miércoles, 23 de septiembre de 2015

La distancia

Chile (toma 2)

Va por el quinto día de estancia en Valdivia y aún no ha llovido, no soy la única en celebrarlo, valdivianos y valdivianas también y lo hacen como en cualquier lugar, estando en la calle más tiempo del habitual. Acaba de empezar la primavera así que hay motivos de sobra disfrutar del sol o de la no lluvia.

Valdivia es una ciudad pequeña, según me han contado los anfitriones apenas tiene cien mil habitantes (muchos menos que Huelva) y hasta donde he podido conocer hasta ahora, manejable para caminar, amable, acogedora y bonita; esto es muy importante, porque después del tiempo que paso en la universidad, algunos ratos tengo que caminar sola y prefiero hacerlo en lugares así, en los que no hay posibilidad de sentirte mal por ninguna razón que tenga que ver con la seguridad.

Y ¿qué he aprendido? Todo lo que he aprendido hasta ahora tiene que ver con el sentido del humor y con lo de no sentirse únicos en este planeta llamado tierra. Os cuento.

El sábado llegué muy cansada, tanto, que todo lo que quería era dormir y lo hice; claro que entre dormir mucho y el cambio de hora se me olvido cenar y cuando amanecí el domingo bien temprano mi objetivo era café y tostadas. Como si no hubiera salido de Huelva; y muy dispuesta salí a la calle a eso de las 9 de la mañana. Nadie en las calles, solo los barrenderos y yo. Todos los bares cerrados, y recorrí varios, sin alejarme mucho de la residencia universitaria pues no conocía; unos pasos más allá, los lugareños estaban montando el mercado fluvial, pero ni rastro de café. Estaba a punto de echarme a llorar cuando recordé que había pasado por la puerta de un hotel y se me ocurrió entrar. Efectivamente, allí servían desayunos incluso para que quienes no son clientes, casi me pongo a bailar de alegría; subí hasta el piso doce y pensando que igual no me daban los pesos que tenía para pagar, me serví un café y dos tostadas pequeñas, pedí la cuenta (si tenía bastante) y salí de allí. Por el camino descubrí un local de comidas rápidas de los que abren las 24 horas y allí si tomé un café bastante malo más tranquilamente. Al rato, pensé que al ser domingo y fiestas patrias todos duermen hasta tarde y los dueños de los bares, también.

Más tarde, fui a almorzar con algunos de los anfitriones de la universidad y luego a pasear hasta encontrar lobos marinos durmiendo y retozando, algo que disfrute como niña ¡¡nunca había visto leones marinos tan cerca!! Pasear es algo que estoy haciendo a diario, tras salir de la universidad, cada día un rincón distinto de la ciudad.

El lunes, antes de ir a la universidad, volví de nuevos mis pasos al centro de la ciudad, con la misma intención, desayunar. No había excusas, era lunes, se habían acabado las fiestas patrias, tiene que haber bares abiertos. No, el lunes después de las fiestas no es festivo, pero casi, así que la cantina que me indicaron no estaba abierta, así que esta vez fui directamente al establecimiento que abre 24 horas y tomé café con pan sin tostar. 

El martes repetí la operación temprano con el mismo resultado, los bares si abren sobre las diez u once de la mañana, así que me dirigí a otro establecimiento de comida rápida (cuyo nombre me abstendré de decir para no acabar con la poca reputación que me quede) y desayuné por fin un pan caliente.

Hoy me ha sucedido algo bonito o me lo ha parecido a mí. Mientras pedía un café en el mismo bar para desayunar la chica que me ha atendido ha dicho, usted es europea ¿verdad? le he sonreído y respondido que sí. Ha sonado muy bien eso de europea; luego ha asegurado, de España y he vuelto a responder afirmativamente. He llegado a la conclusión de que prefiero ser europea, es más ancho, más largo y mola más, aunque no sea el mejor momento para Europa.

Por cierto, para almorzar, merendar y cenar, no hay problema siempre que cenes temprano, se come rico, barato y no en lugares de comida rápida. Eso sí, vente si prejuicios ni ideas preconcebidas y deja tus costumbres españolas en España, tienes toda la vida cuando vuelvas para comer las  tostadas de toda la vida.

Volatines, los niños los hacen volar especialmente en fiestas patrias

Todo ternura el marketing de este puesto del mercado

Señor valdiviano en fiestas patrias

¡¡¡Lobos marinos!!! felices retozando y durmiendo

La mayoría de las casa de la ciudad hacen ondear este mes la bandera chilena

Casas de madera para el frío y la lluvia en toda la ciudad, esta en la parte nueva y más acomodada

Puesto de frutas en "el pueblito"

Casas de madera en zonas menos acomodadas y más viejas

"Que los sueños de la calle sean los objetivos del gobierno" pintada callejera

Mercado "el pueblito"
Mercado fluvial en Valdivia 
La Perla del Sur 

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