Hoy he madrugado, mucho; a las siete
y cuarto de la mañana hacía 15 grados en la calle, lo sé porque pasaba por
allí, el invierno que llegó el 5 de enero ya se ha acabado. No había muchas más personas por la calle y ojalá, eso sería que van
muchas y muchos a trabajar, pero no.
He montado en el bus que me
llevaba a la universidad y como siempre hemos salido después de la hora y como
siempre enojada, que es un grado menos que enfadada. Lo explico, los autobuses
desde la estación de Huelva salen tarde porque los conductores no solo son conductores, también son los que te venden el
billete a tu destino y eso casi siempre significa retrasar la hora de salida.
Hoy estábamos listos a la hora anunciada hasta que ha llegado un chico africano
cargando maletas y ha preguntado si podíamos esperar, el conductor refunfuñando
ha dicho que no tardará mucho y mientras otro chico iba a avisar a los demás;
la verdad es que se han demorado y el conductor ha empezado a decir “si es que
con los negros no se puede, que siempre pasa igual, lo que se aguanta en este
país en ninguno”, luego ha venido un compañero a preguntar qué pasaba y se lo
ha explicado y éste ha dicho “si hombre, un negro corriendo, no te lo has
creído ni tú”.
Y es ahí cuando ya he saltado y
de manera educada le he dicho al conductor “mire usted, yo a veces tomo este bus
y si no este el que sale media hora después, casi todos los meses voy un par de
veces a Sevilla, por no contar las decenas de veces que voy a la playa en
verano y nunca, jamás el bus sale puntual; he presentado varias hojas de reclamaciones y la respuesta es siempre la
misma, no nos consta la incidencia, así que no le voy a tolerar ningún
comentario racista porque tengamos que esperar hoy cinco minutos para salir;
primero porque me parece terrible seguir siendo racista en el año que acaba de
empezar y segundo porque es muy temprano”.
Se ve que a estos señores, uno de ellos de mi pueblo, el espíritu navideño les ha durado lo justo.
Se ve que a estos señores, uno de ellos de mi pueblo, el espíritu navideño les ha durado lo justo.
Finalmente los chicos han
llegado, han guardado sus mochilas y hemos salido en dirección a Palos de la
Frontera, que es adonde se dirigen, con diez minutos de retraso. Cuando ha
hecho la primera parada, se han equivocado y se han bajado, y han preguntado al
conductor “¿esto es Palos?” les ha dicho que no y mientras los chicos volvían a
montarse ha dicho entre dientes “estos me van a dar la mañana hoy”. Al llegar a
la parada que me correspondía he deseado al conductor un buen día y he sonreído
a los africanos que han devuelto la sonrisa.
He llegado a la universidad y Juan, el cocinero me ha dado un abrazo e invitado a café, por ese orden. Luego los estudiantes de este nuevo semestre han empezado a pasar por secretaría y nos han regalado algunas chucherías de sus países. Y me he puesto de buen humor.
Para toda la semana.
He llegado a la universidad y Juan, el cocinero me ha dado un abrazo e invitado a café, por ese orden. Luego los estudiantes de este nuevo semestre han empezado a pasar por secretaría y nos han regalado algunas chucherías de sus países. Y me he puesto de buen humor.
Para toda la semana.
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