sábado, 16 de mayo de 2020

Fragilidad (semana nueve)

"Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones", Palabras para Julia, José Agustín Goytisolo

El lunes pudimos ir a ver a mi madre, mi hermano y dos de sus hijos, Daniel y Darío, no pudimos besarnos ni abrazarnos, lloré mucho cuando llegue a mi casa, sentía una sensación agridulce. Fue muy reconfortante verla, mucho. Todos los hermanos y nietos la habremos visto antes de que acabe la semana. Y lo mejor es que no hemos sido los únicos, son muchas las personas que han podido reencontrarse estos días con sus familias, cuando hemos podido movernos por nuestra provincia.

Esta semana hemos cumplido dos meses desde que se declaró el Estado de Alarma, una echa la vista hacia atrás y tienes más preguntas que respuestas, ¿cómo fue posible parar el mundo o gran parte de él?, esta una de las que me hago a menudo y me respondo, por miedo, por solidaridad, para cuidarnos entre todos, porque no hay más remedio; yo sólo puedo responder por mí y, como mucho, por mi entorno familiar, pero me lo sigo preguntando. También pienso que esta pandemia nos ha cogido con la clase política mundial más mediocre posible, y aún así, muchos están haciendo hasta lo imposible, que es lo que hay que hacer, lo otro es predicar y no dar trigo.

En estos dos meses ha habido días de no querer salir de la cama (dormir poco y mal me pasa factura física y anímicamente, cansada no soy ni buena persona), no habría hablado con nadie, no habría comido, pero todos los días he salido de la cama (casi siempre muy temprano), he hecho ejercicio, he caminado, he hablado con mi familia y amigos y he comido; sobre todo porque lo que no he querido es perder la perspectiva. 

Las personas fallecidas, las personas hospitalizadas, personas mayores viviendo solas, personan que han perdido lo poco que tenían, personas que ya no tenían nada; y aun así, el personal sanitario siempre está acompañando, en todo momento, a los muertos y a los vivos, trabajadores sociales y voluntarios de asociaciones están atendiendo a diario a quienes viven solos, a quienes necesitan alimentos, a quienes necesitan ayuda con sus hijos. Miles de personas siguen yendo a los mercados y tiendas a trabajar, al campo a recoger las cosechas, a la mar a pescar, a la carretera para transportar, miles siguen limpiando nuestras calles, nuestros colegios, nuestros hospitales, miles siguen recogiendo nuestras basuras durante el día y la noches, miles trabajan sin descanso en los cementerios, miles atienden los centros de acogida habilitados para personas que viven en la calle. Mi respeto y agradecimiento eterno, también el de miles de personas, no soy la excepción, somos millones.

También somos muchas las personas que trabajamos desde nuestras casas, no todas en las misma condiciones, yo vivo sola, así que puedo organizarme como quiera (aunque tengo mi horario), pero hay millones de personas, que están trabajando desde sus casas con sus hijos y esto ya no es tan fácil, el teletrabajo es una buena idea si se plantea bien, de no ser así, todo resulta mucho más difícil y sin embargo, me consta que se está trabajando bien.

Me quiero acordar de todas esas personas que nos traen a casa la comida, los libros, los caprichos que compramos aunque no necesitamos, los trabajadores de Correos y quienes están todo el día en la calle sobre una bicicleta.

Capítulo aparte merecen los profesores tratando de que ningún niño se quede atrás. Todas, todas las actividades que son un derecho y un servicio público están siendo atendidas, todas, a pesar de años de recortes, maltrato, precariedad. Y qué orgullo formar parte de esto, qué orgullo y qué responsabilidad, pero esto es mucho más difícil que estar todo el día vociferando, culpando a otros, poniendo palos bajo las ruedas, buscando rédito político y siendo mala persona. 

En todos los lugares, en todos los idiomas, esto que describo aquí, es a diario, en todos los lugares, en todos los idiomas, todos los días, que no se nos olvide.

En todo este tiempo yo nunca he sentido miedo, es ahora cuando empiezo a sentirlo, no sé si mucho o poco, no sé si prefiero llamarlo preocupación, pero una vez pasado la más duro de la pandemia, el futuro se ve aterrador. Nada va a ser igual y no podemos jugar a sálvese quien pueda porque eso no hablará bien de nosotros como sociedad.

Ahora que salgo a caminar por las mañanas no veo a los vecinos que veía desde la azotea, he subido un día esta semana y no estaban, supongo que ahora todos salimos a la calle, los recuerdo a menudo, me gustaría encontrarlos para saludarlos y agradecerles la compañía tantos días; en la calle y bajo las mascarillas no nos saludamos tanto; aunque ya lo veo cada vez que salgo, me cuesta hacerme a la idea de un mundo en mascarillas. A un mundo sin besos ni abrazos por el momento.

En el barrio donde vivo he visto a unos abuelos viendo a su nieta a través de una reja, he sentido tristeza, alegría y ternura al mismo tiempo; la misma nieta que un par de días antes en uno de los paseos, estaba en la ventada y me preguntó si me gustaba su falda, que la había (es)cogido ella.

En el campo de la frivolidad os tengo que contar que esta semana he ido a depilarme las cejas y a arreglarme las manos, para seguir resistiendo.

Y abrieron las librerías, que son otra forma de felicidad.

Os quiero dejar esta semana un reportaje que recoge todo lo bueno que se ha hecho estos dos meses, vale para todos los lugares, todos los idiomas y todos los días y para todas las personas que no están citadas en el mismo, es un canto a la esperanza, al trabajo bien hecho, a la profesionalidad y la bondad Con las puras manos; y un espacio realizado por unos fotógrafos en el que se recoge el trabajo de todos ellos en España desde que se declaró el Estado de Alarma el pasado 14 de marzo y en el que podemos ver lo que en el día a día, no se ve Ocho fotógrafos, un virus.

Sigamos caminando con la duda como signo de sabiduría. Quizás esta sea la entrega más personal hasta el momento, además de frágiles, yo siento que somos vulnerables y peor para quien no lo sea; ya sé que me repito en algunos pasajes, pero no quiero olvidar, no quiero perder la perspectiva. Hay que seguir cuidando, hay que seguir cuidándonos, hay que seguir haciéndolo porque es la única manera de agradecer a quienes nos cuidan y nos cuidarán, este camino es largo. Cuidados, salud, paciencia, empatía y amor.

Volviendo al principio, el poema Palabras para Julia, de José Agustín Goytislo, publicado en 1979:

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirá perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro en tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección 
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuñerdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario