miércoles, 2 de septiembre de 2015

Pequeñas buenas noticias

Noelia, Tere y Sandra. Así, estos nombres no dicen nada a nadie, salvo a mí. Noelia trabaja en el bar Lizarrán del Acualon (centro comercial que fue de Huelva); Tere y Sandra son dos de las taquilleras del Cinebox situado en dicho centro comercial. ¿Y por qué las traigo aquí? Veréis.

Noelia es muy bonita, amable y sobre todo una buena trabajadora; después de muchos años hemos creado una complicidad nada habitual. Si llego al cine con el tiempo justo, al pasar por el bar la miro y me dice “te lo pongo para llevar adentro”. Si llego relajada, lo prepara mientras voy por la entrada y sonríe. Incluso algunos días me dice “hoy estás cansada, se te nota en la cara, toma un café rico”. Es magia, como el cine.

Tere y Sandra hacen de todo, venden entradas, las palomitas, los refrescos, las chucherías y adecentan las  nueve salas con que cuenta el cine. Si me ven llegar con mis sobrinos siempre dicen “filas de arriba sobre el centro”, si me ven llegar sola “arriba, esquina pared”; a veces me dan la entrada sin preguntar qué película voy a ver, ya saben cuál es la elegida. Es magia, como el cine.

Y sonríen, siempre; hasta este último mes en que la situación ha sido muy complicad, con anuncio de cierre, preaviso de despido, sin días de descanso, no han dejado de sonreír y hacer bien su trabajo.

Desde que se cerraron los cines clásicos todo lo que nos queda son las salas en los centros comerciales; en el caso de Huelva, el ya citado anteriormente murió como comercio pero siguió con las salas de cine abiertas, tres bares y un par de tiendas. Lo suficiente para resistir. No mentiré, he visto muchas películas sola, sin más espectadora-cliente que yo, a pesar de ser más barato que los nuevos cines de la ciudad, de tener mejores salas, de que está casi en el centro y no necesitas transporte para llegar, he visto muchas películas sola y no me ha importado, de hecho no me importa; pocos placeres como el de disponer de una sala de cine para una.

No me gustan los centros comerciales, me parecen lugares consagrados al consumismo inútil, sé que generan puestos de trabajo, y ya me gustaría que fueran trabajos decentes y pagados como corresponde, no lucho contra ellos; la única opción es no visitarlos y apenas lo hago. Sí visito mucho sus salas de cine.

Volviendo al principio, la pequeña buena noticia es que estos cines no van a cerrar, y quieren reconvertir el lugar donde están ubicados; ojalá. Y me alegro, me alegro mucho, por Noelia, por Tere, por Sandra, por todos sus compañeros, porque mientras lo habitual y lo cómodo es criticar que se cierre un cine y llorar la pérdida (incluso si nunca pisas una sala y te alimentas de cine pirateado), ellas han sido valientes en la resistencia; y me hace feliz haber sido parte de esa resistencia.

Os animo a ver cine. Os animo a ver cine en pantalla grande. Os animo a hacerlo en las salas que he mencionado. A resistir, porque a veces resistir, es vencer. 

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