sábado, 21 de marzo de 2020

Fragilidad

"Raro, no digo diferente digo raro
ya no sé si el mundo está al revés
o soy yo yo el que está cabeza abajo". (Fito & Fitipaldis)


Hace una semana todo era normal, ahora todo es raro, veremos en el futuro si diferente.

Ahora todo es silencio, salvo los pájaros que cantan en el patio interior del bloque donde vivo y el sonido del teléfono.

El pasado viernes por la tarde, vísperas del estado de alarma, me escapé furtivamente a comprar colonia, la que uso no es fácil de encontrar y apenas me quedaba un dedo, compré, porque ni en los momentos difíciles hay que perder el glamour.

El sábado me di cuenta que no estaba preparada para una pandemia, pues no tenía chocolate en casa, hasta que recordé que sí.

Muchas personas estamos trabajando desde casa, otras no tienen más opción que ir a trabajar, para cuidarnos, muchas, muchas gracias por hacerlo;  otras por chantaje. Y de ambas cosas tendremos que hablar cuando esto pase.

Se murió la madre de una amiga, ni siquiera ella ha podido velarla, apenas ha pisado el tanatorio para firmar papeles. No hemos podido acompañarla ni abrazarla.

He dejado de pelear con mi madre para que se viniera a mi casa, la idea de que está sola en la suya, me rompe por dentro, ella quiere estar en su casa.

He salido un par de veces a comprar y no deja de sorprenderme lo rápido que nos hemos acostumbrado a distanciarnos físicamente las personas, pareciera que huimos unas de otras.

Los teléfonos tan modernos que tenemos ahora nos están salvando, a través de ellos nos llegan las risas, la información y, lo más importante, porque se ha convertido en vital, el afecto, el cercano y el lejano.

El cercano, la familia, un grupo llamado Mamá y sus increíbles hijos, los amigos en grupos que se llaman Progresía vírica, Comer los lunes, Consejo de gobierno, Doñana y lo que queda, Esa quedada, La primavera; y Mari Carmen, Alejandra, Manuel, Estela, por citar solo algunas personas.

El lejano, Desiree, a menudo me manda memes para hacerme reír. Carlos me envío una foto de un amanecer y Rubén me envía vídeos que le llegan de lo que hacemos los españoles en los balcones. Hablé con mi amiga mexicana Linda y eso me dio mucha emoción porque nos sentimos cerca.

Palabra del año: vídeollamada.

He decidido no estar todo el día pendiente de la información, no es sano, solo información oficial.

Me molesta mucho el lenguaje que se está usando, tenemos que hablar de eso cuando esto acabe.

Me he organizado una rutina de ejercicios físicos, vivo en un bajo, subo las escaleras hasta el tercero y luego camino por la azotea, tres kilómetros en la mañana y tres kilómetros por la tarde; el primer  era yo sola, en días siguientes, dos azoteas más allá, una pareja más mayor que yo, también caminan, no saludamos cuando llegamos y nos despedimos hasta mañana, el primer día que sucedió me dieron ganas de llorar. El ejercicio es por necesidad física y mental, aunque con mis amigas les digo que no voy a salir de esta cuarentena sin tipazo.

En esta rutina, por la mañana, cuando subo hacia la terraza, sale el olor a café por debajo de las puertas, me dan ganas de pedir que me inviten.

Vivo al lado de los bomberos así que oigo perfectamente cuando salen, la sirena en estos días me suena a música celestial, enseguida pienso no, mejor no, no sea que hayan salido por algo grave.

Un amigo que fue operado de un tumor hace unos meses, nos ha comunicado que ha vuelto a aparecer, no sé ni que decir. Le mando abrazos y amor.

Y esta noticia llegó el viernes, que ha sido el peor día de la semana para mí. Lloré mucho, empecé a llorar de risa por algo que vi y terminé llorando como desahogo.

No estoy durmiendo bien por las noches, tengo pesadillas y desvelo. Inquietud, desasosiego, preocupación. Voy tirando de siesta, aunque anoche conseguí hacerlo, supongo que por puro cansancio.

He ido a comprar pan y me he encontrado a mi amigo Alberto en el supermercado, nos hemos sonreído mucho de la alegría y nos hemos tirado besos con las manos enguantadas, hemos quedado para desayunar de manera virtual.

No he leído ninguno de los libros que tengo apilados, tampoco me he puesto como loca a limpiar, no sigo ninguna de las consignas en ese sentido, la única novedad es que desde hace una semana veo una película cada noche, he visto una serie y he empezado a ver otra. Llevo mal hacer todo lo que dictan, así que esta es la única rebeldía que me permite la situación.

Cocino a diario, eso me gusta, aunque he de decir que no tengo más hambre de la habitual, diría que menos.

Mis amigas y amigos se ríen cuando, por vídeo llamada, me ven con los labios pintados, no he dejado de hacerlo, me visto por la mañana como si fuera a ir a trabajar, me pongo cremas, me pinto los labios y me pongo colonia. Lo dicho, no hay que perder el glamour nunca.

Todo esto carece de importancia, es una frivolidad que yo me permito como forma de resistencia. Hay muchas personas que están muriendo, que están muy enfermas, también muchas que están consiguiendo salir adelante. Cuidad mucho, cuidaos mucho, quered mucho, quereos mucho, sed personas pacientes y empáticas y reíd, reíd mucho también. Y saldremos de esta.

Espero no estar perdiendo la locura.

Pd.: Esta canción siempre me pone de buen humor,  Ain´t no Mountain High Enough









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