miércoles, 18 de mayo de 2011

Frente al espejo

Tengo 46 años, a los catorce fui a mi primera manifestación, con mis padres y mis hermanos, recién estrenada la libertad en este país, aún no conocía el significado de manifestarse. A los 17, ya sabiendo bien lo que hacía,  me manifesté en contra de la decisión del primer gobierno de Felipe González de entrar en la OTAN, como finalmente sucedió. Y hasta ahora.
Desde entonces hasta aquí he salido a la calle cada vez que he considerado que había una causa justa para hacerlo, algunas veces hemos sido muchos, otras veces hemos sido menos y otras veces hemos sido solo algunos. Jamás he escondido mi ideología, soy de izquierda, sin complejos y sin matices y siempre he peleado por lo que creo. Algunas veces hasta he tenido que soportar bromas  más ó menos cariñosas sobre si no me cansaba de protestar y aunque a veces he tenido la tentación de rendirme, finalmente nunca ha sucedido, y mira que ahora me alegro.
Han sido tiempos difíciles para las protestas, porque desde hace un tiempo nos instalamos en el pensamiento de que ya estaba todo conseguido, en casi todo el mundo y en este país, con una democracia más o menos consolidada, nos acomodamos y pensábamos que así íbamos a estar siempre hasta que llegamos a la primera década del siglo XXI, y los mercados sin nombres se apropiaron de todo, de nuestras vidas, de nuestros principios y de nuestras haciendas. Y la crisis nos puso frente al espejo y al mirarnos descubrimos que no habíamos convertido en un país, en un continente y en un mundo feo y viejo y que a nuestro alrededor hay millones de personas que no viven igual de bien que nosotros.
Pero sobre todo,  que pensábamos que nos habíamos convertido en un país con más derechos, cosa que es cierta, y de pronto descubrimos que nos bajaban los salarios, que nos recortaban derechos laborales, que nos crecían los desempleados, que los banqueros mandaban, que las reformas económicas iban en dirección contraria a la sociedad y que de nuevo los ricos eran más ricos y los pobres más pobres.
Pero sobre todo descubrimos que teníamos miedo, miedo a hablar, miedo a opinar, incluso miedo a pensar, porque si lo hacíamos, perderíamos nuestro trabajo, o lo perdería nuestro padre o nuestro hermano, empezamos a hablar en susurro para ni siquiera escucharnos a nosotros. Y los medios de comunicación empezaron a callar y a obedecer. Y entonces nos dimos cuenta que existían las redes sociales y que estás servían y eran útiles  para algo más que para comentar y colgar fotos de viajes y fiestas, servían para expresarse libremente, casi siempre con respeto, pero sobre todo están sirviendo para encontrarnos, reencontrarnos, reconocernos y sumar, sumar y  sumar, hasta multiplicar.
Y de estas redes sociales salió el colectivo de indignados y de indignados pasamos a pensar, y de pensar pasamos a citarnos y cuando nos citamos salimos a la calle y cuando salimos a la calle, pensamos que era el mejor lugar para  quedarse, y cuando nos quedamos quisieron echarnos y cuando nos echaron fuimos más y cuando fuimos más,  nuestros representantes políticos que previamente habíamos votado en unas elecciones, no supieron que decir, y cuando no supieron que decir, alguno tuvo la tentación de reprimir, pero no se le puede poner puertas al campo.
Y por la simple regla de tres de que este país en los últimos años se ha convertido en un país con más derechos  que nos han hecho mejores, lo que está sucediendo desde el pasado 15 de mayo nos está haciendo grandes, por madurez y por corazón. Porqué desde  el kilómetro 0 está saliendo el Sol y ya es primavera. 
Y porqué cuanto más justos y libres seamos, otro mundo será posible.
Pd.: el próximo domingo no me quedaré en casa, iré a votar y luego me pasaré por la acampada.

jueves, 5 de mayo de 2011

Campaña y se acabó

"Democracia: doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno / predominio del pueblo en el gobierno político de un estado." Según definición de la Rae. 

O como dice el gran Ramón Lobo "empieza la nada".
Ya ha comenzado la campaña electoral y se han publicado los resultados de la últimas encuestas realizadas en todo el estado español, con el resultado más nefasto de todos los posibles para el Psoe, los regulares tirando a malos para IU y los exultantes para el pp.
Francamente que el pp vaya a arrasar a mi me produce todas las emociones posibles que van desde la sorpresa  (incompresible que ganen en tiempos de crisis, sin programa, y con una banda de corruptos muy considerables en sus listas), miedo (porqué en sus listas hay mucha gente con ideas mucho más reaccionarias y peligrosas que durante la dictadura y gente muy mala con malos principios) y desazón porqué a pesar de todo, no consigo entender como nadie puede ir a votar al pp, ojo, que ya se que todos los votos son iguales, pero ¿votar a la derecha? A mí eso se me hace un mundo, ¿Qué quieren que les diga?
Pero desde ya digo que no me voy a sentir responsable de la derrota del Psoe, ni siquiera de la poca subida de Iu, aquí ya todos somos mayores y tenemos que apechugar con las decisiones que vamos tomando y con los giros bruscos que vamos dando, en política más que nada, porque traicionar la confianza del ciudadanos debería ser pecado mortal.
No espero nada de la campaña electoral, de hecho tengo la intención de no prestarle ninguna atención, a no ser que oiga algún exabrupto, bien cierto  es que las campañas electorales no sirven para casi nada, no deciden casi  nada y no consiguen casi ningún voto, porque quienes asisten a los distintos actos son los convencidos y cuándo  salen en los informativos, de aburridos que estamos ni prestamos atención.
Las campañas electorales  solo sirven para que candidatos y candidatas se escuchen a si mismos y para no hablar de lo que realmente importa a los ciudadanos, que es la realidad diaria, que en este país cada  día está más dura, y esos mismos candidatos dan demasiadas veces la impresión de que solo están salvando su propia situación personal. Afortunadamente, la mayoría no es así, tengo amigos que son candidatos y que de verdad quieren transformar la sociedad y a quienes les va a tocar pagar los platos que otros más arriba han roto.
Ya estoy empezando a escuchar “claro que los de izquierda nos abandonan”,  “quienes no van a votar, que son de los nuestros tienen la culpa” y sobre todo la frase que más detesto “es que los de izquierdas somos muy exigentes” y ante esta ya me quedo atónita y siempre me pregunto,  y n eso ¿es malo, es una enfermedad incurable, un defecto?, porque yo pienso que en la vida hay que ser exigentes, en todos los ámbitos de la vida, porque  solo así tendremos lo mejor y seremos mejores.

Y aclaro, desde ya, que no me creo nada de lo que vayan a decir, que esta clase política necesita una renovación, que en mi ciudad votaré una opción de izquierda porque Huelva necesita un cambio con mucha urgencia,  ó de lo contrario pasará de moribunda a cadáver, y sobre todo que a partir de las elecciones municipales me niego a asumir el hecho de votar a la opción menos mala para este país, porque eso es pervertir la democracia.