domingo, 7 de abril de 2019

De libros y presentaciones

"Si leer no hace más feliz, sí nos hace más sensibles, respetuosos y gentiles, que no es poco", Rialto 11, de Belén Rubiano

La razón por la que leo es porque me gusta mucho; la razón por la que me gusta mucho es porque desde pequeña siempre vi a mi madre en casa con un libro en las manos, la curiosidad solo podía llevarme a saber qué hacía que una persona con tantos hijos sacara tiempo en sus quehaceres para leer; cuando en el colegio nos obligaban a leer libros en la clase de lengua, creo que era la única niña que se sentía feliz por eso, tanto que algunas compañeras decían ¿nos haces el comentario de texto?.
Apenas tenía doce años y mi madre me dijo, toma, lee este libro, El otro árbol de Guernica se llama y contaba la historia de los niños vascos que salieron después de la guerra civil española camino de Moscú, una historia terrible, dolorosa, me abrió los ojos a la realidad de la guerra y a la literatura, desde entonces no he parado.

La primera vez que presenté un libro hace muchos años me ofrecí a hacerlo, el autor, amigo mío no encontraba quien lo hiciera  como yo había leído su libro desde las galeradas, pues me pareció buena idea; de aquello aprendí que hablar en público no es lo mío, que soy más de distancias cortas y cara a cara, de lenguaje corporal y miradas, tampoco soy buena en la comunicación virtual, esto debe ser reminiscencias del siglo pasado que hay en mí, pero esa es otra historia.

Recuerdo haber comentado más de una vez como en Huelva las presentaciones de libros durante años las han hecho siempre las mismas personas, año tras año, una y otra vez; sin espacios para nadie más, hasta resultar cansino y poco atractivas esas presentaciones; y no es que quisiera hacerlo yo, yo no soy experta y siempre ha sabido perfectamente que aunque a todo el mundo le gustan las personas que dicen lo que piensan, a la hora de la verdad no resulta tan divertido cuando se trata de las instituciones públicas que pagamos todos.

Hasta que un día, en marzo de dos mil diecisiete, Enrique García Bolaño me dijo que quería hablar conmigo, cuál no sería mi sorpresa al ver que me estaba invitando a presentar su segundo libro de poesía, Señales, editado por Sitolá; aún estoy sorprendida y muy agradecida de que lo hiciera, a pesar de que le dije que yo no era lectora habitual de poesía y que era probable que a alguien no le gustara su elección. Y aunque el pudor a veces me supera, le respondí que sí, que si él pensaba que yo podía hacerlo, podía hacerlo y no se hablaba más (es lo que respondo siempre). El resto ya es historia y lo podéis leer aquí Enrique y las Señales.


Tal y como esperaba que sucediera, recibí felicitaciones por la presentación pero nadie más volvió a llamarme. Hasta que el pasado mes de septiembre, estando yo de viaje por la Toscana, mi amiga y escritora, Carmen Ramos, me manda un mensaje diciendo que tiene que hablar conmigo, desde Florencia le respondo que estoy fuera, que si es urgente, hablamos, responde que no, que ella quiere que le presente su libro de microrrelatos, Más de veinte maneras de lavarse las manos el día ocho de noviembre. Mi respuesta no podía ser otra que sí, nos conocemos desde pequeñas, después cada una siguió con su vida y fue en Facebook que nos volvimos a encontrar, ella convertida ya en una gran escritora y hasta hoy.

Si ella quería que yo lo hiciera, ahí estaría yo, intentando estar como lectora a la altura de la escritora; fue una tarde muy emotiva, con mucha complicidad, mucho cariño y muchas risas.En unos días pondré aquí la presentación de ese día, siento no haberlo hecho antes, ya sabéis que las musas me abandonaron y la pereza me pudo. A Carmen Ramos la podéis leer aquí: Poliédrica.


Y en esos días de lecturas del libro de Carmen, por sorpresa y sin esperarlo en absoluto, una gran editorial de Madrid, Editorial Impedimenta (casualmente yo estaba leyendo esos días una novela editada por ellos, La puerta de los ángeles de Penelope Fitzgerald), a través de una amiga que me recomienda, se pone en contacto conmigo para que presente, un día antes de Maneras su novela gráfica Mary, que escribió Frankestein, junto con la ilustradora Júlia Sardà en la biblioteca de Huelva; confieso que me sentí mareada, que es lo que sucede cuando no sé qué decir o cuando me emociono, o cuando pienso que algo me viene grande. Hablé con Carmen Ramos para saber si le parecía bien, pues con ella ya estaba comprometida y, generosa siempre, dijo que adelante. 

Yo no soy lectora de novela gráfica, apenas estoy empezando, y una vez que me informé, Júlia, la ilustradora (que yo desconocía y que por edad podía ser mi hija) resultó ser más conocida fuera de España que dentro; y no solo es una enorme, enorme ilustradora, es que resultó ser una mujer muy divertida y lo pasamos muy bien en el evento, una nunca deja de aprender.


El tiempo siguió pasando, la vida seguía y seguí leyendo, iba a presentaciones, veía películas y muchas otras cosas, hasta que un día del pasado mes de marzo recibí una llamada de Daniel Mantero, responsable del área de cultura de la Universidad de Huelva en la que me contaba que por fin Antonio Orejudo, que es uno de mis escritores favoritos, venía a Huelva, a Presencias Literarias (precioso nombre, por cierto) y quería que yo charlara con él y además que también venía Alejandro Palomas, que se había quedado sin presentadora y que contaba conmigo para estar con él; respondí lo de siempre, si tú quieres, ahí estaré.

Le confesé y confieso que a diferencia de Orejudo, yo no había leído nada de Alejandro Palomas, lo conocía de oídas, había ganado el último premio Nadal, pero no era un autor que formara parte de mi bagaje literario; leí una de sus novelas en menos de cuarenta y ocho horas, resultó fácil de leer, y el día correspondiente me planté en la MicroSala de la universidad que estaba completamente llena. Lo cierto es que resultó fácil, Palomas es un escritor al que le encanta hablar de él sin pudor y el público estaba entusiasmado, nivel fan, al terminar pensé prueba superada, una más. Pasados los días he comprobado que no es autor que me haya dejado huella, si un divertido recuerdo, pero no huella. 


El miércoles tres de abril tocaba, por fin, que Antonio Orejudo llegara a Huelva; ese día yo estaba nerviosa, él es un escritor de altura, un escritor al que conocí primero por sus artículos de opinión y eso me llevó a sus libros, conforme iban siendo publicados, yo los iba devorando; un día, hace años, habíamos empezado a seguirnos en la red social Twitter y en ella intercambiamos comentarios sobre sus libros y yo le contaba el efecto que me iban produciendo, si me acompañaban en algún viaje y hasta le dejaba cosas publicadas sobre él que iba encontrando. Siempre ha sido un autor que ha interactuado con sus lectores de manera agradecida y amable. Se mostró en la conversación como yo pensaba que era, un tipo normal que escribe y publica y hasta confesó la alegría que le había dado saber que yo iba a ser su interlocutora, bromeando sobre cómo nos conocimos y causándome rubor.

Antonio Orejudo, como profesor de literatura que es en la Universidad de Almería, conoce profundamente la lengua y el valor de las palabras, no escribe sencillo, escribe muy bien y sus novelas tienen todos los ingredientes para que siempre quieras que salga la siguiente; y no sólo, siempre he pensado que es uno de los hombres más atractivos y sexys del panorama literario español, algo que confirmo después de haber compartido unas horas con él. Es un escritor no soberbio, exigente consigo mismo, se demora años entre una novela y otra y no se ha hecho millonario escribiendo, hasta vive de manera más o menos coherente a como piensa. Sus novelas son historias en las que te quedarías a vivir y siempre quieres más. En la conversación que tuvimos, ante un público entregado, confesó que no tiene nada nuevo entre manos y que no sabe si volverá a escribir otra novela, yo ruego a los dioses, si existen, que esto no sea cierto.


Una de las cosas que más gracia me ha hecho de estas dos últimas presentaciones es la diferencia entre escritores con respecto a su forma de ser; mientras uno me preguntó ¿por qué no doy yo un curso de verano en tu universidad?, otro me dijo este verano voy a participar en un curso en tu universidad, dejo a vuestro criterio saber quién es quién.

De todo esto he aprendido que hay que personas, que a veces, confían más en una misma que tú, que una no sabe hasta dónde es capaz de llegar. Ha ratificado mi admiración por todas las personas que escriben y son publicadas, no es fácil, ni publicar, ni ser lo suficientemente bueno o buena para ser publicado y leído. La literatura, la buena literatura es sagrada y no todas las personas que escriben tienen capacidad para llegar a los lectores.

Como no puedo escribir tan bien como lo hacen la mayoría de las personas aquí citadas, trato de ser una buena lectora, a eso me comprometo y en eso disfruto.

Agradezco profundamente todas estas invitaciones, he sido muy feliz con ellas, me llegaron primero al corazón que a la cabeza y todas y cada una han sido un disfrute y sueños cumplidos. Estas presentaciones forman parte de una etapa que ya se cierra, no deseo convertirme en lo que al principio contaba y que me parece cuestionable, ser el perejil de todas las salsas.

Hay etapas que se cierran voluntariamente y otras que se cierran porque son más los errores que los aciertos, la felicidad de las que se cierran de manera voluntaria ayuda a cerrar las que duelen, que en la vida hay que quedarse con lo bueno y aprender de lo malo para seguir viviendo con el aprendizaje; sin olvidar que la felicidad depende muchas veces de las otras personas y los errores y aciertos los comete siempre una misma.

Ahora vuelvo a mis lecturas pausadas y a otras no tan pausadas pero igualmente importantes para vivir mejor.

Leamos, leamos siempre, porque hacerlo nos da siempre la posibilidad de conocer y vivir otras vidas, con todo lo que ello conlleva.

Pd.: siempre me propongo hacer entradas cortas y no hay manera. Suspiro.

4 comentarios:

  1. Guapaaaaaaa, eres transparente como el agua, cristalina y brillante por eso eres sirena mas que brujita. 😍

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  2. He ido a tres de esas cuatro presentaciones (a las fotos me remito). Inlcuso a la que fue tu primera vez y llegamos haciendo el gamberro jaja. Y creo que para que la literatura sea (aún más) cercana, humana y apasionante hacen falta lectoras como tú. Muacks #nadaderetirarse

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    1. Eres una fan 😂😂😂. Gracias, mi reina 😘😘💜

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