“El mejor director es el que no puedes ver”, Billy Wilder
A las películas, como a las
personas y a algunos vinos, el tiempo también les pasa por encima, algunas veces
para bien y otras no tanto, aunque eso tiene mucho que ver con los gustos
personales de cada quien. A mí, películas que en su tiempo me parecieron
maravillosas, hoy no me lo parecen tanto, otras veces, películas que no me
terminaron de gustar, me han gustado mucho al volver a verlas, y algunas que me
parecieron obras maestras, ahora me parecen imprescindibles.
Con la reciente vuelta a las
salas de cine en algunos lugares, las carteleras se han poblado de reposiciones
a falta de los estrenos más esperados, que cada día se posponen para más
adelante. En mi país no ha habido muchos estrenos de los anunciados, algunos
que ni esperábamos no están a la altura, así que mi vuelta a ver cine en
pantalla grande ha sido para dos clásicos contemporáneos, Cinema Paradiso y
Apocalypse Now, más un estreno infantil, Zapatos rojos y los siete trolls.
Aunque ahora que lo pienso, las
películas son siempre las mismas, es una la que cambia; no es lo mismo ver
Apocalypse Now con dieciséis años que es la edad que yo tenía cuando se
estrenó, o Cinema Paradiso con veinticuatro, que verlas con cincuenta y cinco
que es mi edad actual. Ahora, no sólo tengo más experiencia en la vida, es que
ya he visto decenas de películas más, he leído muchísimas críticas y algunos
libros de cine, aunque esto no quiere decir que sepa más, el arte (séptimo) en
este caso, siempre es un misterio y un aprendizaje. También es cierto que en
algo han cambiado mis gustos, mis percepciones y que sigo llena de contradicciones,
para con la vida y el séptimo arte.
Sólo una cosa tengo por cierta,
el gusto por el cine es una cosa muy íntima, elegir una película es como elegir
la ropa interior, una decisión unilateral, puedes leer y escuchar opiniones,
pero en última instancia es una sola persona quien decide y yo soy
particularmente terca para tomar una decisión sobre ambas cosas.
Podríamos definir los estados de
las películas y de nosotros mismo como caliente, templado y frío, y para eso
voy a hablar de tres películas que he visto recientemente.
Caliente.
Apocalypse Now (Francis Ford Coppola 1973, Estados Unidos); la
búsqueda del coronel Kurtz (Marlon Brando), huido a Camboya y atrincherado
convertido en un peligroso líder de una secta, se le encomiendo a un joven
capitán Wilard (Martin Sheen), preso de sus propios demonios, iniciando una
travesía desde Vietnam y encontrándose en el camino con todos los obstáculos
posibles mientras la guerra no para ni un segundo. Esta película para mí está
en los niveles de obra maestra, no tiene ni un descosido a pesar de los años
pasados por ella. Nos sigue contando los horrores y los errores de una guerra
que puede ser todas las guerras, una podría pensar que los protagonistas se
están divirtiendo, pero la realidad es que están perdiendo la cabeza. Todos los
personajes están al límite y cuando piensas que no van a dar más, lo siguen
haciendo en la siguiente escena. No recordaba lo magistral que es el reparto,
si bien es cierto que Brando se lleva los honores, para mí uno de los
actores más inolvidables es Robert
Duvall, un ejemplo de locura elegante y con clase, de tener claro que nunca hay
que perder el glamour y aún sigo queriendo tener un sombrero como el que luce
en todas sus escenas. Realmente no hay un solo protagonista que no esté a una
altura muy superior, muchos de los cuales no han vuelto a brillar nunca de una
forma tan espectacular. El mérito corresponde en gran parte al director, que en
ningún momento desistió de rodar esa historia a pesar de los
inconvenientes y cuya dirección es una
lección magistral sobre como dirigir cine, que todos los aspirantes a hacerlo
deberían revisar una y otra vez. Fui a verla con mi sobrino de 19 años y salió
impactado por la historia y la maestría para contarla. Doy por hecho que
quienes siguen esta página la han visto, si no es así, ahora hay una nueva
oportunidad de hacerlo en pantalla grande. Apocalypse Now es un banquete de
cine del que nunca tienes bastante.
Templado.
Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore 1988, Italia); una carta de
amor al cine de principio a fin. Un niño tan pobre y travieso que solo
encuentra su espacio en ayudar a Alfredo, el señor que proyecta las películas
previa censura del cura, en el único cine del pueblo durante los difíciles días
de la Italia de posguerra. La película es una tragicomedia llena de momentos
tiernos, divertidos, entrañables y, alguno que otro complicado que añade la
dosis de dramatismo necesaria. Recuerdo que la primera vez que la vi me pareció
una película maravillosa, aplaudimos en la sala al final y haber dicho a todo
mundo que no se la perdiera, cosa que sucedió en todos los lugares. Si
preguntas, millones de personas te dirán que es su película favorita. Y es la
que yo elegí para volver a una sala tras el cierre por la cuarentena. Me
emocioné y lloré mucho, pero eso no me impidió ver todas las costuras que tiene
la película años después; es una historia bonita, hecha para llegar
directamente al corazón de las personas y emocionarlas, pero dista mucho de ser
una gran película, es buena, pero algunos actores son poco creíbles y el
montaje deja mucho que desear, algunos planos se ven forzados y como si estuvieran
metidos con calzador. Sigue siendo impresionante la banda sonora del
recientemente desaparecido Ennio Morricone, pero difícilmente hoy conseguiría
las buenas críticas cosechadas en su estreno. A pesar de todo, si alguien no la
ha visto, que la busque, te reconcilia con la vida.
Frío.
Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany`s, Blake Edwars 1961,
Estados Unidos); dos jóvenes sin
oficio ni beneficio, ella (Audrey Hepburn), aspirante a rica que desayuna
contemplando el escaparate de Tiffany`s y él George Peppard), aspirante a
escritor famoso mientras vive a costa de una mujer madura, acaban viviendo en
el mismo edificio y uniendo su destino en unas aventuras tan rocambolescas que
no te las crees. Resulta difícil entender que una estrella como la Hepburn
rodará esta película y que desde su estreno no deje de cosechar en ningún
momento buenas críticas, es algo, que después de volver a verla, no consigo asimilar.
No hay química entre la pareja, los escenarios se ven de más cartón piedra del
que deben mostrar y en todo momento parece que están deseando terminar el
rodaje, irse cada quien para su casa y olvidar que han participado en un rodaje
así, más que huir de sus vidas y parece que quieren huir del set. Realmente
cuesta creer un solo fotograma, por no hablar del plano final. Bien es cierto
que esta es una opinión muy personal y es raro encontrar alguien que la
comparta, pero yo siento que ya he tenido bastante de ella.
Y, así, vuelvo a estas Cocalecas, un lugar en
el que tan cómoda me siento, para seguir compartiendo la emoción del cine.
Ojalá pronto volver a las salas en todos los lugares y en todos los idiomas.
Cuídense y sigan cuidando, también al cine como parte de la cultura.
Pd.: esta entrada fue publicada inicialmente en Cocalecas.net El cine y el paso del tiempo