miércoles, 22 de julio de 2020

El cine y el paso del tiempo

“El mejor director es el que no puedes ver”, Billy Wilder

A las películas, como a las personas y a algunos vinos, el tiempo también les pasa por encima, algunas veces para bien y otras no tanto, aunque eso tiene mucho que ver con los gustos personales de cada quien. A mí, películas que en su tiempo me parecieron maravillosas, hoy no me lo parecen tanto, otras veces, películas que no me terminaron de gustar, me han gustado mucho al volver a verlas, y algunas que me parecieron obras maestras, ahora me parecen imprescindibles.

Con la reciente vuelta a las salas de cine en algunos lugares, las carteleras se han poblado de reposiciones a falta de los estrenos más esperados, que cada día se posponen para más adelante. En mi país no ha habido muchos estrenos de los anunciados, algunos que ni esperábamos no están a la altura, así que mi vuelta a ver cine en pantalla grande ha sido para dos clásicos contemporáneos, Cinema Paradiso y Apocalypse Now, más un estreno infantil, Zapatos rojos y los siete trolls.

Aunque ahora que lo pienso, las películas son siempre las mismas, es una la que cambia; no es lo mismo ver Apocalypse Now con dieciséis años que es la edad que yo tenía cuando se estrenó, o Cinema Paradiso con veinticuatro, que verlas con cincuenta y cinco que es mi edad actual. Ahora, no sólo tengo más experiencia en la vida, es que ya he visto decenas de películas más, he leído muchísimas críticas y algunos libros de cine, aunque esto no quiere decir que sepa más, el arte (séptimo) en este caso, siempre es un misterio y un aprendizaje. También es cierto que en algo han cambiado mis gustos, mis percepciones y que sigo llena de contradicciones, para con la vida y el séptimo arte.

Sólo una cosa tengo por cierta, el gusto por el cine es una cosa muy íntima, elegir una película es como elegir la ropa interior, una decisión unilateral, puedes leer y escuchar opiniones, pero en última instancia es una sola persona quien decide y yo soy particularmente terca para tomar una decisión sobre ambas cosas.

Podríamos definir los estados de las películas y de nosotros mismo como caliente, templado y frío, y para eso voy a hablar de tres películas que he visto recientemente.

Caliente.

Apocalypse Now (Francis Ford Coppola 1973, Estados Unidos); la búsqueda del coronel Kurtz (Marlon Brando), huido a Camboya y atrincherado convertido en un peligroso líder de una secta, se le encomiendo a un joven capitán Wilard (Martin Sheen), preso de sus propios demonios, iniciando una travesía desde Vietnam y encontrándose en el camino con todos los obstáculos posibles mientras la guerra no para ni un segundo. Esta película para mí está en los niveles de obra maestra, no tiene ni un descosido a pesar de los años pasados por ella. Nos sigue contando los horrores y los errores de una guerra que puede ser todas las guerras, una podría pensar que los protagonistas se están divirtiendo, pero la realidad es que están perdiendo la cabeza. Todos los personajes están al límite y cuando piensas que no van a dar más, lo siguen haciendo en la siguiente escena. No recordaba lo magistral que es el reparto, si bien es cierto que Brando se lleva los honores, para mí uno de los actores  más inolvidables es Robert Duvall, un ejemplo de locura elegante y con clase, de tener claro que nunca hay que perder el glamour y aún sigo queriendo tener un sombrero como el que luce en todas sus escenas. Realmente no hay un solo protagonista que no esté a una altura muy superior, muchos de los cuales no han vuelto a brillar nunca de una forma tan espectacular. El mérito corresponde en gran parte al director, que en ningún momento desistió de rodar esa historia a pesar de los inconvenientes  y cuya dirección es una lección magistral sobre como dirigir cine, que todos los aspirantes a hacerlo deberían revisar una y otra vez. Fui a verla con mi sobrino de 19 años y salió impactado por la historia y la maestría para contarla. Doy por hecho que quienes siguen esta página la han visto, si no es así, ahora hay una nueva oportunidad de hacerlo en pantalla grande. Apocalypse Now es un banquete de cine del que nunca tienes bastante.

Templado.

Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore 1988, Italia); una carta de amor al cine de principio a fin. Un niño tan pobre y travieso que solo encuentra su espacio en ayudar a Alfredo, el señor que proyecta las películas previa censura del cura, en el único cine del pueblo durante los difíciles días de la Italia de posguerra. La película es una tragicomedia llena de momentos tiernos, divertidos, entrañables y, alguno que otro complicado que añade la dosis de dramatismo necesaria. Recuerdo que la primera vez que la vi me pareció una película maravillosa, aplaudimos en la sala al final y haber dicho a todo mundo que no se la perdiera, cosa que sucedió en todos los lugares. Si preguntas, millones de personas te dirán que es su película favorita. Y es la que yo elegí para volver a una sala tras el cierre por la cuarentena. Me emocioné y lloré mucho, pero eso no me impidió ver todas las costuras que tiene la película años después; es una historia bonita, hecha para llegar directamente al corazón de las personas y emocionarlas, pero dista mucho de ser una gran película, es buena, pero algunos actores son poco creíbles y el montaje deja mucho que desear, algunos planos se ven forzados y como si estuvieran metidos con calzador. Sigue siendo impresionante la banda sonora del recientemente desaparecido Ennio Morricone, pero difícilmente hoy conseguiría las buenas críticas cosechadas en su estreno. A pesar de todo, si alguien no la ha visto, que la busque, te reconcilia con la vida.

Frío.

Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany`s, Blake Edwars 1961, Estados Unidos);  dos jóvenes sin oficio ni beneficio, ella (Audrey Hepburn), aspirante a rica que desayuna contemplando el escaparate de Tiffany`s y él George Peppard), aspirante a escritor famoso mientras vive a costa de una mujer madura, acaban viviendo en el mismo edificio y uniendo su destino en unas aventuras tan rocambolescas que no te las crees. Resulta difícil entender que una estrella como la Hepburn rodará esta película y que desde su estreno no deje de cosechar en ningún momento buenas críticas, es algo, que después de volver a verla, no consigo asimilar. No hay química entre la pareja, los escenarios se ven de más cartón piedra del que deben mostrar y en todo momento parece que están deseando terminar el rodaje, irse cada quien para su casa y olvidar que han participado en un rodaje así, más que huir de sus vidas y parece que quieren huir del set. Realmente cuesta creer un solo fotograma, por no hablar del plano final. Bien es cierto que esta es una opinión muy personal y es raro encontrar alguien que la comparta, pero yo siento que ya he tenido bastante de ella.

 Y, así, vuelvo a estas Cocalecas, un lugar en el que tan cómoda me siento, para seguir compartiendo la emoción del cine. Ojalá pronto volver a las salas en todos los lugares y en todos los idiomas. Cuídense y sigan cuidando, también al cine como parte de la cultura.

Pd.: esta entrada fue publicada inicialmente en Cocalecas.net El cine y el paso del tiempo


jueves, 9 de julio de 2020

Mi vuelta a las salas de cine

Uno de los hábitos que tenía en nuestra vida anterior, era, cuando llegaba el miércoles, revisar las carteleras de los cines de mi ciudad para ver los estrenos y organizar mi tiempo libre durante el fin de semana para no perderme nada.

La última vez que vi una película en pantalla grande fue el 1 de marzo, se acababa de estrenar The Gentelmen de Guy Richie y en la tarde del sábado, ahí estaba yo.

Hasta que el 13 de marzo todo cambio y las salas de cine también entraron en cuarentena. Nunca pensamos que fuera a ser tan larga y nos dedicamos a ver cine en pantallas pequeñas.

Los miércoles iban pasando y las carteleras no se actualizaban salvo en las distintas plataformas, y coincidirán conmigo es que no es lo mismo, si amas el cine, no es lo mismo; las plataformas son una opción, un complemento, pero no una emoción.

Hace dos semanas, coincidiendo con la última del Estado de Alarma, algunos cines abrieron; en la pequeña ciudad donde vivo, abrieron hace una semana. La cartelera se pobló de reposiciones y películas infantiles en un par de horarios entre la tarde y la noche, en lo que llaman cine de verano, que yo siempre asocio al aire libre y no a una sala cerrada. No me cuadraron los tiempos y lo dejé pasar, ahora sé que mi momento de volver no había llegado.

Mi esperado, deseado y añorado reencuentro con el cine en pantalla grande se produjo unos días después, el pasado viernes.

Por la mañana había escuchado en la radio un programa de cine hablando de los estrenos de la semana y, para mi sorpresa, supe que se iba a reponer en 150 salas de España Cinema Paradiso para celebrar los 35 años de su primer estreno. Me dije, es el momento.

¿Qué mejor película que esta, que es una carta de amor al cine?

Visité la página del cine de Huelva en la que estaba programada, vi los horarios y compré una entrada, por internet, así hay que hacerlo ahora, con grave daño para quien trabajaba en la taquilla y con la ilusión de una nueva primera vez. De hecho, en el transcurso de la tarde miré varias veces el teléfono para asegurarme que lo había hecho bien, así de nerviosa estaba.

Una hora antes de la sesión, me vestí como para una cita muy esperada, me pinté los labios de rojo y fui paseando hasta el multicine, con la sensación y el deseo de quien va a encontrarse con el mejor de los amantes y al que hace mucho tiempo que no ve, preguntándome si nos reconoceríamos.

Soy una mujer de rituales, así que llegué con tiempo suficiente para tomar un café antes de entrar en la sala. No me gusta comer en el cine, así que cuando quedaban diez minutos para el inicio de la película, me fui hasta el cine asegurándome de llevar la entrada lista en el teléfono para no perder tiempo; entré y me quede mirando la pantalla casi como una primera vez, es tan grande como recordaba, pensé. Le hice un par de fotos y me dirigí a mi asiento (siempre que puedo, medio patio de butacas, esquina, pared). Quité el sonido al teléfono y eché varios vistazos a mi alrededor, reconociendo el espacio, como si estar ahí fuera estar en uno de mis lugares en el mundo. Al momento llegó un señor que se sentó al otro lado, solo estábamos él y yo, aun así mantuve la mascarilla puesta todo el tiempo y me sirvió como paño de lágrimas.

Hice una foto al fotograma en el que sale el título de la película y me dispuse a disfrutar.

A los pocos minutos de empezar la película, la música de Ennio Morricorne llenó la sala de la magia que solo él es capaz de crear y parecía que nos quería abrazar para darnos la bienvenida; creo que a la media hora ya estaba llorando, la película se presta y estaba dando rienda suelta a mis emociones. Lloré el resto del metraje, hasta la última palabra que salió en pantalla y mucho tiempo después, cuando volvía a mi casa envuelta en la sensación de quien acaba de pasar dos furtivas horas maravillosas y apasionadas con el mejor de los amantes y con la certeza de necesitar volver a verlo muy pronto porque el deseo nunca ha dejado de crecer.

PD.: este texto fue publicado originalmente en la revista digital Sensacine México Regresar a mi cine y llorar con 'Cinema paradiso' (crónica) a quienes agradezco la invitación y el honor.


jueves, 2 de julio de 2020

Las películas de mi cuarentena. Fin.

“Vas demasiado limpia para ser alguien a quien le gusta el cine”, de la película Soñadores.

A bizcocho, él sabe quién es porque me lee.

Se acabó la cuarentena, que no la pandemia y el peligro. Y mientras llega la hora de volver a una sala de cine, prometo que cuando llegue el momento, estaré limpia y  me pondré guapa para hacer los honres a la vuelta del séptimo arte a la pantalla grande. Mientras, os cuento algunas de las películas que vi la última semana de encierro a medias.

Casablanca (Michael Curtiz 1942, Estados Unidos);  Casablanca es una ciudad de Marruecos a la que durante la Segunda Guerra Mundial llegaban personas a refugiarse del nazismo, entre ellas está Victor Lazklo, héroe de la resistencia en Checoslovaquia con su esposa Ilsa; cuando llega la Gestapo a buscarlo, la única esperanza para huir es pedir ayuda a Rick Blaine, propietario de un café del mismo nombre y que fue amante de su esposa. Esta película es  historia de amor y resistencia, de amor y solidaridad, de amor y generosidad, de amor y principios, de amor y honestidad. No hay un solo fotograma que te deje indiferente, la vives, la sientes, la sufres, la disfrutas; es imposible permanecer indiferente  a esta obra maestra. Debería ser de obligado cumplimiento para quienes aman el cine y también para quienes no lo hacen y empiecen a sentir amor. Una vez al año, siempre vas a descubrir algo nuevo que te dejará con ganas de volver a verla.

Continuar (Continuer, Joachin Lafosse 2028, Bélgica); una madre decide invitar a su hijo, bastante problemático, a un viaje a caballo por Kirguistán, en un intento de reconducir su relación que nunca ha sido fácil. La aventura se convierte en un viaje duro que transforma la película en un western; los paisajes, las personas de distintas tribus que los habitan, el modo de vida, las tradiciones y costumbres que tienen, hacen posible que la historia te vaya atrapando y pienses que estás de viaje con ellos dos. El buen guion, la impecable interpretación de madre e hijo (Virginie Efira y Kacey Mottet Kelin)  y la mejor banda sonora, la convierten en una historia muy apetecible. Y recomendable para quienes piensan que en Bélgica nunca pasa nada en ningún ámbito.

Antes de seguir he de confesar que los conflictos raciales en Estados Unidos me han llevado a las siguientes películas.

Da 5 Bloods: hermanos de armas (Spike Lee 2020, Estados Unidos); cuatro veteranos negros de la guerra de Vietnam y el hijo de uno de ellos, vuelven a ese país a buscar los restos del jefe del escuadrón al que pertenecían y encontrar un tesoro que escondieron. El choque con el país actual desemboca  en el desconcierto. Durante todo el metraje no sabía si estaba viendo una comedia, un drama, una tragicomedia, un docudrama, aún sigo sin saberlo, me parece un despropósito de principio a fin. Para mí, lo único que se salva de la película son los actores y siento que en ella está la historia que quizás yo contaría y es la de la hija de uno de los combatientes y una mujer vietnamita, creo que se han explorado poco esas historias en el cine y de toda esta historia, es la de esta mujer la que me gustaría conocer. Quizás el nexo de unión con el actual momento en USA es ver como el estado abandona también a los negros que estuvieron en esa guerra. Ver el cine de Spike Lee es una especie de religión, así que como esta, también puede decepcionar.

Detroit (Kathryn Bigelow 2017, Estados Unidos); encontramos aquí una historia que sucedió en el verano de 1967 en la ciudad que da nombre a la película. Después de una redada en un bar ilegal en el que los negros se encuentran habitualmente, este hecho da lugar a una fuerte revuelta civil, siendo esta seguida por un estallido definitivo cuando la policía y la guardia nacional acuden a un motel del que salieron unos disparos de fogueo. Lo que sucede en el motel es el horror y lo sientes en la piel, hay momentos en los que te preguntas qué haces viendo eso, tal es el sufrimiento y la rabia que causa. La directora parece haber puesto la cámara en cada una de las estancias y dejar  que graben todo lo que sucede, si bien ahorra algunos detalles en la descripción, eso no disminuye el valor de lo que quiere contar, porque lo que no ves, lo imaginas. Me gusta especialmente el trabajo realizado sobre el rostro de actores y actrices, todo el miedo, la rabia y la indignación está en sus caras y,  curiosamente, también en lasl de  quienes interpretan a los policías, saben que lo que están haciendo está mal y aun así, no pueden parar. Un episodio más en la historia racista de Estados Unidos, que por desgracia no fue el último. Mejor no la veas en fin de semana, te dejará mal sabor de boca.

Wawes, un momento en el tiempo (Trey Edward Shults 2019, Estados Unido); una familia normal de pronto ve su vida saltar en pedazos cuando su hijo mata a una chica con la que había roto una relación y tienen que aprender a vivir de otra manera. Es una película con dos historias, la del chico deportista que no quiere decepcionar a su padre y que deja embarazada a su novia, lo que desencadena la tragedia y la de su hermana tratando de rehacer su vida cuando el hermano desaparece de sus vidas; en medio unos padres aun jóvenes que no terminan de entender que ha sucedido con la modélica familia que había creado. Hay una parte en la que la violencia física y psicológica te sobrecoge y otra en la que cuesta encajar la voluntad de salir adelante, hasta que terminas entendiendo y encajando las piezas. Ni la familia era tan modélica, ni eran tan felices y no sabemos si volverán a serlo, a pesar de ponerle empeño. Si bien la historia del hijo se encaja como normal, no es el primero ni será el último en hacer lo que hizo, la actitud de resistencia ante la realidad de los padres se antoja honesta, debe ser difícil aceptar la nueva situación del hijo; en cambio la historia de la hermana, incluso siendo creíble, se antoja un poco forzada. La película se salva sobre todo por la actuación del reparto y una estupenda banda sonora.

No soy tu negro (I am not your negro (Raoul Peck 2016, Estados Unidos); en este documental el escritor negro Jame Baldwin cuenta su vida de manera poética aunque fuera dura en muchos momentos. El mismo narra a los líderes negros que conoció (Martin Luther King, Malcolm X), su vida difícil hasta abrirse paso como escritor reconocido y, como aun así, siguió padeciendo episodios racistas. “No puedo ser pesimista porque estoy vivo, ser pesimista significa que la vida humana es un asunto académico, así que estoy obligado a ser optimista, estoy obligado a creer que podemos ser cualquier para; para los negros de este país, su futro, será exactamente tan brillante u oscuro como sea el país”, dice el escritor casi al final de este retrato. Y en este principio que lo ayudó a vivir, está todo. También en sus libros, que debemos leer o releer.

Y para terminar, una bonita historia.

El amor es extraño (Love is strange, Ira Sachs 2014, Estados Unidos); una pareja de señores mayores se casa cuando se legaliza el matrimonio homosexual en Nueva York y, este hecho de reconocimiento hace que todo se desmorone. A uno de ellos, profesor en una escuela católica lo despiden y empiezan los problemas económicos que los lleva a tener que vender su casa y tener que vivir separados  acogidos entre familia y amigos, lo que trae situaciones personales y colectivas para que las que no estaban preparados, tampoco para no estar juntos a estas alturas de la vida. Esta es una maravillosa historia de amor, quizás del que ya no existe, el que supera vicisitudes, el que no se rinde, el que persevera; incluso en momentos tristes de la película, nunca dejas de creer. También es cierto que una parte de la película te enseña cómo nos ponemos a prueba cuando decimos que estaremos siempre para lo que te haga falta, que es más fácil decir que hacer y eso es lo que diferencia a personas buenas y honestas de las que no lo son, en estar cuando dices que vas a estar. Y el amor es creíble gracias a la maravillosa actuación de dos señores actores, como son Alfred Molina ya John Lithgow, dan lo mejor de sí mismos y sí, yo si me los traería a mi casa y hasta les cedería mi cama.

Hasta aquí han llegado las películas de mi cuarentena. Mentiría si no dijera que tengo un pellizco de tristeza en el estómago (que es el lugar donde de verdad se sienten las emociones), al escribir esta última entrega.

Infinitas gracias Rubén Peralta Rigaud por cederme este espacio, un día me invitó a escribir en su página y es probable que ya se haya arrepentido. Mil gracias a los lectores, si no existieran y leyerán, esto no habría tenido sentido. Y muchas gracias a quienes han compartido algunas entradas en sus redes sociales y han dejados algunos comentarios agradables.

Ha sido un honor, un placer y una responsabilidad intentar estar a la altura, espero que volvamos a vernos. Cuídense y sigan cuidando.

¡Viva el cine!

Pd.: Esta entrada fue publicada inicialmente en Cocalecas.net Las películas de mi cuarentena. Fin