domingo, 28 de junio de 2015

En nombre de Dios




"Matar en nombre de Dios, es hacer de Dios es un asesino" José Saramago

Durante el viaje que hice el año pasado a Jordania me regalaron dos rosarios musulmanes. Y no fueron un regalo porque sí. 

Uno de ellos, el amarillo, lo gané a pulso. Íbamos en el bus de un lugar a otro y el guía, de nombre Saleh, un tipo muy amable que habla muy bien el castellano nos iba explicando todo y luego nos preguntaba, si acertábamos la respuesta nos daba a elegir entre un cd de música jordana o un rosario. No puedo decir que acertara ninguna pregunta porque a menudo me distraía con el paisaje.

Pero no siempre, mientras nos explicaba lo del rezo en la mezquitas, nos contó que siempre eran los hombres lo que iban a las mismas, a rezar, a ser perdonados, a diario y que las mujeres nunca iban, que ellas podían rezar en casa. En ese momento, yo, que a veces no me paro a pensar y sin enconmendarme "ni a dios ni a diablo" como decía mi abuela, respondí: "a lo mejor es que las mujeres no tienen nada de lo que arrepentirse", todo el bus sonrío y Saleh también, luego dijo "te has ganado un regalo por peleona, me gustan las mujeres que dicen lo que piensan" y yo elegí el rosario.

El verde llegó a mis manos el penúltimo día del viaje y último que pasamos con él. Ya eramos un grupo reducido, tres parejas y yo. A cada una de las parejas les hizo un regalo; y para mi sorpresa, me entregó el rosario que durante todo el viaje había llevado en sus manos para sus rezos. Y dijo, "este mío es para ti, porque me has parecido una mujer muy valiente todo el viaje, no muchas suelen viajar a este país sola, como has hecho tú. Y aunque ya has dicho que eres atea, yo espero que Dios te proteja siempre". Y me eché a llorar de la emoción, sentí en mi corazón un agradecimiento infinito.

Y ¿por qué cuento esto ahora? Todos y todas saben que soy atea y aún así, nunca, nunca rechazo un presente que tenga que ver con la religión. En la mesilla de noche tengo hace muchos años un nuevo testamento, regalo de mi madre, que leí de principio a fin como la que leía un libro de historia. Una vez una compañera me regaló una estampa de San Judas Tadeo que anda en algún lugar de mi bolso y cuando ella me dice "yo sé que no eres creyente, pero yo siempre rezo por ti", le respondo "y me parece muy bien, todas las ayudas que vengan, son buenas". Eso por no hablar de la cantidad de bendiciones que recibo en el trabajo a través de los correos de los alumnos. Porque es el cariño que le pone al hecho lo que importa.

Por eso, los rosarios que regaló Saleh, siempre los tengo cerca. Y siempre me acuerdo de él cuando, en el nombre del Dios en el que cree Saleh, unos asesinos macabros imponen o tratan de imponer el terror. Porque la vida no es fácil para los musulmanes creyentes como él, casado con una cubana, que viste a la manera occidental y luce su rubia melena al viento. No voy a imponer a nadie mi ateísmo. Sí voy a respetar a quien siendo creyente, respeta que yo no lo sea.

Sobre todo, creo que no debemos permanecer indiferentes ante estas barbaridades, aunque no siempre sepamos muy bien como reaccionar. La mía fue viajar a un país musulmán, cuando todos decían que era una locura, si esos bárbaros ganan, nos quedaremos sin lugares que siempre soñamos visitar. Y contar que tengo dos rosarios musulmanes, a pesar de ir con las tetas al aire por la playa y de ser atea. Y la risa como defensa ante todos los integrismos. 

2 comentarios:

  1. QUE BONITO EL RESPETITO... Así me gusta, Mariví. Muy bien explicado.

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  2. QUE BONITO EL RESPETITO... Así me gusta, Mariví. Muy bien explicado.

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