viernes, 14 de noviembre de 2014

Cuestión de piel

Hace 20 años hice mi primer viaje a América Latina, concretamente a El Salvador,  y si que mi primer viaje al otro lado del río fuera a ese país suena raro, a mi también, porque era un país que no entraba en mis planes para nada; es cierto que lo conocía, sabía de su terrible historia, había recaudado fondos para el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), había asistido a charlas de sus representantes en Huelva, había sentido en el alma los asesinatos de monseñor Romero e Ignacio Ellacuría y me había roto el corazón el asesinato del poeta Roque Dalton, este a manos de sus propios camaradas del FMLN.

Y la razón de que fuera el primer país que visite es muy sencilla. Yo, que soy meticona por naturaleza,  había conocido a un periodista que trabajaba en la agencia Efe en Huelva, José Miguel Benítez se llama; Josemi había pasado muchos años en Centroamérica de voluntario y tratando de hacer de esa parte del mundo un lugar mejor, estando en Nicaragua conoció a una guerrillera salvadoreña, Ana, y se enamoraron, pasado un tiempo ella se exilió en Cuba y el regresó a España, tras los acuerdos de paz entre la guerrilla y el gobierno en el año 92 ambos regresaron a El Salvador, quería formar parte de la paz en ese país y formar una familia, cosa que hicieron y fue mi amistad con él la que me llevó a ese país.

Allí pude ver la violencia en las calles, la universidad centroamericana donde residen los jesuitas, visiten Morazán lugar donde se cometió una de las peores matanzas que se recuerda, visité la comunidad de Las Marías, donde guerrilleros y ex guerrilleros se afanaban en aprender a vivir juntos, pequeños y mayores.

También vi el volcán de San Salvador, una zona costera conocida como la Costa del Sol, pasee por pueblos cercanos a la capital y hasta una noche salí a bailar al son de un grupo de campesinos llamados Los Torogoces. Mención aparte merecen las pupusas, que son unas tortas de haría que tu puedes rellenar con lo que quieras, arroz, chicharrón, chorizo. Las pupusas son una razón más que suficiente para volver a ese país.
Luego he visitado México siete veces, Cuba tres veces, Argentina, Uruguay, Nicaragua, Costa Rica, algunos de estos viajes los he relatado aquí.  Y ¿Por qué México? Al otro lado del Río La vida en un vuelo La paz, la música, La Habana, los recuerdos

Por eso me llama mucho la atención como algunos prohombres de la comunicación en España, ante cualquier suceso terrible y doloroso que sucede en Latinoamérica, lo acompañan con la coletilla “esa región tan desconocida” como si eso fuera responsabilidad de ellos, sin asumir que nuestro desconocimiento está relacionado con nuestra ceguera y nuestra soberbia.

Hay quien me dice algunas veces que Latinoamérica me preocupa, me duele y me alegra más que otros lugares del planeta y es cierto, no me voy a disculpar por eso, ningún lugar ni sus circunstancias me es ajeno, pero no todos son mi lugar en el mundo y yo elijo cuales.Y siendo sincera, hasta algunos de esos países son más de mi que otros, por el poso que dejan dentro.

Cuando por circunstancias personales y la crisis económica no pude realizar mi viaje de cada año por esos rumbos, sentía que me faltaba el aire, he visitado otros lugares que me han encantado, pero desde hace tres años me falta un poco de aire y es el aire de aquellos rumbos, aire que espero volver a respirar en cualquier momento.Trabajar en una universidad a la que vienen muchos alumnos y muchas alumnas de aquellos lares, me hace no perder la distancia, ni el calor, ni el color, ni el sabor, pero quiero pisar esas calles nuevamente para aprender y seguir caminando. 

Latinoamérica, desde Tijuana a Tierra de fuego son nuestro hábitat natural, nuestros hermanos, nuestros espejos, abandonemos la ceguera y tendamos puentes, para esos no es necesario viajar, que también, hay libros, películas, música, pintura, arquitectura, colores y sabores. Y personas que van y vienen y que se quedan entre nosotros, pero no la vemos. Salgamos de la superficie, entremos  en la piel. Porque lo que te dice la piel, es lo real.

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