miércoles, 9 de diciembre de 2015

Electorerismo

La política sin pedagogía es solo propaganda y a veces dan ganas de pedir que te avisen cuando acaben los anuncios.

Nada deseo tanto el 20 de diciembre como que el partido popular pierda las elecciones. Mariano Rajoy es un mentiroso compulsivo y no quiere ni puede evitarlo, además es mala persona. Albert Rivera es un niñato, un peligro potencial, una maquina engrasada para herir a un país y no necesitamos más dolor. Pablo Iglesias es un trilero, un  filibustero como no se conoce en la izquierda desde Felipe González; soy tan o más 15M como él y no necesito que me diga qué tengo que hacer (esto último ni él, ni nadie). Pedro Sánchez está bastante buenorro. Alberto Garzón es de una solvencia intelectual que asombra y brilla entre tanta mediocridad que habita en su casa y en las otras.

Descartando el Partido Popular, Ciudadanos y Podemos por una cuestión de principios solo quedan el Psoe e Izquierda Unida. Y diréis “ay, se te ve el plumero” y yo os diré “obvio, nada me parece tan sexy como un hombre que esté buenorro y un hombre que sabe usar la palabra”. Yo nunca me he escondido, no voy a hacerlo ahora. Nos falta crítica y autocrítica y nos sobra complacencia y autocomplacencia.

Luego la realidad es otra. Las elecciones en España son una trampa, tenemos que votar a quienes queremos que trabajen por nuestra ciudad y el resultado es que estamos votando a quien va a ser presidente del gobierno y esto requiere dos elecciones, como en cualquier país de nuestro entorno. Deberíamos poder votar en unas elecciones presidenciales y en unas elecciones legislativas y así nos ahorraríamos vergüenzas como la de habernos vistos representados por semejante calamidad llamada Rajoy, como si no hubiéramos tenido bastante con el sanguinario Aznar.

Y más, porque a la hora de votar, ves a las candidatas y los candidatos que aspirar a representar a tu ciudad y solo te quedan ganas de llorar, no es posible votar directamente al candidato presidencial y como en las ciudades pequeñas nos conocemos todas y todos, cuando ves a toda clase de aspirantes te dices a ti misma “madre  mía ¿no había nadie mejor?”. Imagino que en  todas las ciudades pasará lo mismo. Y se torna difícil la elección. Me temo que a Huelva los nuevos tiempos que corren en la política han pasado de refilón, no solo en los viejos partidos, en los nuevos habitan bastantes personas que han pasado por esos mismos viejos partidos, algunas llenas de resentimiento. Y la política no es resentimiento; es oídos, valentía, compromiso, honestidad, coherencia, cercanía y humanidad.

He de confesar que tanto el Psoe como Izquierda Unida han sido siempre mis opciones de voto, una más que el otro. A veces he sufrido con esa tesitura de elegir entre lo malo y lo peor y de verdad os digo que transmitir esa sensación es un desastre para la democracia. Ninguna persona debería verse obligada a elegir entre lo malo y lo peor cuando tienes que decidir qué quieres para tu país. Nos merecemos elegir lo mejor, de lo contrario nuestra democracia siempre será un poco de mentiras.

Porque en ellos tres hay personas a las que quiero, en las que confío, que me gustan y me caen bien, deseo toda la suerte del mundo a Izquierda Unida, al Psoe y a Podemos (lo sé, otra vez me estoy pronunciando) y espero que todas las personas en edad y capacidad de hacerlo vayan a votar. No creo en el voto útil, ya lo hice y hubo traición. Creo en el voto libre. A mí nadie me va a encontrar en lo políticamente correcto ni en el pensamiento único. Yo iré y lo haré porque quiero un nuevo país para mi sobrina y mis sobrinos.

Y ya estoy completamente mojada, pero la cara no te sirve para nada si no la das. Y no hay que tener miedo, salvo a que esté país siga en manos de la derecha, porque esto, además, da mucha vergüenza.


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