domingo, 21 de abril de 2019

Santa semana y sus cosas


La semana santa de este año ha llegado a su fin, han sido unos días primaverales y otros lluviosos y tormentosos, a veces, también por dentro.

El fin de semana lo pasé en Málaga, era una visita que tenía pendiente para conocer al hijo que una amiga tuvo en diciembre, ya era hora, sí. El viaje lo hice en blablacar, siendo el de ida a Málaga una mezcla de penitencia (como anuncio de la semana) y cine de barrio. Los chicos que llevaban el coche se pasaron casi todo el viaje viendo vídeos de salidas de cofradías y la escucha de marchas procesionales, para rematar llegando a la ciudad, con Rosalía, sí, la España más cañí posible.

Málaga estaba luminosa y llena, pasaras por donde pasaras, llena; y no me parece mal, yo misma formé parte del lleno; después de visitar el Centro de Arte Contemporáneo (uno de mis lugares favoritos de la ciudad), tomé un bus para ir hasta el Rincón de la Victoria para conocer a Aris, ver de nuevo a su hermana Sira y a sus padres, almorzamos y pasamos una tarde estupenda hasta que me llevaron de vuelta a Málaga.


El domingo amaneció luminoso y con más personas aún por las calles, así que tras desayunar fui a la búsqueda de La Tabacalera, un viejo lugar en un barrio alejado del centro y convertido en el museo del coche y en centro Colección de Arte Ruso San Petersburgo, que no conocía y que resultó una sorpresa muy agradable, dos horas pasé por esas salas para ver las exposiciones dedicadas a las mujeres desde la perspectiva de los hombres, Santas, reinas y obreras y desde la perspectiva de la mujer Libres y decisivas; un buen ejercicio visual y emocional para conocer como han sido tratadas las mujeres en Rusia (la de antes y la de ahora) en todos los ámbitos vitales.


Recomiendo mucho visitar Málaga  sus museos, los populosos y los populares, pasear por la ciudad tranquilamente observando la gran cantidad de grafitis que la convierten un lugar propicio para el arte callejero, el puerto, el paseo marítimo Antonio Machado, en definitiva, caminar y mezclarse, que es una manera de vivirla.

La vuelta a Huelva, también en blablacar, fue muy amena, con un francés muy atractivo y culto  un conductor que se pasó todo el viaje llamándome señora (que lo soy, por categoría y edad) a pesar que él mismo contaba que venía de visitar a sus nietos ¡! 

El lunes vuelta a la normalidad, visita a la biblioteca y al dentista con mi madre, salvo que cuando iba al encuentro de ella, me crucé con una señora que mareada estaba a punto de caer en la calle, me acerqué y me pidió que la ayudara a llegar a la iglesia para participar en los oficios, cuando llegamos a esta aún estaba cerrada, así que la señora, al saber que yo no soy creyente, me miró sorprendida y me preguntó si era de Huelva, supongo que ella entiende que una cosa va unida a la otra; La dejé sentada en una silla a la puerta de la iglesia y ella me dio la bendición, yo, que siempre pienso que todas las ayudas son buenas, lo agradecí.

Mi madre en el sillón de la dentista se aferró a mi mano con el terror pintado en la cara, y la entiendo.

Y como tengo amigos que a son abuelos, el martes la alegría fue conocer a Inés. Inés es la hija de Daniel y Patricia. Daniel es hijo que mis amigos Juanma y Mari Carmen y lo conozco desde que era niño, ahora ya es padre e Inés es preciosa, preciosa, nació en noviembre, apenas horas después de que su abuela paterna falleciera, así que podéis imaginar la felicidad tan grande con la que llegó bajo el brazo, crece hermosa y sociable, no extraña aunque la coja en brazos alguien que conoce, como yo, sonríe casi siempre. Comimos muy bien, como siempre con los Arazola Lucena.


El miércoles santo almorcé con mi sobrino Daniel que cumple 21 años; parece que fue ayer cuando nació, era un sábado y lloré de emoción un buen rato, era mi primer sobrino y lo esperábamos con mucha ilusión, durante su segundo año pasamos mucho tiempo juntos, yo estaba desempleada y ocupaba parte de mi tiempo con él, era un niño curioso y cariñoso; aún recuerdo su primera vez en el cine, vimos una de dinosaurios y se sentaba en el brazo de la butaca que yo ocupaba, cuando no entendía algo, me tocaba la cara y decía Tita, esto porqué y la sala estallaba en risas. Aún me pregunta a qué sobrino quiero más y yo le respondo que a él es al que más tiempo hace que quiero porque nació el primero.

Por la tarde me junté con mis amigos para tomar unas copas y unas risas, qué importantes las risas cuando son con las personas que quieres y como sanan.

También me he cortado el pelo, que es algo que suelo hacer cuando quiero soltar lastre, no ha conseguido el efecto deseado, porque el corte no es el que yo quería; hasta siete personas pasaron por mi lado en la peluquería diciendo qué pena que cortara mi melena, qué valiente dijeron otras, tiempos raros estos en los que se eleva a valentía algo tan banal como un corte de pelo. Voy a volver a la peluquería a solucionar esto. 

El resto del tiempo ha transcurrido entre descanso, lecturas, de novelas y leyes, algunas películas y series, encuentros con amigas y familia y paseos. Desde hace unos días la tristeza también pasea conmigo, no siempre, a ratos y quiero pensar que pasará de largo en algún momento, no me molesta, todas las emociones son necesarias y fingir puede resultar agotador. 

Ahora toca volver a la normalidad y esperar las vacaciones de verano, pero aún queda y yo siempre prefiero ir día a día.

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