lunes, 29 de junio de 2020

Las películas de mi cuarentena (VIII)

“El cine te hace estar en lugares imposibles”, Alex de la Iglesia

Y, por eso, cuando la cuarentena avanza a su final, he seguido viajando a través del cine; os voy a contar en qué lugares he estado.

Mi nombre es Baghdah (Meu nome é Bagdá, Caru Alves de Souza 2020, Brasil); Baghdah es una joven de dieciséis años, a la que le encanta el Skate y que vive en un barrio de una ciudad brasileña. Su entorno está lleno de afecto en una casa de mujeres fuertes de todo tipo y edad y que casi siempre se relaciona con chicos porque se supone que son quienes practican el deporte que a ella le gusta, su pelo corto y las sudaderas grandes no le restan un ápice de glamour ni cuando la policía los acosa. Esta es una historia maravillosa de amor, amistad y convivencia, en la que siempre hay lugar para la esperanza, la protagonista, una sorprendente Grace Orsato, hará que te enamores de ella sin remedio, es toda fortaleza, ternura, principios y personalidad. La película es una muestra de que con respeto podemos convivir juntos en cualquier circunstancia y adversidad porque cada quien pone al servicio de lo colectivo lo mejor que tiene y es.

Queen Lear (Pelin Esmer 2019, Turquía); unas mujeres campesinas de un lugar remoto en Turquía que convierten al Rey Lear en reina a través de un grupo de teatro que da otro sentido a sus vidas. Este documental lo vi todo el tiempo con sorpresa y alegría. Ver a un grupo de mujeres de distintas edades, sin formación teatral, con el rostro surcado de arrugas porque no han hecho otra cosa en su vida que trabajar en el campo, es todo un viaje. Ante los atónitos ojos de los vecinos de pueblos pequeños a los que no llega ni el agua, ellas se transforman en personajes masculinos y a los hombres en personajes femeninos, dando la vuelta a todo el estereotipo machista que podamos imaginar en el pueblo turco. Los ochenta y cuatro minutos que dura hacen las delicias de cualquier mente abierta y ávida de un descanso para el alma y el corazón.

La casa de verano (Les estivants, Valeria Bruni Tedeschi 2018, Francia); una directora de cine y su hija Anna llegan a una maravillosa casa en la Costa Azul para recuperarse de su separación matrimonial e intentar escribir el guion de su nueva película. En dicha casa se encuentra con su familia, amigos y empleados, pero nada es lo que parece. No conozco a ningún director y tampoco a ninguna directora de cine que sepa tratar el tema de la locura como enfermedad de la manera en que, también como actriz, lo hace Valeria Bruni Tedeschi; es capaz de hacer que seamos conscientes de lo dura que es y al mismo tiempo, que sintamos empatía hacia las personas enfermas, sin caer en el miedo que a veces nos causan sus actitudes, es imposible estar más locos y a la vez parecer tan cuerdos, como si nos estuvieran diciendo que es la sociedad la que no anda bien. Yo diría, sin temor a equivocarme, que es como si los protagonistas de La gran belleza hubieran decidido salir de Roma y pasar unos días en la Costa Azul mezclados con el servicio. Bien es cierto que yo tengo devoción por esta directora y actriz, capaz de abordar con resultado notable todo lo que se proponga.

Soñadores (The dreamers Bernardo Bertolucci 2003, Reino Unido); dos hermanos de una aristocrática familia se quedan solos durante el verano del 68 francés y, mientras sus padres están de vacaciones, y tras conocer a otro joven en una revuelta, deciden tener su propia revolución emocional y sexual. Honestamente he de reconocer que esta película me ha impactado más ahora que cuando la vi por primera vez, y ese impacto tiene que ver con la certeza de que la moralina que envuelve a la sociedad hoy en día, haría imposible rodar una historia así. Las personas de mi generación éramos (seguimos siendo algunas), más libres emocional y sexualmente hace veinte años de lo que ahora es la generación del siglo 21. Cierto que la historia se centra en una aristocracia rancia y alejada de la realidad, lo que hace que todo parezca sucio por perverso, como si la perversidad, en forma de experimento y disfrute, fuera solo un derecho de ricos. Una joven Eva Green haciendo una declaración de principios de lo que es capaz de hacer como actriz, en manos de un Bertolucci que se atrevió a casi todo en el cine y a quien no deberíamos juzgar con los parámetros de hoy, por nuestro bien y el de la cultura. Debajo de los adoquines no estaba la playa, pero qué bonito fue soñar.

Los informes sobre Sarah y Saleem (Muayan Alayad 2018, Palestina); una mujer israelí, un hombre palestino y la pasión, hasta que todo salta por los aires al ser descubiertos. Llegué a esta película con curiosidad y cierto temor a encontrarme una historia en tonos pastel en medio de un conflicto tan doloroso como el que hace años mantienen el estado de Israel y Palestina. Descubrí una película muy bien armada, con una dirección potente, un guión extraordinario y un elenco que funciona de manera espectacular. Todo el tiempo la historia de ellos dos está atravesada por el conflicto político, del que si no tienes idea, vas a salir con una clara, no hay matices en el desarrollo;  una guerra sucia puede saltar por encima de las pasiones y narrar también la corrupción y los manejos burdos a la hora de encontrar culpables, y salvarlos o condenarlos, en ambos bandos, lo sean o no. Destaca en ella la fortaleza y la integridad de dos mujeres (espléndidas Hanan Hillo y Sivane Kretchner), a las que la búsqueda de justicia las une irremediablemente por encima del dolor,  razas y credos, lo que hace el final más inesperado que podamos encontrar.  El director, palestino de Jerusalén, sabe bien de lo que  habla y hay que estar al pendiente pues tiene mucho que decir.

Ya no estoy aquí (Fernando Frías de la Parra 2019, México); un joven mexicano de 17 años, al que le encanta bailar cumbia con sus amigos, se ve obligado a huir de Monterrey a los Estados Unidos por las amenaza de un cártel y una vez allí intenta adaptarse sin conseguirlo, por lo que se plantea volver a su ciudad. Esta es una historia de amistad, de soledad, de migración física y sentimental, de cómo bailar es un consuelo, de cómo se construye una amistad que en algunos momentos te salva, a pesar de que ninguna de las dos personas hablan el mismo idioma y no se entienden. El director no necesita más que paisajes totalmente urbanos y un magnifico actor, Juan Daniel García, que constantemente lleva en su rostro la nostalgia por todo lo que dejó atrás, la indefensión que le causa el desarraigo y la alegría que le produce la música que le es familiar. No es una película de muchos diálogos, porque no los necesita, las imágenes y el lenguaje corporal de los actores, lo dicen todo. Es una historia que te va a acompañar por días en tu cabeza y puede que también en tu corazón.

 La cuarentena va llegando a su fin, parece que todo va mejor, ojalá que sea así. Aún nos quedan películas por y para ver. Hasta la próxima entrega. Cuidad y cuidaos, también por dentro viendo cine.

Pd.: este texto fue publicado inicialmente en Cocalecas.net La películas de mi cuarentena (VIII)

sábado, 20 de junio de 2020

Fragilidad (semana catorce)

"Caminante, son tus huellas

el camino y nada más.

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar". Antonio Machado

 

Esta ha sido la última semana que hemos vivido bajo el Estado de Alarma; curiosa paradoja que acabe justo cuando están empezando a saltar todas las alarmas por nuevos brotes de coronavirus en todo el mundo.

La vida se abre paso y trae consigo alegrías. Esta mañana muy temprano hemos recibido la noticia de que una de las alumnas, que está en la residencia universitaria del lugar donde trabajo ha sido madre de una niña, Victoria, ambas están bien. Qué experiencia dar a luz lejos de tu familia. ¡La vida se abre paso!.

Han sido estos días de ver mucho a la familia, a amigos que viven lejos y vuelven a visitar a sus familiares y de mucho trabajo. Es difícil seguir trabajando desde casa sin todos los medios disponibles, casi me he sentido desbordada y desanimada. Esperemos que eso que llaman nueva normalidad (y que yo llamo nueva realidad), llegue también a la educación en todos los niveles.

Las calles ya están ocupadas, el uso de la mascarilla casi generalizado y las distancias se guardan de manera irregular, claro que siempre nos queda parecer que vamos huyendo de un lado a otro de las aceras, a quienes nos empeñamos en guardarlas.

Puede que esta semana haya bajado el tono de crispación en la política en todas partes, pero no he estado muy pendiente, me resulta agotador. Siento que nos ha cogido la peor crisis sanitaria y económica mundial de este siglo con los peores líderes políticos al mando y eso es un desconsuelo enorme, rayando en la desesperanza.

Ha sido este un tiempo muy duro. Duro pensar en las personas fallecidas y en las personas ingresadas en hospitales en soledad, en las personas que ni siquiera llegaron a los hospitales y fallecieron casi abandonas, bien en residencias o en sus propios hogares; duro pensar en todas las vidas perdidas entre el personal sanitario entregado a su trabajo sin límites. Duro pensar en todas las personas que han perdido su trabajo y no saben cuándo podrán volver a trabajar para sacar adelante a sus familias. Duro pensar en todos esos hogares en los que los niños y jóvenes no han podido seguir con sus tareas escolares.

Ha sido duro pensar en muchos padres y muchas madres viviendo el confinamiento en soledad y no quebrándose nunca, al menos haciendo que sus hijas e hijos no lo supiéramos. 

Ha sido duro saber que ha habido mujeres asesinadas por sus maridos; que el negocio de la prostitución en su faceta más sórdida no se ha detenido; que miles de personas siguen atravesando desiertos y mares para buscar refugio y una vida mejor; que las que ya están entre nosotros siguen viviendo de manera infrahumana; que muchas otras siguen siendo asesinadas y discriminadas por su raza, sexo o condición.

Es muy duro lo que se viene económicamente, en todos los lugares y en todos los idiomas. La más cruda realidad golpea a las puertas y yo no me siento capaz de seguir viviendo como si nada hubiera sucedido, eso sería abandonar la esperanza de hacer un mundo mejor y no creo que vayamos a tener una oportunidad mejor que esta.

Mientras, la fortuna de los 23 españoles más ricos ha crecido un 16% desde el 18 de marzo, quienes más tienen no han perdido el tiempo y salen de esta situación mucho mejor, probablemente sin dar un palo al agua y sin que el futuro les quite el sueño. Las brechas se hacen más hondas y desequilibradas, demasiada injusticia.

Hay muchas heridas que cerrar, hay que seguir alerta; hay que fortalecer la sanidad pública, los servicios sociales, la educación, la investigación científica, la cultura. Hay que parar un momento, encontrar a las personas más válidas y sentarlas para diseñar el futuro más cercano que ya es presente. Se lo debemos a quienes se han ido y a quienes ya crecen. Nos lo debemos a todas y a todos. En todos los lugares, en todos los idiomas.

Porque no podemos ni debemos pensar que como nosotros lo hemos pasado ya, el resto del mundo no importa; durante estos meses se volvieron a cerrar fronteras, las misma que físicamente se van a volver a abrir, sobre todo para que entre dinero, pero son las fronteras mentales que se han creado las que hay que derribar, no podemos convertir esta pandemia y su derrota en cosa de cada uno, seamos un todo, será más fácil salir adelante, no podemos inventar otra forma de guerra, porque estas no nos llevan a ningún buen lugar.

En el lado frívolo de la balanza han estado todas esas invitaciones a participar en eventos virtuales, como si no supiéramos que hacer con el tiempo libre y la única libertad de elegir que hemos tenido ha sido no aceptarlas, quedando en algunas ocasiones mal cuando quien te ha invitado es uno de tus jefes.

Es curioso, yo me he resistido a usar toda esa nueva gama de aplicaciones que se han puesto de moda, lo que me ha convertido en alguien fuera del tiempo que vivimos. Ni siquiera he leído todos los libros que tenía pendientes y que ya son más. He visto muchas películas, pero no todas las que siguen en la lista. He confirmado en el cambio de armario por el cambio de temporada que tenemos más ropa de la que necesitamos, más zapatos de los que necesitamos y quizás más carmín del que necesitamos para resistir. Ojalá en la nueva realidad sepamos hacer de la necesidad virtud. 

Y todo lo que tenía pendiente de hacer en mi casa, lo dejo para vacaciones, porque este tiempo no lo han sido, por mucho que haya quien diga que así ha sido.

A veces pienso qué bonito ha sido cuidar y cuidarnos, lo que hicimos los dos primeros meses de confinamiento puro y duro, es un ejemplo de toda la bondad que las personas somos capaces de generar, había que hacerlo y se hizo, no lo parece, pero hemos salvado muchas vidas. Y las vidas de quienes no están no las debemos olvidar y nada mejor para hacerlas presente que seguir cuidando y cuidándonos.

Y esto me recuerda un artículo de Patricia Simón en La Marea en febrero de 2018 y que me parece absolutamente vigente y hermoso Ser buena persona no es de tontos.

Y una canción, No ha sido fácil con Haydee y Pablo Milanés. 


viernes, 19 de junio de 2020

Las películas de mi cuarentena (VII)

“Toda la gente creativa busca hacer lo inesperado”, Hedy Lamarr

Todas las películas que he visto últimamente me han gustado mucho o muchísimo, comento unas y dejo algunas para otra ocasión; qué dilema es siempre elegir historias para compartir, como la vida misma. Sigo descubriendo países con gran filmografía.

Bacarau (Kleber Mendonça Filho, Juliano Dornelles 2019, Brasil); la rocambolesca historia de un pueblo que, mientras celebra el funeral de la matriarca local, siente que empieza a desaparecer del mapa y algunos de sus habitantes asesinados. Esperaba con tantas ganas poder ver esta película que me preguntaba qué haría si no cubría mis expectativas, y claro, luego no supe qué hacer con ellas al ver que habían sido superadas, solo recomendarla mucho. Una tragicomedia con olores a realismo mágico, con un reparto espléndido, rodada en un lugar que es tan bello como árido, que sin embargo te atrapa y al finalizar todo lo que tienes es ganas de visitarlo y quedarte a vivir allí una temporada. Hay quien dice que es una distopía, yo pienso que es la constatación de una realidad, con aire de Western y Sonia Braga, que siempre mejora cualquier película incluso si ya es buena. La película se te queda en la cabeza muchos días.

Pause (Pafsi, Tonia Mishiali 2018, Chipre); una mujer casada con un hombre machista y violento que apenas la deja respirar, con una hija que vive lejos y una amiga que parece estar siempre alegre. La realidad es que para ella, su escape es imaginar una vida paralela. Si no fuera porque el machismo no entiende de fronteras, esta película resultaría un tanto divertida. La directora, en el que es su debut cinematográfico, muestra una solidez sin fisuras en lo que quiere contar, teniendo además a su disposición un elenco de actrices y actores (desconocidos en nuestros países) que parece haberse puesto con placer y confianza en sus manos. Ojalá esta película pudiera verse en muchos lugares, en todos iba a ser perfectamente entendida, y si bien el cine no sirve para educar, que al menos sirva para mostrar y concienciar. Cine chipriota que deja muy buen sabor de boca y ganas de más.

El amigo de mi hermana (Your Sister´s Sister, Lynn Shelton 2011, Estados Unidos); la típica historia de amor y amistad inquebrantable entre dos hermanas, una de ellas recién abandonada por su novia  y un amigo que acaba de perder a su hermano, así que la otra hermana le deja la llaves de su cabaña y ahí empieza el lio. Cualquiera podríamos reconocernos en esta historia de malentendidos, verdades a medias, una mala noche de borrachera con estado de ánimo precario y hacer cosas que a la mañana siguiente harán que nos queramos arrepentir, porque la confianza puede romperse y lazos sentimentales que parecían inquebrantables pueden saltar por los aires. Y sabemos que una vez estamos enojadas, lo mejor es poner distancia, pensar y volver al núcleo afectivo para, empatizando, tratar de entender, resolver y volver a la normalidad. El reparto con Emily Blunt a la cabeza, parece haber nacido para interpretar (y ser) estas personas, provocan risas, simpatías, ternura y una termina queriendo ser parte de sus vidas. La directora, Lynn Shelton, ha fallecido recientemente y sus películas y series son un buen legado para verlas y rendirle homenaje.

Parking (Tudor Giurgiu 2019, Rumania); el romance entre un ciudadano rumano, que trabaja de vigilante sin papeles para un vendedor de coches, en el que también vive, y se enamora de la cantante de un grupo a la que conoce casualmente. Con esta premisa, vemos en esta película rodada en España, una historia de inmigración ilegal, de problemas económicos, de abusos disfrazados de solidaridad, de desamor  y desesperación y de esperanza en un futuro mejor. No es fácil retratar la situación de los migrantes de países del Este en España sin caer en una mirada paternalista de las que no nos aclaran nada. Adrián, el protagonista es un hombre culto, lee, escribe, no se queja mucho, quizás porque tiene amplitud de miras, y cuando se enfrenta a su jefe siempre termina cediendo. Mihai Smarandache, el actor que le da vida, es absolutamente creíble y querible en su papel. La película se deja ver bastante bien, sin alardes, pero con la consistencia suficiente para terminar creyendo que lo que nos cuentan es la vida real.

Museo (Alonso Ruizpalacios 2018, México); el robo de piezas de arte prehispánicas en el Museo Nacional de Antropología de México (uno de los mejores del mundo) y su autoría, trae de cabeza a las autoridades del país azteca que, al descubrir que los autores son dos jóvenes sin experiencia y casi marginales, se muestran perplejos. A partir de aquí, la película nos muestra el robo, cómo se fraguó, la huida del museo y los intentos de vender el botín, aderazada en todo momento con las historias paralelas de las familias de los rateros, en una amalgama de emociones imprescindibles para saber que los llevó a tomar esa decisión. Esta historia no te da un respiro para pensar en otra cosa que en esos muchachos y su loca aventura, querrás estar allí  y no al mismo tiempo, transmite frescura, ironía, emoción, ternura y, a veces, muchas risas, ganas de bailar y de abrazar al reparto al final, por hacerte sentir parte. Si has visto Güeros, del mismo director, esta película no te va a sorprender, aunque si te va a gustar mucho y querrás que todo mundo lo sepa.

Ema (Pablo Larraín 2020, Chile); tras separarse de su marido y entregar en adopción a su hijo, que ambos habían adoptado, Ema quiere encontrar su lugar en el mundo y lo intenta de todas las maneras posibles en el amor, el trabajo, el sexo y sobre todo en el baile. No cualquier baile, el reggaetón, tan denostado como amado intelectual, moral y físicamente. Qué fácil y placentero es ver esta película en la que no está permitido despegar los ojos de la pantalla;  hay en ella una batalla generacional importante, hay una manera de ser y compartir en la que casi todo está permitido con amor y ternura, hay una rebeldía latente en cada plano, una siente que la libertad también es vivir al día. Tenemos que agradecer a su director, Pablo Larraín, el hecho de atreverse con cualquier género a la hora de contar historias, esta supone un nuevo giro en su cinematografía y sale con muy buena nota de él. Mención especial merece la actriz protagonista, Mariana Di Girolamo, es un portento de la cabeza a los pies, hasta el punto de comerse en cada plano compartido a un Gael García Bernal, interpretando a un hombre inadaptado a la nueva sociedad y que ya es un actor mayor aunque él no lo pretenda. Desde que vi esta película quiero ir a bailar con Ema y sus amigas, porque bailando el mundo se hace mejor.

Bombshell: The Hedy Lamarr Story (Alexandra Dean 2017, Estados Unidos); Hedy Lamarr más allá de una cara bonita y el cine; aquí nos cuentan la maravillosa historia de una mujer que aportó a la humanidad algo más que su belleza, su talento. Y no sólo para el cine; desarrolló un instrumento de comunicación que fue vital para la derrota del nazismo e la Segunda Guerra Mundial y muchas patentes para el ejército. Nunca apareció su nombre hasta finales de los años en que fue reconocido su enorme trabajo. El documental repasa su vida como mujer, madre, actriz e inventora y vas de sorpresa en sorpresa, fue una mujer inmensa en un tiempo pequeño para el sexo femenino. No estaba bien visto ni reconocido que una mujer pudiera ser tanto o más brillante que algunos hombres. Y qué mala prensa tenía (y tiene) una mujer libre en todos los sentidos. He visto este documental dos veces, sobre todo por el mensaje final, lo pondría íntegro aquí, mejor lo veis. Es un viaje para disfrutarlo.

Parece que la cuarentena más rigurosa va tocando a su fin en todo el mundo, eso o significa dejar de ver cine. Sigamos haciéndolo. Y cuidando y cuidándonos. Salud.

Pd.: esta entrada fue publicada inicialmente en Cocalecas.net Las películas de mi cuarentena (VII).


sábado, 13 de junio de 2020

Fragilidad (semana trece, o doce más uno, por lo de la superstición)

"En política se pueden hacer dos cosas: seguir el miedo e incentivarlo, o no temer perder apoyos haciendo lo que crees correcto. Afrontar el tema de los últimos de la tierra, de los que no votan, no aporta apoyo electoral. Pero el deber de la política no es seguir consignas de la calle, sino construir caminos que lleven a la gente a reflexionar sobre los asuntos de la acción de gobierno útil para un país que no se enfrente todo el tiempo creando heridas", Teresa Bellanova, ministra de agricultura de Italia.

Mi sobrino Lucas me acompañó el sábado pasado el mercado y me ayudó a traer la compra a casa, ya es mayor. Lo invito a desayunar y hablamos de lo que vivimos desde que empezó la cuarentena, es un niño muy lúcido, tanto que a veces parece no tener esperanza y yo no sé muy bien qué decirle.

Vamos de fase en fase sin saber muy bien al encuentro de qué. Los pájaros insisten en seguir con sus trinos a nuestro alrededor como si no quisieran abandonarnos a nuestra suerte o como si supieran algo que los humanos no sabemos. Es una extraña sensación, a veces parece como si los dos primeros meses de cuarentena no hubieran existido y otras una siente que sigue confinada interiormente y se asoma a la calle con miedo; lo reconfortante de esto es que no soy la única en sentirme así.

Somos tan egoístas a menudo que para poder seguir haciendo nuestras vidas hacemos como si nada hubiera sucedido y nos damos excusas banales: al final el virus no existe, no sabemos si es verdad, nos quieren encerrados y controlados, nos están engañando, son algunas de las lindezas que escucho de vez en cuando (cuando presto atención y abandono mi abstemia informativa). Con lo duro que ha sido esto, es y será para miles, millones de personas, en España y en el mundo, más allá de nosotros mismos. 

Hay personas que ya han podido enterrar a sus familiares después de días y hasta meses esperando, hay personas que reciben el alta médica después de pasar cincuenta o sesenta días en el hospital, algunas con terribles secuelas, el coronavirus actúa de manera diferente en cada cuerpo, por lo tanto cada recuperación también es distinta; hay personas que han podido incorporarse a sus trabajos saliendo del desempleo. Esto, después de tanta oscuridad es una pequeña luz en el día a día, un rayo de esperanza que no nos debe hacer perder el horizonte.

Yo no lo puedo evitar, pero a diario se me vienen a la mente muchas personas que lo están pasando mal y van a seguir pasándolo mal. Presinto una normalidad en la nueva realidad muy difícil.

¿Qué va a pasar ahora con toda esa gente que vivía en la calle y fueron recogidas en albergues y residencias existentes o improvisadas? ¿Volverán a las calles? ¿No hay más oportunidades? ¿No tienen derechos? ¿No viven entre nosotros? Y no sólo aquí, en todos los lugares y en todos los idiomas.

¿Qué va a pasar con todas esas mujeres que trabajaban de asistentas en casas, de manera ilegal y ahora vuelven a la misma situación, sin cobertura ni derechos? ¿Qué va a pasar con todas esas personas migrantes que han estado recogiendo la fruta de nuestros campos mientras nos cuídábamos en casa? ¿Qué va a pasar con todos los hijos de familias con pocos recursos que no han podido seguir las clases de forma virtual? ¿Qué va a pasar con todos esos estudiantes universitarios que no han tenido acceso a la docencia virtual y ahora se arriesgan a perder la beca que les permite estudiar para pensar en un futuro mejor? ¿Qué va a pasar con todas esas personas sobre cuyas casas pesa una orden de desahucio? Y no sólo aquí, en todos los lugares y en todos los idiomas.

¿Qué va a pasar con el reforzamiento de los servicios sanitarios?¿Qué va a pasar con la reindustrialización de este país? ¿Qué va a pasar con la educación, con la cultura, con el medio ambiente? ¿Qué va a pasar con las mejoras laborales y salariales de quienes durante este tiempo han estado en primera línea sin desfallecer? Aun perdiendo la vida, como en el caso del personal sanitario. ¿Qué va a pasar con un futuro que ya es presente inmediato? Y no sólo aquí, en todos los lugares y en todos los idiomas.

No lo sé y a veces siento que no va a pasar nada, que moriremos lentamente, primero por dentro y luego por fuera. No es posible que vayamos a volver a la casilla de salida en derechos tan fundamentales, no es posible que hayamos llegado al siglo 21 y parezca que queremos volver atrás. No es posible que no hayamos aprendido nada, pero así es. Todas las buenas personas que durante este tiempo han sido y son ejemplo de lo quedemos ser sociedad han quedado en la anécdota. No tenemos ningún ejemplo a seguir, no tenemos a nadie que lidere un cambio, no tenemos calma y sosiego para pensar y organizar, no tenemos tiempo para nada más que hacer oídos sordos a quienes están todo el día gritando y haciendo un ruido insoportable que además no aporta nada.

No podemos seguir instalados en la mediocridad y en la vulgaridad, y esto no tiene que ver con el dinero, tiene que ver con parar, templar, leer, entender, ir más allá del titular, de escuchar y escucharnos, de empatizar, de entender. Es insoportable que los malos vayan ganando.

El lunes volví al lugar donde trabajo, la universidad, sentí una mezcla de emoción y tristeza; emocionante fue entrar en el patio, volver a sentarme en la silla frente a la mesa que normalmente ocupo, ver a los compañeros que han seguido trabajando día a día, a algunos alumnos, desayunar en el bar de siempre, trabajar desde allí. Y tristeza por la ausencia de actividad física al ser toda virtual. Ojalá volver pronto.

Han vuelto las pesadillas, no sólo en la noche, también en las pequeñas siestas que hago para reponer fuerzas, también el cansancio.  

He visto a personas escuchando misas fuera de las iglesias guardando las filas correctamente.

Bonito ha sido ver a casi todos mis amigos, al menos los más cercanos y desayunar, pasear o cenar con ellos y compartir risas, también un poco de resaca. La vida que sigue. 

Aquí os dejo una entrevista muy interesante con la ministra cuyas palabras cito arriba La exjornalera que da voz a los invisibles en Italia. Y aquí un reportaje sobre la otra función de la sede del Parlamento Europeo   Un ‘albergue’ llamado Parlamento Europeo y que lo acerca más a la ciudadanía más vulnerable, a la que también representan.

Y una canción para los deseos de buena semana, la Sencilla alegría de Luz Casal. Sigamos cuidando y cuidándonos, esto no ha terminado.




martes, 9 de junio de 2020

Las películas de mi cuarentena (VI). Documentales

“La realidad no sólo es apasionante, es casi incontable”. Rodolfo Walsh, periodista y escritor argentino

Llamadme ingenua, pero voy de sorpresa en sorpresa; en esta entrada voy a hablar de algunos de los documentales que he podido ver en esta cuarentena. Este género no es uno que yo frecuente mucho, suelo ver los que están relacionados con asuntos que me interesan y/o me inquietan, pero no estoy segura de haberlos considerado cine. Un error que asumo. Por suerte en esta cuarentena la plataforma Filmin está acogiendo algunos de los festivales que no se han podido celebrar  y, entre ellos, el Docs Festival Barcelona entre los días 19 al 31 de mayo. Así que voy a recomendar algunos por si podéis verlos.

Forman vs Forman (Jakub Hejna, Helena Trestikova 2018, República Checa); de entrada digo que es el documental que más he disfrutado. Un repaso a la vida del director de cine Milos Forman a quien todas las personas que amamos el cine conocemos. Me gusta que está realizado a partes iguales con cabeza y corazón, narrando su dolorosa orfandad, la primera vez que fue al cine con 6 años, porqué se matriculó en la escuela de  cine, su paso por la cárcel, que le deja amistades para toda la vida. Entusiasma oírlo hablar de cómo era hacer cine en la Checoslovaquia del telón de acero, del salto a Hollywood, del exilio, de la vuelta a su país, de como estuvo años sin ver a sus hijos hasta que fue candidato al Oscar y les dieron autorización para acompañarlo, de como el cine no debe educar y si mostrar (algo que también dice Rubén Peralta, Cocalecas. Esto y muchas cosas más podréis encontrar narradas en el documental; una vez terminas de verlo, quieres volver a ver muchas de sus películas, a mí sobre todo me dieron ganas de volver a ver Ragtime, una de mis favoritas. Como dice Forman, no le gusta hablar de sí mismo, son sus historias las que hablan por él.

Advocate (Rachel Leah Jones, Philippe Bellaiche 2019, Israel); la historia de la abogada israelí Lea Tsemel que durante 50 años ha representado a presos palestinos en Israel. Esta mujer es todo lo que está bien en la vida, un espejo en el que mirarse. El documental no se anda con contemplaciones al describir las situaciones de algunos de los casos de asesinato y abuso del ejército y la policía de Israel contra palestinos, niños de 12 años, jóvenes, adultos, mujeres que han intentado suicidarse, todo lo que los distintos gobiernos israelíes consideran un ataque a una soberanía, ella, con unos principios inviolables lo considera defensa propia frente a la ocupación de gran parte de lo que las Naciones Unidas definieron como Palestina en 1947. Hay espacio para la vida familiar, conoció a su esposo en una manifestación, pasó un tiempo en la cárcel por no querer abandonarla y tanto él como sus hijos la apoyan y admiran su valor, su ausencia de miedo y su arraigado sentido de la justicia. Lea Tsemel dice en un momento “para asustar hay que usar un cuchillo grande, para matar hay otras cosas”, claro que para entender y justificar esto, hay que ver el documental. Yo diría que es imprescindible hacerlo. Mis respetos.

Overseas (Sung-a Yoon 2019, Bélgica); un doloroso retrato de cómo, en un centro de reclutamiento, entrenan a las mujeres filipinas que luego van a trabajar a países de Oriente Medio y alguna, con mucha suerte, a Singapur. Todo lo que podamos leer de la injusticia que supone trabajar en casas de familias acomodadas de esta zona del mundo,  se queda corto ante los relatos que en este documental podemos ver. Abusos sexuales, abusos laborales, retirada de pasaporte, salarios precarios, abusos físicos y mucho más, frente al dolor de abandonar a sus hijos por años en su país de origen, la traición de los familiares gastando el dinero que envían, la imposibilidad de ir al médico, de tener un descanso, de disfrutar de vacaciones, todo les es negado. La directora, que también es actriz, maneja con mucha precisión el lenguaje corporal de estas mujeres, lo que nos lleva a entenderlas perfectamente aunque no hablen, impactando mucho la profunda tristeza que habita en los ojos de todas ellas.

El gran viaje al país pequeño (Mariana Viñoles 2019, Uruguay); dos familias que salen de Siria como refugiados gracias a un acuerdo con el gobierno de Uruguay. Lo que empieza siendo una abierta esperanza a huir de los horrores de la guerra con la solidaridad gubernamental de José Mujica, se convierte en desilusión, tristeza, indignación y enfado al ver que las promesas que les hicieron no se cumplen o no como ellos esperaban; las viviendas a las que van solo va a ser sostenidas económicamente durante dos años, viven en la periferia, no hay oferta de trabajos, apenas aprender español es la única que se cumplen. Luego todo va encajando, pero el documental no te deja tomar partido por las familias más allá de los primeros minutos, el seguimiento que la cámara les hace, deja ver también las grietas en las actitudes de las personas acogidas, siempre agarradas a la tecnología móvil para poder mantener el contacto con quienes quedaron atrapados en Siria, que sigue en guerra. Contrasta la facilidad de adaptación de las mujeres a un país moderno como Uruguay, frente a la resistencia de los hombres que tienen una actitud machista para todos los ámbitos en los que habitan. Termina bien y por eso merece la pena verlo.

Vivos (Ai Weiwei 2020, Alemania); una versión muy personal del artista chino sobre la desaparición y muerte a manos del estado mexicano de los 43 estudiantes de la escuela de maestros rurales en Ayotzinapa, en el estado de Guerrero en México. El documental no cuenta nada que no sepamos por los medios de comunicación, no por eso deja de ser estremecedor ver a sus padres, hermanos, tíos y amigos, años después seguir reclamando justicia y verdad, y sus cuerpos, para poder darles un entierro digno. Personas que de pronto se  hicieron viejas por el dolor, que viven sumida en una pobreza más honda porque tener un hijo maestro era su única esperanza para una vida mejor. Enternece y sobrecoge las lágrimas en los rostros de esas mujeres y esos hombres de piel curtida de trabajar de sol a sol, que dejan ver a personas rotas por dentro. Lo que me molesta del documental, y lo hace todo el tiempo, es la sensación de que el director, Ai Weiwei, busca el lucimiento personal en lugar de ponerse al servicio de la causa, como en sus otros documentales, supongo que para algo es una estrella. En todo caso, si nos despojamos de los prejuicios, Vivos merece toda nuestra atención, para no olvidar.

Letter from Masanjia (Leon Lee 2018 Canadá); relata la famosa historia de un preso político chino que logró hacer llegar un mensaje pidiendo ayuda, desde la cárcel de Masanjia,  mediante unos complementos para la fiesta de Halloween que allí fabricaban y que una familia norteamericana encontró. Este documental combina las imágenes reales con imágenes ilustradas y la presencia constante del autor de la carta, Fu Ning, pretende ser un alegato a favor de los derechos humanos de tantas personas que están detenidas en China por motivos religiosos y es indudable que existen torturas y comportamientos aberrantes, presiones a los entornos familiares, castigos laborales, persecuciones fuera de la cárcel y, finalmente, exilios exteriores e interiores. Aunque es conmovedor, desde mi punto de vista apunta un tanto al maniqueísmo, representado en el viaje de la mujer para encontrarse con el protagonista;  una vez pasado el dolor que una primera visión causa, he echado de menos un análisis más riguroso de tan espantosa situación que persiste en ese país. Es bueno verlo para tener perspectiva.

Me he quedado con las ganas de ver también The letter, Rising from the tsunami, Zona árida, La nova escola y Salka, en la tierra de nadie, espero encontrarlos en otro lugar. Hay que trabajar, vivir y descansar.

He llegado a la conclusión de que el documental también es cine, del bueno además, que nos permite acercarnos a historias reales sin tenerlas que imaginar.

Seguimos, seguid cuidando  y cuidándoos, es lo más importante ahora. Y viendo cine.

Pd.: Esta entrada fue publicada originalmente en Cocalecas.net Las películas de mi cuarentena (VI). Documentales

sábado, 6 de junio de 2020

Fragilidad (semana doce)

"Tenemos que sacar todos nuestros arrestos éticos y morales y enfrentarnos al futuro con gallardía, porque si no mucha gente va a quedar sufriendo por el camino y a eso no hay derecho", Adela Cortina, filósofa.

Después de escribir la entrada de la semana pasada, disfruté de un rato en la playa con mi hermana Marta, mi cuñado Lolo y mi sobrino Martín.

El pasado domingo dormía en casa de mi madre, el lunes no trabajé y pasamos el tiempo juntas, caminé por mi pueblo temprano y vi a mi sobrina Victoria, que me envía fotos de todo lo que siente que es belleza y sabe que me va a gustar, también a mi sobrino Pablo.

Mi hermana Mari Carmen me ha regalado una mascarilla que me permite lucir glamour en mis salidas a la calle, no salgo mucho, pero cuando lo hago, me veo mejor.

He tenido ocasión esta semana de volver a desayunar con un par de amigas y merendar con otros de mis sobrinos; anoche salí por primera vez un rato a tomar algo con mis amigas y amigos, tenía muchas ganas de verles, la que más guapa ha salido de la fase cero, uno y dos, es Adela; pasamos un buen rato de risas, aunque debo confesar que estaba nerviosa. 

También fui a comprar bragas nuevas.

Me sorprende el ruido tras tanto silencio y me parten por la mitad mis contradicciones. 

Volvemos a la nueva realidad; que ya conté que no me gusta el término nueva normalidad, la normalidad es vivir, con elegancia y educación, a ser posible, a lo que nos enfrentamos es a una nueva realidad, absolutamente diferente a la que teníamos y a mí se me antoja que hay cosas que antes hacíamos mucho y ahora quiero hacer de otra forma, entre ellas compartir con quienes quiero mi tiempo en otros espacios. No sé, tengo que ver a qué me lleva esto, me muero por estar con mi familia y amigos, pero me aterran un poco los lugares comunes de antes, quizás tiene que ver con que todos los días nos dicen que tenemos que ser cautos, que esto no ha terminado, que hay días que hay un repunte en los ingresos hospitalarios y en las personas fallecidas. 

También es que mientras algunas personas podemos seguir con nuestra vida, cada día hay más que no pueden hacerlo, es difícil manejar esto para mí emocionalmente, pero no me gusta abstraerme de la realidad y vivir como si estuviera instalada en una burbuja. Lo he escrito en todas las entradas y quiero seguir haciéndolo, no puede ni debe quedar nadie atrás después de este tiempo, no podemos ni debemos dejar nadie atrás después de este tiempo; y ya había demasiadas personas que estaban atrás. Hemos pasado lo doloroso, ahora viene lo difícil, construir el futuro.

He hablado estos días con algunas personas que se han incorporado a sus trabajos saliendo del Erte y se debaten entre su alegría personal y de estar preocupadas por los compañeros que aún siguen ahí; me provoca ternura la solidaridad entre ellos, la alegría sincera cuando te ven llegar después de tanto tiempo y el cuidado que ponen. Esta es la parte buena, como he dicho otras veces, quien es buena persona, saldrá más buena después de esto, quien es mala, saldrá peor, a las pruebas me remito.

No consigo entender que todas las prisas hayan sido para abrir bares, restaurantes y hoteles, que me parece bien, y permanezcan cerrados colegios, institutos, universidades, bibliotecas, lo peor es que parece no haber un plan para la reapertura de estos lugares y los que hay, son un lío.

Se ha recomendado desde el Ministerio de Educación que en los colegios que haya bibliotecas y gimnasios, estos se habiliten como aulas para que el alumnado pueda estar con la distancia física correcta, entiendo que, por ahora, no hay más opción (que la hay), pero no es correcto trasmitirles a los estudiantes, de cualquier edad, la idea de que se puede prescindir de las bibliotecas y los gimnasios, ni correcto, ni bueno.

Bien es cierto que ya están abriendo los museos, centros de arte, yo misma visité ayer una pequeña exposición en Huelva, que me supo a gloria bendita, porque además lo hice en buena compañía. Ni que decir tiene que estoy loca porque abran las salas de cine, guardar la distancia en ellas nunca ha sido problema para mí. 

Hay un asunto que me vuela la cabeza y es el teletrabajo y la teledocencia, la tentación de que esta última haya venido para quedarse en nuestras vidas, me produce escalofríos, me espanta; no digo que no se haga, lo que digo es que no sea la única. El contacto humano, el conocimiento, compartir risas, hacer amistades, jugar en el patio, los primeros amores, intercambiar opiniones, mirarnos a los ojos, tomar un café, todas estas cosas y más son esenciales para crecer como personas, no podemos reducirlo todo a que la Internet funcione bien; no es esa la lectura que debemos aprender de esta experiencia. Y no sé si somos conscientes que la igualdad de oportunidades que supone la educación pública, al volverse no presencial y virtual, ha dejado de ser posible, porque en la vida real no todas las familias tienen la misma oportunidad.

En esta nueva realidad y sus contradicciones me gusta más consumir en comercios pequeños y cercanos a mi casa, han hecho un esfuerzo enorme, no han cerrado ni estado desabastecidos en todo este tiempo, bien es cierto que conozco a todas las chicas que trabajan en el super más cercano a mi casa y también compro allí. 

Me pregunto a menudo qué ha pasado con el tiempo que hemos vivido; voy a intentar hacer una lista de agradecimientos y cosas buenas que han sucedido estas semanas y son las que me han permitido (nos han permitido), mantener la esperanza en que podemos llevar a cabo un mundo mejor. Es gracias a todas esas cosas y las personas que las llevan a cabo que aquí seguimos. Han cuidado, nos han cuidado, se han cuidado, de todas las maneras imaginables y yo no las quiero olvidar, en todos los ámbitos laborales, en todos los lugares, en todos los idiomas. Lo siguen haciendo. Gracias.

Estos días el mundo parece haberse vuelto pequeño, hostil y peligroso para algunas personas en muchos sitios, cercanos y lejanos, parecemos, más que un planeta una bomba de relojería, qué desconcierto de siglo veintiuno. Cuánto dolor innecesario, evitable; cuánta insensatez, cuánta irresponsabilidad. Hagamos un mundo donde quepan muchos mundos, no existe un mandato mejor para otro mundo posible.

Es probable que lo aquí escrito no tenga mucho sentido, pero a mí me sirve de desahogo y de espacio de recuerdo y por eso me gusta compartirlo, son pequeñas notas de un cuaderno que tengo en la mesa desde que todo esto empezó. Y sé que me quedan largas (aquí debería ir un emoticono de mano en la cabeza).

Para terminar os voy a dejar algunos artículos que al leerlos me han aportado y que quizás os interesen; una entrevista con Adela Cortina “La sociedad va a cambiar radicalmente después de esta crisis” ; un texto de Isaac Rosa que explica mejor las emociones que he intentado describir más arriba No tienes "síndrome de la cabaña", es que no quieres volver a la vida de mierda  ; una historia de mi admirada Silvia Cruz Lapeña, a propósito de lo que está viviendo Estados Unidos  La historia (electoral) se repite: James Powell, el adolescente tiroteado por un policía que dio lugar a los distrubios de Harlem en 1964, en el que hay un párrafo que se me ha quedado grabado. "Pero que los políticos decidieran, aún a costa de unos votos, dialogar y dar confort a las víctimas hizo más por la paz social que amenazar a los manifestantes con despegar al ejercito, como hace Donad Trump con una biblia en la mano". Por último, esta historia maravillosa Frente al mar tras 50 días en la uci por el coronavirus.

Y, en esta semana, que he visto a muchos abuelos reencontrarse con sus nietos manteniendo las distancias y en la que nos hemos permitido algunos abrazos, una canción de Zenet, para que no olvidemos lo que han sido nuestros balcones y ventanas, la salida a la vida en medio de tanta tristeza. Sigamos teniendo salud, paciencia, empatía y amor. Sigamos cuidando y cuidándonos y así cuidar a quienes nos cuidan.





 









jueves, 4 de junio de 2020

Las películas de mi cuarentena (V). Cine africano

“Cuento las historias que me interesan”, Ava DuVernay.

Y quizás de eso se trata también, de ver historias que nos interesen. Confieso con alegría que el gran descubrimiento cinematográfico para mí este tiempo ha sido el cine africano, confieso con humildad que desconocía todo de él y  quizás deba avergonzarme de ello, pero nunca es tarde, creo que he llegado a tiempo y celebro entusiasmada esta cinematografía. Por eso, con absoluto placer os cuento algunas de las películas de distintos países de ese continente que he podido disfrutar estos días.

Rafiki (Wanuri Kahiu 2018, Kenia); la historia de dos mujeres jóvenes, una sueña con ser dotora y la otra con viajar al estranjero, hijas de distintos dirigentes políticos de Kenia, una de familia bien situada económicamente y otra de familia pobre, se conocen, se enamoran y cuando las descubren, se desata la homofobia, el escándalo, el acoso y la violencia hacia ellas. Recordemos que la homosexualidad está penalizada en la mayoría de los países de África, por lo que esta película, dirigida por una mujer, es una apuesta arriesgada y valiente; sin ser una obra maestra, su calidad no tiene nada que envidiar a cualquier historia rodada en cualquier de nuestros países. Actores y actrices buenísimos, escenarios naturales, una buena banda sonora y la certeza de que lo que nos cuenta es la realidad, la convierten en una cinta más que recomendable. La palabra rafiki significa amiga, por si fuera poco la cinta tiene el atractivo de haber sido rodada en suajill, además de en ingles.

Hyènes (Djibril Diop Mambety 1992, Senegal); la historia del regreso de Linguère Ramatou convertida en millonaria hija pródiga a Colobane, una ciudad remota en Senegal, donde el calor siempre es insoportable. Para celebrar dicha vuelta, que viene acompañada de una lluvia de millones para un lugar sumido en la pobreza,se organiza una bienvenida con toda la pompa y el boato requerido, encabezada por Draamaan, ex novio de Linguère y que además quiere ser alcalde; el drama surge cuando la señora dice que para hacer efectiva la donación quiere que su ex novio sea condenado por haberla abandonado embarazada y traer con ella hasta un nuevo magistrado para que presida el tribunal. Contando esto no estoy revelando nada. La película son dos horas de humor negro de más auténtico llenas de mujeres elegante y hombres sorprendidos, gritos, muchedumbres desatadas, mentirosos convertidos en eunucos y todas las situaciones más absurdas que puedas imaginar que harán que no puedas dejar de reír durante la duración de todo el metraje. Muy recomendable para conocer el sentido del humor senegalés.

Tilaï (Idrissa Ouedraogo 1990, Burkina Faso);  un hombre regresa a su pueblo dos años después de marcharse y encuentra que su novia ahora es una de las esposas de su padre. Al reencontrarse y descubrir que siguen enamorados, deciden volver a verse a escondidas hasta que son descubiertos y empieza la tragedia cuando encargan a su hermano que lo mate tras ser condenado por incesto. En esta historia están todas las costumbres ancestrales y patriarcales de muchos lugares de África, los matrimonios con niñas y sus consecuentes embarazos a corta edad, la poligamia, la batalla entre lo tradicional y la modernidad, el sentido de colectivo en los pueblos para lo bueno y para lo malo, la justicia tribal por encima de la justicia real. Todo rodado en un lugar en el que los paisajes también son protagonistas, sobrecoge la sequía que se adivina en los campos y la belleza de algunas de las casas, construidas de adobe y paja, en las que viven los protagonistas, que están a la altura de cualquier actriz o actor de la cinematografía occidental.

Estas tres películas citadas tienen en común haber sido exhibidas en distintas ediciones del Festival de Cannes.

Andalousie, mon amour! (Mohamed Nadj 2012, Marruecos); dos estudiantes de Casablanca, hombres jóvenes, se trasladan a un pequeño pueblo de la costa de Marruecos con la intención de embarcar y llegar a Europa, para eso contactan con un maestro de la localidad (que trapichea con drogas) y que les ayuda en el intento para mover su mercancía, con el resultado que una mala noche de mar, uno llega a la costa española sin salir del contiene africano y otro es devuelto por el mar al pueblo. A partir de ahí, la película, llena de personajes pintorescos  y a cada cual más histriónico, se culpan del fracaso de la huida que además les impide presentarse a unas elecciones municipales, mientras en la costa española las decenas de inmigrantes africanos que allí viven esperando papeles,  son engañados una y otra vez, por personajes de poca monta y situaciones  ridículas que consiguen que te rías y te eches las manos a la cabeza al mismo tiempo pensando que cómo es posible hacer una película tan mala. El mérito de esta historia está en conocer como los marroquíes son capaces de reírse de sí mismos y de quitar hierro con ternura  a algo tan difícil como es la inmigración atravesando el mar.

Lionheart (Genevieve Nnaji 2018, Nigeria);  una mujer está decidida a hacerse con las riendas de la empresa de transporte de su padre enfermo, es algo para lo que lleva trabajando mucho tiempo, el patriarca decide nombrar a su hijo, que sólo sabe vivir la vida y se enfrentan a su hija y hermana cuando esta decide acabar con la corrupción practicada desde hace años desde otro desempeño. Lo mejor de esta película es la claridad con la que se expone el machismo, la corrupción, el abuso de poder, la fuerza de la mujer para no cejar en su intento de obtener lo que piensa que le corresponde de manera honesta. La directora es también la actriz principal, lo que le garantiza el control absoluto de la historia, algo que la convierte en una pionera dentro del cine africano en el que la mujer aún encuentra muchísimas trabas. Podemos ver a una Nigeria de clase acomodada, urbanita, sofisticada, en una realidad que también existe en el país. Esta cinta se puede ver en Netflix.

Las cuatro primeras películas aquí citadas he podido verlas a través de la página del Festival de Cine Africano del que ya hablé en mi última entrega y al que siembre debemos agradecerlos las generosidad en estos tiempos pandémicos; en dicha página https://www.fcat.es/, podréis encontrar películas para ver en línea gratis y otras de pago, pero a un precio muy barato. Merecen que le echemos un vistazo.

No puedo esconder que descubrir esta cinematografía me ha hecho muy feliz, qué manera de conocer y reconocer el mucho talento que existe en un continente que a mí me queda apenas a unos kilómetros y que hasta ahora desconocía. Os invito a conocerlo, yo voy a seguir viéndolo,  si no os gusta, me disculparé.

Además he descubierto que hay, al menos, diez directoras de cine africano a las que tengo que seguir las pista, aquí están 10 directoras pioneras del cine africano

Parece que seguimos en cuarentena unos días más. Cuidemos y cuidémonos, solo así podremos superar esta situación que se hace más llevadera en brazos del séptimo arte.

Pd.: este texto fue publicado inicialmente en Cocalecas.net Las películas de mi cuarentena (V). Cine africano