espera y hacer llevaderas las horas de baile y gozo que teníamos por delante.
Y sucedió, a las 2 en punto bajo un sol abrasador y una expectación sin precedentes, los artistas lanzaron un grito de cambio desde el escenario y comenzó la fiesta, los cuerpos empezaron a moverse y ya no pudimos parar hasta siete horas y media después, momento en que agotados, felices y muchos con lágrimas en los ojos emprendimos la vuelta a casa.
Fue un extraordinario (por su generosidad) regalo de esos artistas al pueblo cubano, que por primera vez en muchos años, pudo decidir libremente donde ir, a que hora ir, con quien ir y para que ir. Incluso muchos decidieron no ir. Un pueblo que está orgulloso de ser lo que es, cubano, y que está cansado y que está cansado de ser pelota que va de un campo a otro sin que nadie gane el partido y con ellos perdiéndolo. No les demos la espalda. Cuba se merece muchos conciertos, mucha libertad y mucha unidad, ya amanecerá el día que la paz sea algo más que un concierto, como me escribió un amigo. No es fácil alcanzar la felicidad, el domingo 20 de septiembre por unas horas fue posible. Yo fui muy feliz allí.


Pd.: esto lo escribí cuando regresé de La Habana, aún hoy lo recuerdo con detalle, me hizo sentir parte de la historia, había que estar allí. Y me han dado muchas ganas de volver.
Pd 2.: Aquí el enlace con algunas fotos de aquel día Album

No hay comentarios:

Publicar un comentario