lunes, 17 de septiembre de 2012

No estoy segura

No estoy segura de querer vivir en un país donde la mitad de sus habitantes celebra todo lo malo que, en lo personal, le suceda a la otra mitad,  aun  siendo yo parte a veces de estos malos deseos.
No estoy segura de querer vivir en un país donde si denuncias despidos y recortes de plantillas en medios para los que trabajas o colaboras, te mandan a la calle, sin pudor y con insultos y amenazas, cercenando la libertad de expresión.
No estoy segura de querer vivir en un país en el que la gente busca comida en la basura y la comparte con quienes menos tienen, algo cada día más visible en nuestras calles. Un país en el que la solidaridad entre trabajadores no existe, porque siempre nos resulta más fácil agredir al que hace huelga que al que causa la huelga con sus desmanes.
No estoy segura de querer vivir en un país en el que miles de jóvenes no pueden terminar sus estudios, porqué las tasas han subido de precios y las mayoría de las becas se han eliminado, acabando así con la posibilidad del acceso a todos a la educación.
No estoy segura de querer vivir en un país que niega visas a estudiantes, en función de cómo sean las relaciones diplomáticas en ese momento y que intereses económicos defiendan estas, no quiero vivir en un país que olvida su historia y se echa a pelear como perros rabiosos con Latinoamérica y África, dejando solo a parte de Europa como referente vital.
No estoy segura de querer  vivir en un país  en él que me puedo encontrar sentada en autobús en el que vienen inmigrantes senegaleses hablando de sus cosas y escuchar como un españolito soberbio les llama la atención diciéndoles que en España se habla español, porqué él no sabe si están hablando de poner una bomba robar a la gente (esto es verídico, lo escuché ayer domingo cuándo venía de la playa).
No  estoy segura de querer  vivir en un país que deja desatendido a dependientes que necesitan ayudas, a mayores que pasaron toda una vida trabajando para disfrutar de su jubilación, a inmigrantes que finalmente, solo vienen a enriquecernos, económica, personal y culturalmente.
No  estoy segura de querer  vivir en un país en el que pedir disculpas solo es válido para un monarca impuesto cuya trayectoria apesta y no es válido para quien permanece de manera injusta en la cárcel, sin más delito que ejercer la libertad de expresión. No quiero vivir en un país en el que se distingue y justifica la violencia según desde el poder que se ejerza.
No estoy segura de querer  vivir en un país en el que impera la doble moral y lo correctivo, donde hombres que gobiernan se creen con derecho a decidir por las mujeres, donde una iglesia abusadora y soberbia se permite el lujo de decirnos que hacer con nuestras vidas, haciendas y cuerpos sin predicar con el ejemplo.
No estoy segura de querer  vivir en un país anestesiado, paralizado, con el miedo por ideología, junto con la resignación. No estoy segura de querer vivir en un país triste, que pone triste a gente que quiero. No estoy segura de querer vivir  en un país desesperanzado y sin libertad. No estoy segura de querer vivir en este país llamado España, porque todo esto sucede aquí.
¿Qué podemos hacer? Ni idea, no encuentro respuestas, solo se lo que no quiero, que no es poco. Se admiten sugerencias.

lunes, 10 de septiembre de 2012

En días como hoy

“Tengo un compromiso con la alegría y no pienso rendirme” Paloma Jara
En días como hoy, un lunes cualquier de septiembre, cuándo no ha pasado el mejor fin de semana de tu vida, y la noche del domingo que se hizo para dormir permaneces despierta, la vida te ofrece un mundo de contrastes.
En días como hoy, llego al trabajo, me entero que la hermana de un compañero se ha muerto, con 38 años, y que deja a un niño de 5, un horror, porque es la segunda hermana que pierde,  el horror de la injusticia de la vida con las personas, con las buenas personas.
En días como hoy, abro mi correo laboral y me encuentro con que una de las alumnas cubanas que pasó por aquí, me envía fotos de su hermoso bebe de 2 meses, Rafael Omar se llama, Vivian tuvo un embarazo difícil, del que a pesar de las dificultades para tener acceso a internet en Cuba me fue contando desde el primer momento. Ese niño va a vivir en un país en situación difícil, pero estará feliz porque sus padres lo aman y quizás algún día conozca la libertad, pero la real, no la impostada. Y es en este momento cuando recuerdo que justo hace 3 años, por estas fechas estaba volando a La Habana, al reencuentro de amigos y de la ciudad, tras muchos años de ausencia y que allí viví un milagro, sí, yo que no soy creyente, me ví envuelta en la magia del concierto Paz sin Fronteras, organizado en la Plaza de la Revolución por Juanes, había que estar allí para saber lo que significó y yo estuve. Quizás sea el mejor concierto en el que he estado en toda mi vida y he estado en algunos ya.
En días como hoy,  detrás de ese correo, viene otro, de una alumna argentina, Dania, a la que el viernes le comuniqué que su tesis había sido calificada con la nota de sobresaliente, me cuenta que recibió el correo justo cuando salía de ver la ecografía de su futuro bebe, es lo bueno que tiene trabajar en esta universidad, los alumnos que vienen, pasan 3 meses entre nosotros y ese es un tiempo para la complicidad, para el compartir, y no termina cuando se marchan, y saber que sus vidas marchan por la senda de, más o menos, la felicidad, es muy reconfortante en mitad del caos. Los últimos años han sido duros para algunos alumnos de esta universidad, que por causas naturales, climatológicas  o de violencia del ser humano, que no están entre nosotros, pero que yo siempre recuerdo.
En días como hoy, también recibo muchos correos de alumnos y alumnas que renuncian a sus plazas porque no podrán pagar la matrícula e incluso habiéndoles concedido media beca, les es imposible pagar los costos de media matrícula, de alumnos a los que el gobierno español niega la visa, sin razón aparente, o tan aparente como que no disponer de una cuenta con corriente de 3000 euros, como a si a muchos españoles nos sobrara esa cantidad.
En días como hoy, que uno de mis sobrinos no ha parado de llorar porque no quiere volver al colegio, que mis sobrinos mellizos se estrenan como proyecto de estudiantes y mi madre vuelve a dar muestras de amor incondicional, te preguntas si merece la pena estar triste. Y la respuesta es sí, porque las tristezas, como las alegrías son emociones que hay que vivirlas con intensidad para sentir que estamos vivos.
En días como hoy, la emoción debería formar parte de nuestra educación, de la sentimental y la formativa, sin recortes, sin ajustes, sin vergüenza.
En días como hoy……de vuelta.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Soy mujer

Dedicado a todas las mujeres que los que hoy dicen defender con sus políticas,  hemos sido ofendidas

Y como tal en estos día de tanto terremoto, tengo derecho a decidir sobre mi vida, sobre mi cuerpo, sobre mi cabeza, sobre mis sentimientos y sobre mis pensamientos. Por esa razón no quiero que bajo ningún concepto nadie, absolutamente nadie decida sobre mi, sobre mi cuerpo, sobre que tengo que hacer, que tengo que decir, que tengo que decidir, que tengo que pensar. Y por tener ya suficiente edad para llevar a cabo estos actos para todo esto quiero y exijo el máximo respeto sobre mis derechos y libertades. Y quiero que exista el divorcio para poder divorciarme de manera justa si eso es lo que deseo, quiero poder abortar si por cualquier circunstancia me quedo embarazada y no quiero, no puedo o simplemente no voy a tenerlo y quiero abortar en plenas condiciones legales y sanitarias, no quiero verme envuelta en una sangría como a muchas otras mujeres que conozco les ha pasado. Quiero enamorarme de un hombre o de una mujer y si cuando me enamore quiero casarme quiero hacerlo con toda la libertad y los mismo derechos y deberes que lo hacen entre hombres y mujeres, porque esos derechos también son míos, y quiero tener hijos y si uno de mis hijos necesita un hermano para salvar su vida quiero poder tenerlo sin que nadie cuestione mi decisión y la ayuda de los médicos. Quiero que si la vida para llegar a la muerte viene acompañada de una enfermedad poder elegir el cómo, cuando y donde morir con dignidad, como he querido vivir y ahorrarme dolor y ahorrárselo a los que me quieren y quiero hacerlo con los mejores medios posibles. En definitiva quiero derechos para que podamos decidir si ejercerlos o no. Porque en eso consiste la democracia, aunque haya algún poder anómalo que aún no lo ha entendido.


Pd.: Este texto lo escribí en octubre del año 2009, desafortunadamente no tengo que tocarle ni una coma, porque todo puede empeorar

sábado, 14 de enero de 2012

Gijón y Huelva

No sé si este sea el tema más apropiado para retomar mi blog, tras una larga sequía  inspiradora, pero si siento que es algo que quiero decir.  Y ese algo que quiero decir está relacionado con el cine, con festivales, con cultura, con el saber, al menos con algo que a mí me gusta mucho.
Días pasados, se anunció por parte del nuevo gobierno asturiano la destitución del director del Festival de cine de Gijón, José Luis Cienfuegos tras 16 años ejerciendo el cargo, habiendo conseguido hacer de Gijón la capital mundial del buen cine independiente, y contribuyendo a que esa ciudad fuera un lugar de encuentro de miles de personas, sumándolas a las muchas que ya generaba la ciudad con otros eventos culturales que desafortunadamente también han sido borrados del mapa.
Me viene a la mente un  momento especial de los muchos que a lo largo de los años han contribuido a que el  festival de cine de Gijón  y el festival de cine iberoamericano de Huelva, mi festival, tengan un nexo especial.  Fue el año 2007 en que  la película Luz Silenciosa, del mexicano Carlos Reygadas  se alzó en el festival onubense con el premio a la mejor película y al mejor director. Al día siguiente Reygadas partía hacía Gijón, porque ese mismo año su festival le rendía una retrospectiva-homenaje con mesas redondas y donde se proyectarían sus otros trabajos. El regocijo que sentí al ser consciente que todos lo habitantes del festival gijonés sabrían que el director mexicano llegaba premiado y reconocido del festival de Huelva, aún perdura, porque esto hacía grande a nuestro festival.
Asimismo, recuerdo otros festivales, en los que el ya mítico y añorado periodista y crítico de cine de televisión española, Antonio Gasset abandonaba nuestro festival a mitad de la semana para irse al de Gijón o bien abandonaba el de Gijón para venirse a Huelva, porque a veces los dos festivales coincidían, por momentos esto me causaba mucha rabia, hasta el momento Reygadas, en que entendía que los dos festivales eran importantes, necesarios e imprescindibles, complementario y que cada uno tiene su función y que cada uno era importante para la ciudad y sus visitantes.
Es por eso que me causa tanta tristeza  la destitución del director de ese director y el cambio de rumbo que le quieren dar a ese festival, un festival que ya era mayor de edad y caminaba solo, un festival que ya han matado casi como quien mata un hijo. Es por eso que a pesar de la crisis es tan importante mantener el festival de cine iberoamericano de Huelva, y es tan importante que se mantenga  la confianza depositada en su director Eduardo Trías, porque a los hijos hay que dejarlos crecer en libertad.
Me siento tan orgullosa de que Huelva tenga esta clase de festival que este año celebrará las 38 edición, que entiendo la desolación y la orfandad de miles de gijoneses. Ser gobernante no le da a nadie derecho a pensar por los demás, ni a decidir cambiar e imponer sus gustos por encima de los de una mayoría que responde a los eventos culturales que los hacen crecer como personas y a la ciudad en todos los sentidos.
El saber en este país no ocupaba lugar, hasta ahora. A lo que parece, feliz año nuevo sin cultura. Menos cultura, más pobres, menos libres.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Incorrección política

"La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír" George Orwell 

Ya estamos en el ecuador de la campaña, al menos lo que se entiende por campaña electoral oficial, que de la extraoficial llevamos meses y aunque la duración es de 15 días parece tan, tan larga que la sola idea que 8 días más por delante hacen que una tenga ganas de huir sin volver la vista atrás.
Y no porque los candidatos nos estén dibujando un futuro podrido, no, nada de eso, dan ganas de huir porque los hasta ahora representantes del pueblo español y aspirantes a volver a serlo se pasean por la piel de toro absolutamente ajenos a la realidad.
Todos los discursos  son,  además de ofensivos, de una baja talla intelectual como nunca hemos conocido en las historia de la democracia de este país, desde acusar a una candidata de ir de cama en cama  y llamar torpes a los votantes del Psoe (Diego Valderas de Izquierda Unida), hasta publicar un montaje donde la ministra de defensa sale con sus tetas al aire y llamar idiotas, también a los votantes del Psoe (González Pons del Partido Popular)  e incluso insinuar que una jueza, en el cumplimiento de su trabajo, tiene un romance con el alcalde de la capital de Andalucía (Alfonso Guerra del Psoe) y de aquí en más este es el tono de la campaña, como si no existieran 5 millones de desempleados, como si hubieran desaparecidos las listas de espera, como si la ley de  dependencia no estuviera paralizada, como si los trabajadores no hubieran visto recortados sus derechos para que los empresarios campen por sus respetos, como si a los pensionistas no les llegará el agua al cuello, como si la sanidad y la educación no se estuvieran deteriorando a pasos agigantados, como si la justicia no estuviera colapsada, como si no se hubiera santificado el trabajo precario, como si la gente más pobre no estuvieran siendo desahuciadas de sus casas,  como si no hubieran tomado las calles millones de personas para mostrar su indignación y rabia con la clase política y sus acciones. Como si este país no se hubiera convertido en un país triste, cabizbajo y atemorizado. Situaciones todas con visos de empeorar en caso de que sea la derecha más reaccionaria la que presida el próximo gobierno salido de las urnas.
En vista de que así está la cosa, lo ideal es no menearlo, que sí, que esto es la democracia,  callar y votar, que aquí nadie hace autocrítica, ni pide disculpas, ni explican que han hecho y porqué, ni lo que van a hacer ni porqué, tal y como decía una usuaria de twiter uno de estos días “Rajoy dice que no hará lo que ya está haciendo y Rubalcaba dice que hará lo que no está haciendo.” La mentira instaurada como discurso oficial.
Dicho esto  y siendo sincera, en este momentos las ganas que tengo de ir a votar son ningunas, repito, ningunas y me temo que lo que queda de campaña electoral no va a contribuir a motivarme. Siendo el derecho al voto uno de los que más ilusión me hace siempre ejercer.
Y no es que los candidatos sean penosos, que lo son y mucho, es que existe la evidente sensación de votar es un ejercicio que esta vez no va a servir de nada, ya van dos países lo de Europa en los que los gobernantes tienen que dimitir y son sustituidos por economistas muy conservadores y clasistas. Por la única razón de que la única ideología existente es el capitalismo salvaje, a manos de unos mercados que han encontrado en los políticos de principios del siglo XXI los mejores ejecutores de sus sueños neoliberales.
Y me avergüenza mucho que se trate de chantajear a los votantes con el cuento de que viene el coco si gobierna la derecha, esa derecha con las que todas las fuerzas políticas, todas, representadas en el parlamento han pactado y gobernado cada vez que lo han necesitado, que viene el coco cuando te privaticen los hospitales, cuando hay cientos de hospitales concertados con empresas privadas,  que viene el  coco cuando te quiten la educación pública, cuando no se construyen colegios y se conciertas con las órdenes religiosas más sectarias y así hasta llegar al escudo antimisiles, a la ocupación de Afganistán, a la barbarie Libia y por si esto fuera poco y que no va a cambiar gane quien gane, vienen Mariano y sus chicos y dicen que no quieren que los gays y lesbianas puedan casarse y que vamos a poder fumar en los bares de nuevo.
A mi, lo que de verdad me produce miedo, es que la gente sienta de verdad miedo, que la democracia sirva para seguir chantajeando, que la democracia sea solo votar y callar, que los mercados y sus cómplices políticos ejerzan una violencia sutil sin que por eso vayan a ser juzgados y encarcelados. Que el partido popular tenga la posibilidad de gobernar este país solo me produce vergüenza y mucha.
Si  a esto le añades que los políticos habla, hablan y hablan, aunque  sea sin decir nada, de escuchar ni hablamos, para ellos darle voz al pueblo es abrir las urnas cada cuatro años, el resto del tiempo nuestra única tarea consiste en pagar. El mundo se divide en dos, los que joden (unos pocos) y los que son jodidos (unos muchos) siendo en este caso el placer inexistente.
Solo un halo de esperanza me va a llevar a las urnas el próximo día 20 de noviembre, la posibilidad de que mis sobrinos vayan a crecer en un país donde la palabra terrorismo no volverá a pronunciarse  para referirse al hermoso país vasco.
Este post es un desahogo, la situación que vivimos me hace tremendamente infeliz, pero si de algo estoy absolutamente convencida es de que el futuro será los que los ciudadanos queramos que sea, mucho más allá de las urnas,  de lo contrario 21 siglos de historia no habrán servido de nada.
Mientras, haré oídos sordos la campaña, e iré a votar, porque el derecho al voto es algo que durante muchos años estuvo prohibido en nuestro país.

Pd. La mayoría de los habitantes de una ciudad sin nombre decide ejercer su derecho al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto revolucionario sea producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan.(Resúmen de Ensayo sobre la Lucidez, de José Saramago)

jueves, 27 de octubre de 2011

La banca o la vida

"Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecen entorno a los bancos privarán a la gente de toda su posesión, primero por medio de la inflación, seguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron”, Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos de América entre 1801 y 1809.
Días pasados tuve la ocasión de asistir a una charla que se impartió en Huelva sobre la alternativa de la banca ética, dicha charla la impartieron los amigos de Fiare, pero hay otras alternativas como la de Triodos Bank, y acudí movida por la curiosidad de saber si esa otra banca es posible y en un nuevo intento de intentar ser coherente con lo que pienso, con lo que predico y saber cuáles son los mecanismos para poder empezar a tomar esta alternativa financiera y ahorradora, en lugar de las entidades bancarias de toda la vida y que sorpresivamente han resultado ser las responsables de todo nuestros males.
La exposición fue muy fácil, breve y esclarecedora.  Según nos contaron, lo único que tenemos que hacer es ir a la entidad bancaria en la que tenemos depositados nuestros ahorros y preguntemos que hacen con nuestro, más allá de pagar nuestra hipoteca (mientras dura, la casa sigue siendo de la entidad) y pagar nuestros recibos (tarea que no hacen gratis, dado que nos cobran unos buenos intereses), la primera respuesta que nos darán es que tenemos que pedir una cita, la segunda será que no nos pueden dar esa información.
Ahora deberíamos preguntarnos , al menos yo lo hago ¿no pueden darme/darnos información sobre que hacen con nuestro dinero mientras no lo estamos utilizando?
Obviamente, lo están utilizando ellos, pero además son muy conscientes porque si nos dieran repuesta a la que hemos preguntado, probablemente saldríamos corriendo de dicha entidad bancaria y posiblemente sin sacar nuestro dinero, sea mucho o poco del que dispongamos.
Y no es que nos vayan a contar que se dedican a pagar buenos viajes, buenas dietas, buenos regalos, buenos sobornos  y buenas jubilaciones, no, eso es lo de menos y eso es algo que ya sabemos y de lo que todos somos conscientes y que nos mantiene bastante indignados, pero si dar ningún paso contra la entidad.
Lo que nos podrían contar y nunca harán es que , según numerosas informaciones no publicadas en la prensa empresarial, con nuestro dinero se especula en bolsa, se trafica con armas, se financia la prostitución infantil y adulta, se amparan todo tipo de abusos físicos y morales, se apoya la trata de blancas, se apoyan dictaduras que violan derechos humanos, se financian y provocan guerras, se blanquea dinero manchado de sangre y se mata a la gente de hambre en muchos lugares a sabiendas de que lo están haciendo, se compran y venden silencios y gritos  y se saben impunes. En definitiva se juega con la vida de las personas,  y lo peor es que todo esto es algo que seguro que siempre  hemos imaginado. 

A mi todo esto me produce mucho desasosiego, mucha rabia, mucha impotencia y muchas dudas, la primera es saber si estoy dispuesta a seguir tolerando este tipo de cosas, la segunda es hasta cuándo,  y la tercera es ¿cómo lo hacemos?  En las entidades bancarias hay trabajadores y trabajadoras, hombres mujeres de buena fe,  para los cuales esa es una manera decente de ganar dinero y que obviamente  no son responsables  de lo que decidan los dueños de dichas entidades, pero  ¿somos cómplices de todas estas maldades? ¿podemos y debemos seguir así? Pues yo creo que no, pero sinceramente no sé muy bien cuál es la respuesta. La alternativa puede estar en la banca ética, es una posibilidad que hay que explorar.
En la misma charla, en la que todos los asistentes eran votantes de izquierda, se nos indico que en las próximas elecciones  del día 20 de noviembre únicamente vamos a decidir el nombre del capataz, porque el dueño del cortijo va a seguir siendo el mismo. Desolador.
Pero quizás, tal vez, en algún momento, seamos capaces de entender que el 1% de la población mundial (bancos y mercado) ha declarado la guerra al resto de la humanidad y que quizás, tal vez, en algún momento debamos plantarnos y decir “con mi dinero, no”, ya sé que no es fácil, pero el pasado 15O demostramos que la respuesta en la calle a esta guerra es global y y hasta el pasado 15M, todo nos parecía imposible.

Igual deberíamos plantearnos, a modo de prueba, acercarnos hasta sus puertas un día y decirles "susto o muerte".

miércoles, 19 de octubre de 2011

Una breve historia de impotencia

Como muchos saben vivo en una planta baja, por encima de mi casa hay 3 pisos más, en uno de los terceros viven desde  hace siete u ocho años una pareja joven con dos hijos, un niño y una niña.
Desde el principio todo fueron voces, malos modos, peleas, y llantos continuos de los niños que por entonces debía tener 4 años él y 2 o 3 ella, casi a todas horas, sobre todo por las tardes noches. Como soy muy metiche, un día cansada de oír a los niños llorar me decidí a llamar a los servicios sociales, contando cómo me  preocupaba lo que me parecía una situación insostenible para esos  niños, me desgarraba el corazón escucharlos.  En asuntos sociales me dijeron que sin denuncia familiar ni escolar nada podían hacer.
Algunos días,  veía a los niños y los saludaba y les daba caramelos, con el tiempo se convirtió en una costumbre y cada vez que pasaban por la puerta de mi casa y estaba cerrada llamaban y si estaba, les abría y les daba su chuchería, mientras proseguían los gritos que se escuchaban por todo el bloque. Al principio de mudarse venían los abuelos maternos, y se llevaban a los niños a pasear, más tarde, solo llamaban al portero para que la madre los bajará hasta que finalmente los abuelos dejaron de venir.
Las voces y los llantos seguían, una noche, el vecino que vive al lado de ellos, la tuvo que llevar al hospital, ninguna sorpresa, él le había pegado tanto que casi le saca un ojo, ella pasó unos días ingresada, él fue denunciado por el hospital, detenido, juzgado y condenado a 16 meses de cárcel.
Con la tranquilidad que le daba a ella saber que su marido maltratador estaba encerrado, consiguió un trabajo, mejoró su aspecto, sus hijos empezaron a sonreír y cesaron los llantos y la vida siguió. Cuando él cumplió su condena, los compañeros de trabajo de ella, venía a buscarla y a traerla para que ella no estuviera sola, hasta sus padres empezaron a volver al piso, ella conoció a un buen hombre, que además trataba muy bien a sus hijos y parecía que había dejado atrás esa pesadilla.
Hace un par de  años, este buen hombre desapareció y a los pocos días, mi vecina volvió con su marido maltratador, al parecer ella creyó que ya no era el mismo, cosa que así parecía.
Una madrugada volvieron las discusiones y las voces y los llantos infantiles, y yo que soy muy metiche, llamé a la policía, que se presentó de inmediato, porque en cuanto  les di los datos de donde vivíamos supieron de quien se trataba, vinieron, pidieron que me identificara y subieron a la casa de mi vecina, desde mi casa apenas escuche como llamaban a la puerta del tercer piso y nada más, al poco rato bajaron, pasaron por mi casa para decirme que ella había dicho que no estaba pasando nada. A los pocos minutos puede escuchar  como él decía  “me da igual que venga la policía, no te vas a volver a salir con la tuya”.
Y, de ahí, hasta hoy, las discusiones han bajado de tono, pero se producen hasta cuándo él llama por el portero de la casa, los niños han crecido y están bastante tristes, pasan bastantes horas en la calle jugando, los padres de ella nunca volvieron, yo que soy muy educada, cuando me cruzo con él, ni lo miro, cuando van los dos juntos, solo la saludo a ella, siendo consciente de que es una víctima y una enferma, como dándole a entender que si me necesita, estoy.
Hace unos minutos, el niño ha llamado a la puerta de mi casa, venía con su bicicleta y al contrario que cuando era pequeño que me pedía caramelos, me pidió que le abriera la puerta (el portero está estropeado) que  iba a pasear  en bici, le he dicho si no era demasiado tarde para andar por la calle, que mañana tiene que ir al colegio, me ha dicho que solo un rato.
Y  es que las discusiones y las voces nunca se terminan.