sábado, 2 de mayo de 2020

Fragilidad (semana siete)

"Cuando no podemos anticipar el porvenir, nos invade la incertidumbre. Ante el estrés, hay que pensar que ocupamos el asiento del conductor", Cómo afrontar el confinamiento, publicado en El País el 29 de marzo por Luis Rojas Marcos, psiquiatra y profesor de universidad.

Me acordé esta semana de este artículo que leí en los primeros días de la cuarentena porque han sido estos siete unos días difíciles, más que los anteriores, en mi caso, pero no he sido la única en sentirse así; pesan los días, la soledad, la falta de afecto físico, la distancia de los seres queridos, el cansancio, la incertidumbre, la desinformación, la maldad.

Los niveles de maldad alcanzados por alguna gente, minoritaria pero muy ruidosa, me tienen asombrada y triste, se me hace insoportable, y mira que intento evitarlas, pero siempre se cuelan por una rendija y terminan haciendo daño y provocando miedo, hay muchas personas mayores asustadas.

Mi madre está asustada, esta semana me lo dijo y a mí eso se me hace insoportable, me cuesta pensar en perdonar a quienes están causando ese miedo a las personas que más queremos; lo haré, les perdonaré, porque somos mejores que ellas y ellos y será su Dios quien les tendrá que pedir cuentas.

También a toda esa policía que muchos llevan dentro cuando están en los balcones, qué manera de generalizar unos comportamientos perfectamente localizados, qué triste no tener una vida que vivir (tampoco en el confinamiento) y tener que estar pendiente de la de los demás. Toda esta semana he pensado que saldremos de esta sin haber aprendido nada, pero también he pensado que no quiero rodearme de gente que solo tiene certezas, que nunca se equivoca, que nunca perdona nada; quiero rodearme de buenas personas. Yo no conduzco, pero entiendo que lo que quiere decir Rojas Marcos es que tengamos empatía.

Uno de estos días decidí hacer para almorzar guisantes con jamón y huevo, se lo conté a mi madre y ella, además de explicarme como se hace de otra manera, me dice que cuando vaya a su casa me lo va a cocinar y entonces me echo a llorar; más o menos esta ha sido la tónica de la semana, llorar por cualquier cosa, no estar de muy buen humor, no querer hablar mucho, yo lo achaco al hecho de no dormir bien, eso es algo que siempre ha hecho que no me sienta buena persona, necesito dormir pocas horas pero bien dormidas y eso no está sucediendo estos días, hasta el jueves en la noche que ya por puro agotamiento dormí más horas aunque despertando varias veces. Una noche duermo bien y vuelta a empezar, paciencia.

La parte buena es que ahora mi madre en ningún  momento me dice, anda hija, que no se te cae la casa encima, ya entendéis.

Esta semana el tiempo ha mejorado mucho, sale el sol y parece que el frío se va, no sé si eso es bueno contra el virus, si lo es para los estados de ánimo.

Escribo a los alumnos que tenemos en la residencia de la universidad con la esperanza de volver a verlos pronto.

En esta semana hemos celebrado el primero de mayo, un día en el que en todos los países se honra a trabajadores y trabajadoras, por primera vez en decenas de año no ha habido manifestaciones salvo en Grecia creo haber leído, y la han hecho guardando las distancias. En lo personal se me ha hecho raro no salir a la calle ese día. Y no he dejado de acordarme de todas esas personas que están trabajando día y noche para cuidarnos desde el pasado 14 de marzo, en muchos ámbitos, en todos los lugares, en todos los idiomas. Me acuerdo también de todas esas personas que están acogidas a un expediente de regulación y de las que han perdido el empleo, empleos que ya eran precarios y mal pagados en muchos casos. 

Una vez controlado el virus y haya pocas personas contagiadas urge poner en marcha un plan de país y de mundo para que nadie quede atrás, sé que me estoy repitiendo con eso, pero esa es la realidad; es de esperar que poco a poco más personas puedan acceder a empleos. También es cierto que una vez iniciada la fase de desconfinamiento, la misma gente que lo pedía, ahora recela del plan, no tengo la menor duda de que esa gente está poniendo la economía por encima de la salud de las personas y son profundamente egoístas. Y por supuesto no tienen ni plan, ni alternativas, ni ganas de colaborar.

Mientras tanto me sigue emocionando ver personas salir curadas de los hospitales, aguantando las ganas de abrazar a sus familiares, ver al personal sanitario exhausto aplaudirles en la despedida y contándonos que ya tienen menos ingresos en los hospitales; me sigue emocionando saber de personas mayores que están solas, que no se han rendido y como se han emocionado cuando sus nietos han podido ir a visitarles y los han visto a través de las ventanas; me sigue conmoviendo la entereza con que las personas que han perdido a un familiar soportan el no poder despedirse de ellos; me sigue emocionando ver tanta bondad y generosidad en todos los lugares, en todos los idiomas.

Quiero agradecer de manera especial a todas esas mujeres y esos hombres que llevan días y noches en los laboratorios investigando sin parar para dar con una vacuna que controle el maldito coronavirus, solo la ciencia nos va a sacar de esto.

Y, a pesar de que esta entrada pueda parecer triste, esta semana he sido afortunada; el pasado domingo pude ver a mi hermano Octavio y a mi sobrino Lucas, apenas un  momento feliz; el jueves mi amiga Che vino a traerme habas enzapatás aprovechando que puede salir a caminar con su hija Carla, que además todo lo que quería era darme un beso y se me partía el alma al decirle que no, le dije que los guardaba para cuando pudiéramos besarnos. Y mi amigo Luis, también paseando con su hija pasó por mi casa, sin entrar y guardando la distancia. El viernes puede ver a Estela que me trajo unas mascarillas. Lo mejor de la semana ha sido volver a ver y a escuchar a niñas y niños en la calle,  como un adelanto de la esperanza, junto con el afecto y la compañía virtual. Hemos encontrado la manera de hablar los seis hermanos que somos juntos y eso nos hace bien.

Mi sobrina Victoria en su primer paseo fuera de casa me envía una foto del campo que estás precioso después de las últimas lluvias.

Mientras escribo esto la noticia es que 117.248 personas se han curado. Gracias a quienes están cuidándonos, sigamos cuidándoles quedándonos en casa. Cuidad a vuestro entorno y cuidaos. Sigamos con salud, paciencia empatía y amor.

Dejo aquí el artículo de Luis Rojas Marcos que cito más arriba  Cómo afrontar el confinamiento

Como sabéis algunas personas he viajado varias veces a México, y en uno de esos viajes tuve oportunidad de conocer al cantante de música popular Óscar Chávez, un hombre muy comprometido además con quienes menos tienen y que acaba de fallecer dejándonos a quienes lo admirábamos un poco más solos. 





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