jueves, 26 de noviembre de 2020

El festival de las mujeres

 "Lo que quiero es seguir contando historias, sea donde sea. A mí, me sueltas en Mongolia y hago una película", Isabel Coixet.

Que las mujeres cada día dirigen más (buenas) películas es una realidad; que las mujeres cada día interpretan papeles que les corresponden o que en otro momento hubieran sido tachados de masculinos, también. Que queda mucho camino por recorrer es incuestionable.

Hubo un tiempo en el que la argentina María Luisa Bemberg, la cubana Sara Gómez y la española Pilar Miró, eran casi las únicas directoras en un mundo de hombres; cada una de ellas se abrió paso no con mucha facilidad y todo en contra. Pero su osadía, su trabajo y su pertenencia abrieron paso a muchas mujeres que hoy se animan a dirigir y lo hacen muy bien, mejor que muchos hombres en algunos casos e igual de bien en otros.

Cuando hasta hace apenas una década, la presencia de mujeres era testimonial, en la recién finalizada 46 Edición del Festival de Huelva Cine Iberoamericano, hemos tenido una gran muestra de ellas. Si bien es cierto, que, en la Sección Oficial a Concurso de las 12 películas, solo dos están dirigidas por mujeres, en la Sección Sismos (que recoge estrenos de otros festivales), son siete de trece las mujeres directoras; mientras, en la Sección Talento Andaluz, las historias rodadas por mujeres son tres. Además, el Jurado Oficial también ha estado compuesto por tes mujeres, la directora Lucía Alemany, la actriz y guionista argentina Maria Sereseky, y la actriz Mina el Hammani.

Ya en otras secciones el número de directoras es mayoría; en la Sección Oficial de Cortometrajes Nacionales cinco de los nueve cortos están dirigidos por mujeres y en la de cortometrajes internacionales hay pleno, ocho directoras para ocho historias. Y en la Sección de cortometraje onubenses han sido cinco mujeres de un total de ocho participantes.

Pero esto no sucede por arte de magia. Esto sucede porque hay una mujer que dio el paso y, contra viento y marea, rodó una película por primera vez; hay, además, mucho, muchísimo trabajo detrás, mucho empeño, mucho tesón, mucha vocación y, sobre todo, hay una buena historia para contar por la que merece apostar, aunque no siempre. Contaba Nicol Ruiz, directora de La nave del olvido, durante su presentación en el festival, que la temática de su película, que habla de cómo una mujer de 70 años, tras quedarse viuda y en un entorno rural, decide ser libre, tener una relación con una mujer y luchar por su libertad, le supuso no recibir ninguna ayuda económica para su rodaje, la ayudaron su familia, sus amigos, el equipo que trabajó con ella.

La película, rodada en 2016 ahora está empezando a caminar y le ha valido a su directora el Colón de Plata a la Mejor Dirección, premio del que nos felicitamos. Nicol Ruiz tiene mucho talento, cultura y entusiasmo y, eso solo puede darle a ella y a nosotros como espectadores, buenas historias.

Como lo que no se nombra no existe, estas son algunas de las mujeres cuyas películas hemos podido ver, todas absolutamente recomendables. Marité Ugas (Contactado, Perú), Fernanda Valadez (Sin señas particulares, México), Sol Berruezo Pichón-Rivière (Mamá, mamá, mamá, Argentina), Bárbara Paz (Babenco: dime cuando muera, Brasil), Anabel Rodrígez (Érase una vez Venezuela, Venezuela) Cristina Navas (Las mil y una, Argentina), Juliana Fanjul (Silencio Radio, México), Laura Hojman (Los días azules, España).

Y no solo, si algo ha quedado demostrado en el recién finalizado festival es el enorme talento de actrices, jóvenes y menos jóvenes, que están pisando fuerte desde el otro lado del río.

Liliana Juárez, ganadora del Colón de Plata a mejor actriz por su papel de Lila en la ganadora del Colón de Oro al mejor largometraje Planta permanente, con un personaje que se queda con una mucho tiempo.

En La nave del olvido, la chilena Rosa Ramírez borda el papel de una mujer capaz de empezar de nuevo a los 70 años, construyendo un personaje que querrías que fuera tu amiga para toda la vida, no hay nada en su historia que no te creas, porque ella la dota de credibilidad.

La mujer amiga que interpreta Antonella Saldicco en la hermosa película argentina, La muerte no existe y el amor tampoco, es de las suponen un antes y un después en la carrera de una actriz. Su personaje transita por todas las emociones que te llevan a ser una mujer diferente después de hacerlo. Brilla con luz propia en el inhóspito y frío paisaje de una Patagonia helada en la que transcurre la historia.

Una madre que sale en busca de su hijo adolescente desaparecido mientras intenta cruzar a Estados Unidos desde México, es el personaje que compone la mexicana Mercedes Hernández, en la magnífica Sin señas particulares. Ella es la historia, la lleva sobre sus hombros, su mirada no engaña, su lenguaje corporal tampoco; la tristeza y, al mismo tiempo, la fortaleza que transmite en un momento vital sin esperanza hace que quieras sumarte a su búsqueda, sin importar los riesgos que corras, porque a ella no le importa, o eso transmite,  y básicamente en esto consiste ser una buena actriz.

Tengo debilidad por la película chilena Ella es Cristina, porque tengo debilidad por su actriz protagonista, Mariana Derderián, que ha supuesto un descubrimiento gozoso para mí. Quizás porque es el personaje con el que me siento más identificada; es una mujer de nuestro tiempo, trabajadora, feminista, libre, a la que una relación amorosa la pone frente a sus contradicciones. Contradicciones que ella muestra dejándola vulnerable y expuesta, con un final que le permite demostrar también su fortaleza. No debió ser un papel fácil de componer y ella lo logra de una manera brillante.

Y muchas más, Daniela Ramírez en Matar a Pinochet; Jazmín Stuart en La fiesta silenciosa; Elisa Carricajo en Un crimen común; las espléndidas niñas Agustina Milstein, Siumara Castillo, Chloe Cherchyk y Camila Zolezz en Mamá, mamá, mamá; Sofía Cabrera y Ana Carolina García en Las mil y una noches. En algunas de estas películas, las actrices están muy por encima de ellas y, con admiración lo digo, las salvan.

Podría seguir y seguir hablando de productoras, guionistas, fotógrafas, ayudantes de dirección, estilistas, montadoras, peluqueras, sonidistas maquilladoras, periodistas. Mujeres abriendo camino en un mundo de hombres, mujeres que no lo tienen fácil pero no se rinden, mujeres que no quieren competir con los hombres en sus aciertos y errores. Mujeres que quieren compartir en igualdad de condiciones. Que no es poco.

Viva el cine y las mujeres que lo hacen.