sábado, 20 de junio de 2020

Fragilidad (semana catorce)

"Caminante, son tus huellas

el camino y nada más.

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar". Antonio Machado

 

Esta ha sido la última semana que hemos vivido bajo el Estado de Alarma; curiosa paradoja que acabe justo cuando están empezando a saltar todas las alarmas por nuevos brotes de coronavirus en todo el mundo.

La vida se abre paso y trae consigo alegrías. Esta mañana muy temprano hemos recibido la noticia de que una de las alumnas, que está en la residencia universitaria del lugar donde trabajo ha sido madre de una niña, Victoria, ambas están bien. Qué experiencia dar a luz lejos de tu familia. ¡La vida se abre paso!.

Han sido estos días de ver mucho a la familia, a amigos que viven lejos y vuelven a visitar a sus familiares y de mucho trabajo. Es difícil seguir trabajando desde casa sin todos los medios disponibles, casi me he sentido desbordada y desanimada. Esperemos que eso que llaman nueva normalidad (y que yo llamo nueva realidad), llegue también a la educación en todos los niveles.

Las calles ya están ocupadas, el uso de la mascarilla casi generalizado y las distancias se guardan de manera irregular, claro que siempre nos queda parecer que vamos huyendo de un lado a otro de las aceras, a quienes nos empeñamos en guardarlas.

Puede que esta semana haya bajado el tono de crispación en la política en todas partes, pero no he estado muy pendiente, me resulta agotador. Siento que nos ha cogido la peor crisis sanitaria y económica mundial de este siglo con los peores líderes políticos al mando y eso es un desconsuelo enorme, rayando en la desesperanza.

Ha sido este un tiempo muy duro. Duro pensar en las personas fallecidas y en las personas ingresadas en hospitales en soledad, en las personas que ni siquiera llegaron a los hospitales y fallecieron casi abandonas, bien en residencias o en sus propios hogares; duro pensar en todas las vidas perdidas entre el personal sanitario entregado a su trabajo sin límites. Duro pensar en todas las personas que han perdido su trabajo y no saben cuándo podrán volver a trabajar para sacar adelante a sus familias. Duro pensar en todos esos hogares en los que los niños y jóvenes no han podido seguir con sus tareas escolares.

Ha sido duro pensar en muchos padres y muchas madres viviendo el confinamiento en soledad y no quebrándose nunca, al menos haciendo que sus hijas e hijos no lo supiéramos. 

Ha sido duro saber que ha habido mujeres asesinadas por sus maridos; que el negocio de la prostitución en su faceta más sórdida no se ha detenido; que miles de personas siguen atravesando desiertos y mares para buscar refugio y una vida mejor; que las que ya están entre nosotros siguen viviendo de manera infrahumana; que muchas otras siguen siendo asesinadas y discriminadas por su raza, sexo o condición.

Es muy duro lo que se viene económicamente, en todos los lugares y en todos los idiomas. La más cruda realidad golpea a las puertas y yo no me siento capaz de seguir viviendo como si nada hubiera sucedido, eso sería abandonar la esperanza de hacer un mundo mejor y no creo que vayamos a tener una oportunidad mejor que esta.

Mientras, la fortuna de los 23 españoles más ricos ha crecido un 16% desde el 18 de marzo, quienes más tienen no han perdido el tiempo y salen de esta situación mucho mejor, probablemente sin dar un palo al agua y sin que el futuro les quite el sueño. Las brechas se hacen más hondas y desequilibradas, demasiada injusticia.

Hay muchas heridas que cerrar, hay que seguir alerta; hay que fortalecer la sanidad pública, los servicios sociales, la educación, la investigación científica, la cultura. Hay que parar un momento, encontrar a las personas más válidas y sentarlas para diseñar el futuro más cercano que ya es presente. Se lo debemos a quienes se han ido y a quienes ya crecen. Nos lo debemos a todas y a todos. En todos los lugares, en todos los idiomas.

Porque no podemos ni debemos pensar que como nosotros lo hemos pasado ya, el resto del mundo no importa; durante estos meses se volvieron a cerrar fronteras, las misma que físicamente se van a volver a abrir, sobre todo para que entre dinero, pero son las fronteras mentales que se han creado las que hay que derribar, no podemos convertir esta pandemia y su derrota en cosa de cada uno, seamos un todo, será más fácil salir adelante, no podemos inventar otra forma de guerra, porque estas no nos llevan a ningún buen lugar.

En el lado frívolo de la balanza han estado todas esas invitaciones a participar en eventos virtuales, como si no supiéramos que hacer con el tiempo libre y la única libertad de elegir que hemos tenido ha sido no aceptarlas, quedando en algunas ocasiones mal cuando quien te ha invitado es uno de tus jefes.

Es curioso, yo me he resistido a usar toda esa nueva gama de aplicaciones que se han puesto de moda, lo que me ha convertido en alguien fuera del tiempo que vivimos. Ni siquiera he leído todos los libros que tenía pendientes y que ya son más. He visto muchas películas, pero no todas las que siguen en la lista. He confirmado en el cambio de armario por el cambio de temporada que tenemos más ropa de la que necesitamos, más zapatos de los que necesitamos y quizás más carmín del que necesitamos para resistir. Ojalá en la nueva realidad sepamos hacer de la necesidad virtud. 

Y todo lo que tenía pendiente de hacer en mi casa, lo dejo para vacaciones, porque este tiempo no lo han sido, por mucho que haya quien diga que así ha sido.

A veces pienso qué bonito ha sido cuidar y cuidarnos, lo que hicimos los dos primeros meses de confinamiento puro y duro, es un ejemplo de toda la bondad que las personas somos capaces de generar, había que hacerlo y se hizo, no lo parece, pero hemos salvado muchas vidas. Y las vidas de quienes no están no las debemos olvidar y nada mejor para hacerlas presente que seguir cuidando y cuidándonos.

Y esto me recuerda un artículo de Patricia Simón en La Marea en febrero de 2018 y que me parece absolutamente vigente y hermoso Ser buena persona no es de tontos.

Y una canción, No ha sido fácil con Haydee y Pablo Milanés. 


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