martes, 1 de diciembre de 2015

Cumplir años

“De esforzarme para ser la persona más sincera y humana posible, pero sin jamás renunciar a mí misma para buscar el aplauso del mundo” Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana.

La vida es jodida y hermosa todos los días. Un día se va una mujer joven valiente y hermosa, al día siguiente nacen Nicolás y Carla y pasado Sira. Vida que va y que viene.

Cumplir años está bien, muy bien; recibes mucho cariño en forma de felicitaciones, regalos, llamadas, mensajes. Las personas que te quieren y a las que quieres dicen palabras maravillosas que hablan de ti, aunque a ti a veces te cueste reconocerte en lo que dicen. Eso hace que me sienta afortunada y aspirante diaria a ser como los afectos me ven. Cumplir años con tanto cariño de tantos lugares es estar en el corazón de muchas personas y vivir en muchos sitios y eso me hace feliz.

Aunque cumplir años también está mal. Es duro cumplir años a partir de los cuarenta y cinco; siempre lo he dicho, hasta los cuarenta y cinco es el ascenso, a partir de los cuarenta y seis es el descenso. Dicho esto sin dramatismo, que dicen es un sentido que se gana con la edad y que yo aún no he conseguido encontrar.

Tu cuerpo ya no es el mismo, tu vitalidad tampoco es la misma, tu fuerza disminuye, empiezas a cansarte antes, necesitas dormir más, comer mejor, hacer más ejercicio, te falla la vista y tienes que aumentar las dioptrías de las gafas, de las lentillas, y a veces te da la impresión de que vas a necesitar un audífono. Pero no, esto no; no es que te vayas quedando sorda es que te has vuelto más selectiva con lo que quieres escuchar y oír. Los achaques, esto es lo que llaman achaques y sí, llegan en tromba y sin avisar.

Por no hablar de la maldita menopausia y la invisibilidad. La menopausia es un horror, hay mujeres que dicen no sentirla (mi más profunda envidia) pero a veces llega a ser insoportable y no puedes evitar que ese estado se apodere de tu cuerpo y este se convierta en un carrusel, eso sí, carente de alegrías. La invisibilidad no parte de ti, pero la sientes tú; si te gustan los hombres, como es mi caso, te vuelves invisible para el sexo opuesto o casi, también es cierto que es el sexo opuesto que te interesa el que te ignora, los hombres que te gustan, los otros te siguen mirando, pero no son los que te gustan. Esto sigue siendo muy loco en cualquier edad.

Eso sí, con los años ganas en libertad, para elegir como quieres vivir, con quienes estar, con quienes compartir, con quienes reír, con quienes llorar, con quienes callar. Y hasta quienes te van a tomar el pelo, esto es lo más fácil, puedes decidir quién te va a mentir, quien te va a engañar y que es lo que quieres comprar. Nadie está exento de equivocarse, pero poder elegir es una sensación poderosa y te ayuda a vivir mejor. Y desde mi experiencia, a partir de los cincuenta, nunca sabes que va a pasar mañana, si sabes qué deseas que pase, pero no que pasará. Y el deseo nunca se pierde, solo se selecciona.

Es por esto que voy soportando menos los mediocres lugares comunes. Y uno que se oye y se lee a todas horas es el “los treinta son los nuevos veinte, los cuarenta son los nuevos treinta, los cincuenta son los nuevos cincuenta” y ¿los cincuenta y uno? ¿Eh? ¿Qué pasa con los cincuenta y uno, con que riman? Con nada. Y otro “con lo bien que te mantienes, lo bien que vives, todo lo que ganas es para ti ¿Porqué no te haces unos arreglitos en esas arrugas del cuello? te verías mejor” y te dan ganas de responder “tú eres la que no ves bien”; porque eso sí, siempre son mujeres las que hacen esos comentarios.Nunca he ocultado mis años, así que no necesito excusas para hacerlo. Me gusta cumplir años, no me gustaría cumplir muchos y me gusta ser consciente de ellos, para lo bueno y lo malo, sin disfraces, aunque la vida sea un carnaval.

Siempre he sido muy de llevar la contraria, viene de nacimiento y no cambia con los años. Mi madre me cuenta que cuando nací (soy la primera de mis hermanos) mi padre se enfadó, quería que su primer hijo fuera varón y nació niña, así que no quiso mirarme en todo el tiempo que pasé en el hospital con mi madre, solo después de ir al registro civil a inscribirme y llegar a casa. También es cierto que a veces me siento en tierra de nadie, porque en realidad yo nací en la madrugada del 1 al 2 de diciembre de 1964 y el día 1 ha quedado, tampoco está mal, al fin y al cabo es el mismo día que nació Rosa Parks al mundo.


He recibido muchas felicitaciones llenas de cariño, esta de Intermón Oxfam me ha emocionado, con los años he aprendido el valor del amor, la solidaridad y la generosidad.

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