No sé y no recuerdo cuando empecé
a leer a Saramago ni tampoco que me llevó a él, probablemente mi madre, a la
que siempre he visto leer. Puede que también lo primero que leyera de él fuera
una entrevista o un artículo de opinión, de cualquier modo, sea lo que sea, me
ha traído hasta aquí como a vosotros y vosotras.
Mi novela favorita de José
Saramago es Memorial del Convento, he disfrutado mucho con La balsa de piedra,
el año de la muerte de Ricardo Reis, El evangelio según Jesucristo, ensayo
sobre la ceguera, viaje a Portugal, levantado del suelo, el viaje del elefante,
Claraboya, Las pequeñas memorias y
sobre todo me he reído mucho con Las intermitencias de la muerte, hay alguna
que no he podido terminar y no pasa nada, como él mismo me dijo un día, si una
novela no te gusta, no estás obligada a leerla, hay mucho más siempre por leer.
La que no he citado hasta el
momento es Ensayo sobre la lucidez, y es que es esta, la que se ha convertido
en mi novela de cabecera o de referencia vital e intelectual; es a la que
siempre recurro en tiempos de turbulencias e incertidumbres políticas y
electorales y en los últimos años estamos teniendo de ambas, tanto en nuestros
países como en los de otros lugares del mundo, la entrada de la ultraderecha en
gobiernos y/o parlamentos del mundo, con los terribles resultados de sus
políticas que ya vamos conociendo.
Es la novela que más recomiendo siempre de José, por reveladora, por la misma lucidez.
Es la novela que más recomiendo siempre de José, por reveladora, por la misma lucidez.
Esta novela, que fue publicada en
2004, mucho antes de que la crisis se hiciera palpable, se desarrolla en un
país que podría ser cualquiera de los que conocemos, me impactó la primera vez
que la leí, fue como una revelación, como una respuesta a todas esas preguntas
que una siempre se hace en su cabeza ¿qué podemos hacer?, ¿cómo nos podemos
organizar, seremos capaces alguna vez? Seguido de un, ojalá en muchos países
las población se organizara para dar un vuelco a las elecciones que sería dar
un vuelco al sistema. Como Saramago repetía muchas veces en los últimos
tiempos, no nos hemos enfrentado, no nos estamos enfrentando a una crisis económica,
sino a una crisis moral, que es la que de verdad corrompe.
Y por esto, los protagonistas de
la novela están todos en una nueva
tesitura, la ciudadanía y el gobierno con todos los estamentos a su cargo; una
vez conocido el resultado de las elecciones la única respuesta de los gobernantes
y los partidos cómplices del sistema es hacer uso del miedo, la desinformación, la mentira, el terrorismo
de estado, porque siguen sin ver más allá de sus narices, presos de su ceguera
y sus propios miedos.
Desde mi punto de vista, la
novela plantea una forma inédita de rebeldía, los gobiernos quieren que los
ciudadanos seamos sólo votantes y pagantes y el resto del tiempo, súbditos;
votantes de sus programas políticos, pagantes de los desastres que causan las
políticas que llevan a cabo para favorecer a los de siempre que son quienes en
realidad manda; súbditos para ver, oír y callar.
Mientras, el gobierno no se da
cuenta que el pueblo ha perdido el miedo, nada les asusta, a tal extremo que
durante el estado de excepción no se produce ni un delito, nada de violencia,
solo una tensa calma.
Yo creo que lo que plantea esta
novela es una rebeldía, como un estado más o menos permanente, que una
revolución, dado que el tiempo ha demostrado que los revolucionarios una vez instalados
en el poder dejan de ser revolucionarios. Una rebeldía que consista en que la ciudadanía
estará vigilante una vez que hayan pasado las elecciones. Podría parecer que el
libro lo que pone en cuestión la democracia, de hecho, muchas veces le
preguntaron a José por esto mismo, en cambio, a mi parece una historia que de
ser llevada a la realidad solo podría llevar a una más y mejor democracia.
Al igual que en ensayo sobre la
ceguera, algunos de cuyos personajes transitan por este Ensayo sobre la
lucidez, una puede caer en la tentación de dejarse arrastrar por la desesperanza
y el desasosiego; leída una segunda vez parece más esperanzadora, “la esperanza
es como la sal, no alimenta, pero da sabor al pan” dice uno de los personajes y
nos muestra que otro mundo es posible, no fácil, posible, si todos sabemos sumar
frente al poder manipulador, corrupto y ciego. Y que seamos los ciudadanos, las
ciudadanas, los dueños y las dueñas de nuestro propio destino.