miércoles, 3 de mayo de 2017

Francia y la responsabilidad

Hace unos meses dije que Donald Trump ganaría las elecciones y todo el mundo negó la mayor, era tan evidente que hasta una bruta como yo fue capaz de verlo; ahora vuelvo a tener la visión. En Francia puede ganar el próximo domingo Marine Le Pen y tampoco pasará nada.

No hay que confundir deseos con la realidad, al igual que no quería que ganara Trump, no quiero que gane Le Pen, pero no soy yo quien puede evitarlo, ni soy yo quien ha hecho todo lo posible para propiciar esa posible victoria. 

No me gustaba Hillary Clinton (aunque la habría votado como mal menor) y tampoco me gusta Enmanuel Macron (aunque lo votaría como mal menor). Pero alguien tiene que entender que llevar al electorado a elegir entre lo malo y lo peor es pervertir la democracia y mucho peor, acusar y responsabilizar a los electores de sus errores como gobernantes.

El domingo por la noche espero estar equivocada, pero de acertar, no me sorprenderá; eso sí, la responsabilidad de que Le Pen pueda ser presidente será única y exclusivamente de quienes le han votado sabiendo lo que iban a votar, nunca de quienes no han votado a Macron, se han abstenido o han votado en blanco, todas opciones absolutamente democráticas. Un sólo voto a Marien Le Pen es una derrota de la Europa civilizada, los millones que ya tiene y tendrá es una victoria de la desesperanza.

La socialdemocracia se hizo fuerte después de la segunda guerra mundial porque se ocupo de mejorar la vida de las personas marginadas, violadas, empobrecidas, maltratadas, castigadas; en los últimos tiempos la socialdemocracia se ha ocupa de mejorar la vida de las élites financieras y estos sectores, tras padecer muchos recortes laborales y en educación que nos hace incapaz de distinguir el bien del mal, se han echado en los brazos de los fascistas que les han prestado un mínimo de atención, fascistas a quienes estas personas no importan pero saben fingir que sí. 

La socialdemocracia y la izquierda en el mundo pueden seguir mirándose su ombligo, así les va bien y si a ellos les va bien ¿qué importancia tiene que a los demás les vaya mal?

Qué tristeza volver en Europa al punto de partida. Qué futuro tan feo para un proyecto tan bonito. Qué alegría no haber tenido hijos a quien dejarles un mundo peor. Allá quienes los tuvieron, ellos sabrán porque han dejado de luchar por el presente y el futuro. 

Disculpad el análisis simplista y el desahogo, solo soy una trabajadora que madruga, paga impuestos y vota el mal menor; triste existencia a veces.

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