jueves, 8 de octubre de 2015

Pisar las calles nuevamente

Chile (toma 8). Santiago

Ya estoy casi en la recta final del viaje. He pasado cinco días en Santiago; viniendo de una ciudad pequeña como Valdivia, o como Huelva, la capital de este país se antoja monumental, fea y áspera, no es la única ciudad que transmite eso a simple vista. Eso solo pasa si llegas un domingo gris y casi no hay nadie en la ciudad, lo mejor es que el calor lo ponen los amigos, Ana, Antonio, Álvaro y los amigos de estos, Erwyn y su esposa.

Luego una va recorriendo y visitando lugares que forman parte de nuestra memoria sentimental, que nos han hecho estremecer, que nos han hecho llorar, que nos han hecho soñar con un mundo mejor cuando este era peor. Y visitas el palacio de la moneda, y aunque está rodeado de vallas para poner distancia con los gobernados (supongo) tiene colorido porque allí finaliza la carrera de la mujer contra el cáncer. Y caminas avanzando hacia la plaza de armas y encuentras la catedral, llena de personas oyendo misa de domingo, el bonito edificio de correos, el museo histórico (con una placa que aún rinde honores a Pinochet, no preguntéis porqué) y pocas personas en la plaza pero significativas, una pequeña, muy pequeña manifestación de trans reivindicando sus derechos.

Sigues caminando y descubres lugares como The Clinic, Bellas Artes, el Cerro Santa Lucía, desde donde se ve la ciudad casi entera una vez subes al mirador. Claro que te puede pasar que subas y luego no sepas por donde bajar y bajes por un lugar por el que no subiste, y tienes que rodear todo el cerro para llegar al punto de partida donde te esperan, esa soy yo. Sigues recorriendo una ciudad vacía, y de pronto sabes que estás en el lugar donde "sigan ustedes sabiendo, que mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor" y te das cuenta que a pesar de todo, Chile es hoy un país mejor, más libre y más justo, 

Y puedes visitar la casa de la cultura de La Moneda, y ver como lugares el domingo vacío, cobran vida; la Plaza de Armas se llena de artistas que venden sus obras, de señores que juegan al ajedrez, de personas que venden cafés, jugos, ropa, libros y cualquier cosa. Y encontrar bajo la estatua de Salvador Allende un cartel escrito a mano que dice “Y la alegría ¿cuándo?”. Caminas por Providencia y da gusto verla llena de personas que van y vienen.

Y vas hasta la otra punta de la ciudad, donde hay una pequeña casa de la cultura donde exponen sus obras personas que conoces y admiras y sientes orgullo, pero es que además tienen mucha actividad cultural que envidiaría cualquier barrio. Y visitas la Chascona, que es la residencia de Pablo Neruda en la capital, donde se veló su cadáver y de donde salió muerto para ser enterrado, apenas iniciado el golpe y cuyo funeral fue la primera protesta masiva contra la dictadura que se avecinaba. Y luego vas al Barrio Bellavista y eso yo os lo mostraré en otro capítulo, es puro arte.

Y, como los chilenos son de hacer cosas a lo grande, han hecho el mirador más alto de América Latina, 331 metros hasta el cielo, 61 que en ascensor se suben en sesentas segundos y puedes llegar a creer que estás en el cielo, las vistas son sencillamente impresionantes, incluso en días muy nublados.

Otro día, desde primeras horas de la mañana, y en buena compañía, vas caminando por la ciudad hasta la estación Mapocho y visitas el mercado central, que te resulta acogedor y la vieja estación de tren ahora convertida en galería de arte, y descubres la cantina La Piojera, que la universidad Católica es un lujo de edificio, que Gabriela Mistral da nombre a un centro cultural cuyo lema es Centro de las artes, la cultura y las personas”. Comes rico en un lugar típico y subes, en funicular, al cerro de San Cristóbal, desde donde también se divisa toda la ciudad y hay una imagen gigante de la Inmaculada Concepción y un vía crucis con las cruces grafiteadas y bajas andando cuatro kilómetros que se disfrutan mucho.

¿Cómo decir que no cuando te ofrecen la posibilidad de ir a Isla Negra? No conozco a nadie que lo haga, hay que ir, no solo porque allí habitó Pablo Neruda, es que el paisaje por si solo es impresionante, el Océano pacífico en su máximo esplendor; y en el trayecto sabes que la figura del poeta está empezando a ser cuestionada, con sólidos argumentos, y eso está bien, porque nadie es perfecto y sonríes al confirmar la rivalidad con el antipoeta chileno por excelencia, el gran Nicanor Parra. Emociona visita ese lugar y negarlo sería mentir. A unos kilómetros de la casa hay un lugar que Neruda compró para convertirlo en un centro cultural que nunca ha sido llevado a cabo, el lugar es de los de quedarse a vivir.

Forman parte del paseo la playa del Algarrobo, una de las muchas playas bonitas las que existen en esta país y en las que nadie se baña, bien por aviso de peligro o porque el agua está muy fría, aún así son muy hermosas, y también los viñedos que se encuentran a lo largo de los valles.

Al final sientes que Santiago es una ciudad con alma, con muchas almas, tienes que buscarlas porque hay lugares en los que das la vuelta a la esquina y hay un café precioso, una iglesia bonita, un plaza soleada, una casa impresionante, un graffiti que te deja sin palabras, un restaurante para chuparse los dedos, una librería de precios inalcanzables, un centro cultural que te llena la memoria, un mercado que te recuerda al tuyo, una ciudad con muchos pueblos y sus habitantes, eso es lo que la convierte en cálida. No está exenta de suciedad, miseria, pobreza, destrozos, derrumbes, desahucios, predicadores y tahúres.

Eso sí, si pides un café a las doce de la mañana te miran raro, casi es la hora de almuerzo y si lo pides a las seis de la tarde, también, es la hora de cenar. Los santiaguinos son muy amables y educados, responden a todo lo que preguntas y si te los vuelves a cruzar, te preguntan si te fue bien, me pasó con un taxista. En los bares te incluyen la propina en el pago porque muchas veces esas propinas son el salario de los camareros, los bancos no dan hipotecas, hay muchos emigrantes latinoamericanos haciendo trabajos que los chilenos no quieren ¿nos suena? y muchos, muchos españoles trabajando en buenos lugares y bien remunerados.

Que no se me olvide contar que si vienes como turista y te sale un trabajo te dan el permiso para desarrollarlo enseguida, no necesitas traer visa, de lo que se deduce que el pueblo chileno si tiene memoria de cuando tuvieron que emigrar y fueron acogidos, y que buena y justa memoria. No vendría a Santiago a vivir, pero me ha encantado conocerla. Cuando sale el sol, se viene arriba.


La Moneda
La catedral
La calle
La manifestación frente a la catedral
Bares,que lugares
Centro cultural Gabriela Mistral
Presidente Allende y el reclamo
La exposición Art Toy & Design Exhibition related to Retrofuturism donde participan Teresa y Fran
La Chascona
Leerté y trucarté
La Pérgola dedicado solo a vender flores
Mercado Central
Pescadería Mercado Central
Estación de tren antigua convertida en galerías de arte
La Piojera
La Universidad Católica de Chile
Santiago desde el Cerro San Critóbal
Vía Crucis
Capitalismo
Isla Negra
Océano Pacífico
Valle de Casablanca y sus viñedos









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