jueves, 15 de octubre de 2015

Lo inesperado

Chile (toma 10). Para todas y todos que habéis seguido mis andanzas chilenas en la distancia, leyendo y mirando fotos, no sabéis lo bien que se siente el calor en la distancia, gracias, muchas gracias.

Días pasados finalicé un texto aquí diciendo que tenía un secreto y que lo contaría al volver a casa, son pequeñas historias que no esperas que sucedan y suceden formando parte de lo que llevas finalmente en la mochila, de todo se aprende.

El primer fin de semana que pasé en Valdivia tuvimos que cambiar de planes, íbamos a salir a pasear y no pudo ser, llovía como si el mundo fuera a acabarse de un momento a otro, así que cambiamos de planes; me invitaron a una parrilla (ya he contado varias veces lo mucho que comen en Chile, en los lugares que llueve, más, dado que poco se puede hacer en la calle) y acepté. Mi sorpresa es cuando me recogen en la residencia y una de las anfitrionas me dice que si yo puedo comprar la carne para la parrilla; la primera reacción es de perplejidad, si me están invitando supongo que está todo listo, no fue así, consigo reaccionar y digo que sí, me dice que ella compra el vino, cuando estamos comprando el vino me doy cuenta que al cambio en euros, el vino comprado apenas llega a los dos, yo estaba feliz, los vinos chilenos tienen buena fama y buen costo, así que rápidamente deduje que ese vino no era bueno, por lo que al llegar al lugar decidí tomar cerveza. Conseguí poner al mal tiempo buena cara y pasarlo más o menos bien, no sin entablar una pequeña discusión con uno de los anfitriones bastante machista. Sobreviví.

Luego fuimos a pasear, pero no mucho dado que el tiempo no acompañaba. Una vez de vuelta en la residencia y como parecía llover menos, salí a dar una vuelta por la fiesta de la primavera que allí se celebra y que fue corta, la lluvia arreció. Estuve un rato charlando con mi amiga Victoria, que no daba crédito a lo que le estaba contando y luego decidí leer un rato, ver la tele y acostarme mientras escuchaba la música (los valdivianos son inmunes a la lluvia y sí hay fiesta, se va); sobre las 11,30 de la noche suenan los fuegos artificiales y cuando acaban me quedo dormida pensando que todo había ido muy bien en la estancia hasta ese día, y que si tenía que pasar algo desagradable, era ese suceso y ya podía seguir tranquila.

Ingenua de mi. No ha pasado ni una hora, cuando escucho que están subiendo por unos andamios que había en el lado de mi ventana, primero pensé que estaba soñando, luego escuché voces y supe que estaba despierta. A los segundos siento y veo que abren la ventana (es de esas correderas) de la habitación, mi habitación. Me incorporo en la cama, pego un grito que fue más un alarido, agarro la ventana y la cierro de un portazo, saltando de la cama a avisar al chico responsable de la residencia, que afortunadamente estaba allí. Inmediatamente vino a la habitación, se asomó y comprobó que tres personas, dos chicos y una chica, salían corriendo de la zona de la residencia. Ni que decir tiene que yo estaba temblando como una hoja y muy asustada. Era poco lo que podía hacer, Fredy decidió cambiarme de habitación, me ofreció un té, dijo que yo era su responsabilidad, hicimos la mudanza y traté de dormir, lo que conseguí tres horas después.Mi preocupación era que se hubieran percatado que allí había una persona extranjera y que tuvieran intención de robarme, ese día o cualquier otro, no sentirme libre de entrar y salir. No fue así.

El informe que hizo Fredy, el responsable de la residencia, corrobora que no lo soñé.

Pensaba yo que bueno, que lo de la comida y el intento de entrar en la habitación si era todo lo que podía pasar y bien está lo que bien acaba. No. El lunes, volviendo de la biblioteca al lugar donde trabajaba en la universidad, tropiezo, caigo de rodillas y me hago cisco la rodilla derecha viendo las estrellas, afortunadamente nadie me vio, no por el ridículo, que también, sino que todos su hubieran preocupado y ya todos lo estaban después de lo sucedido la noche del sábado. Mejor así, conseguí reunirme con todas y todos, hacer mi exposición y al volver a la residencia toda la tensión acumulada se convirtió en dolor de rodilla, aún tengo las señales. Y pensé, aquí sí, aquí termina los desastres del viaje.

Hasta que se me ocurre decir a Fredy que si va a mandar a lavar ropa, podría enviar un par de cosas mías, me dice que va a preguntar a señor que la recoge si la puede tener el viernes por la tarde (yo me iba el sábado) y dice que sí. El resultado es que nunca volvieron mis vaqueros favoritos y una chaqueta porque el señor no solo no apareció, es que apagó el teléfono para no responder, luego supe que llegó el domingo y que ha perdido un cliente.

A esto podría añadir algunas soledades inesperadas, personas que manifestaron reiteradamente su deseo de vernos y que nunca aparecieron, como soy una superviviente, me echaba a la calle igual, finalmente cada quien sabe lo que hace. 

Mi amiga Lola comentó al leer una de las entregas si lo del secreto era un recurso literario, no era así, era prevención. No he contado esto antes por varias razones, la primera para no asustar a mi familia y a mis amigos, de saber que habían intentado entrar en la habitación (lo más delicado) mi madre, sobretodo, habría sufrido mucho y no era necesario. Ahora lo sabéis todos y todas al mismo tiempo. La segunda para no entristecerme mucho y la tercera porque estas cosas solo definen a las personas que llevan a cabo estos actos, no a su país. Lo que define a Chile es todo lo que os he contado en otras entregas. Id y lo comprobaréis.

Ahora me siento una mujer más fuerte y más cansada, con más canas y más historias para contar. Y muy contenta de haber tenido esta experiencia que ha tenido muchas cosas buenas y muy pocas malas, es lo que pasa si viajas, porque si no viajas, quizás no pasa nada.

Esta imagen es la primera que tuve en Valdivia, la pongo ahora porque no siempre la primero impresión es la que vale, son mejores las siguientes


2 comentarios:

  1. ¡Tú puedes con eso y más! Hiciste bien en no contar nada hasta llegar. Tu familia se habría preocupado y de todos modos no había nada que pudieran hacer.

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  2. ¡Tú puedes con eso y más! Hiciste bien en no contar nada hasta llegar. Tu familia se habría preocupado y de todos modos no había nada que pudieran hacer.

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