“Cuento las historias que me interesan”, Ava DuVernay.
Y quizás de eso se trata también,
de ver historias que nos interesen. Confieso con alegría que el gran
descubrimiento cinematográfico para mí este tiempo ha sido el cine africano,
confieso con humildad que desconocía todo de él y quizás deba avergonzarme de ello, pero nunca
es tarde, creo que he llegado a tiempo y celebro entusiasmada esta
cinematografía. Por eso, con absoluto placer os cuento algunas de las películas
de distintos países de ese continente que he podido disfrutar estos días.
Rafiki (Wanuri Kahiu 2018, Kenia); la historia de dos mujeres jóvenes, una sueña con ser dotora y la otra con viajar al estranjero, hijas de distintos dirigentes políticos de Kenia, una de familia bien situada económicamente y otra de familia pobre, se conocen, se enamoran y cuando las descubren, se desata la homofobia, el escándalo, el acoso y la violencia hacia ellas. Recordemos que la homosexualidad está penalizada en la mayoría de los países de África, por lo que esta película, dirigida por una mujer, es una apuesta arriesgada y valiente; sin ser una obra maestra, su calidad no tiene nada que envidiar a cualquier historia rodada en cualquier de nuestros países. Actores y actrices buenísimos, escenarios naturales, una buena banda sonora y la certeza de que lo que nos cuenta es la realidad, la convierten en una cinta más que recomendable. La palabra rafiki significa amiga, por si fuera poco la cinta tiene el atractivo de haber sido rodada en suajill, además de en ingles.
Hyènes (Djibril Diop Mambety 1992, Senegal); la historia del regreso de Linguère Ramatou convertida en millonaria hija pródiga a Colobane, una ciudad remota en Senegal, donde el calor siempre es insoportable. Para celebrar dicha vuelta, que viene acompañada de una lluvia de millones para un lugar sumido en la pobreza,se organiza una bienvenida con toda la pompa y el boato requerido, encabezada por Draamaan, ex novio de Linguère y que además quiere ser alcalde; el drama surge cuando la señora dice que para hacer efectiva la donación quiere que su ex novio sea condenado por haberla abandonado embarazada y traer con ella hasta un nuevo magistrado para que presida el tribunal. Contando esto no estoy revelando nada. La película son dos horas de humor negro de más auténtico llenas de mujeres elegante y hombres sorprendidos, gritos, muchedumbres desatadas, mentirosos convertidos en eunucos y todas las situaciones más absurdas que puedas imaginar que harán que no puedas dejar de reír durante la duración de todo el metraje. Muy recomendable para conocer el sentido del humor senegalés.
Tilaï (Idrissa Ouedraogo 1990, Burkina Faso); un hombre regresa a su pueblo dos años después
de marcharse y encuentra que su novia ahora es una de las esposas de su padre.
Al reencontrarse y descubrir que siguen enamorados, deciden volver a verse a
escondidas hasta que son descubiertos y empieza la tragedia cuando encargan a
su hermano que lo mate tras ser condenado por incesto. En esta historia están
todas las costumbres ancestrales y patriarcales de muchos lugares de África,
los matrimonios con niñas y sus consecuentes embarazos a corta edad, la poligamia,
la batalla entre lo tradicional y la modernidad, el sentido de colectivo en los
pueblos para lo bueno y para lo malo, la justicia tribal por encima de la
justicia real. Todo rodado en un lugar en el que los paisajes también son
protagonistas, sobrecoge la sequía que se adivina en los campos y la belleza de
algunas de las casas, construidas de adobe y paja, en las que viven los
protagonistas, que están a la altura de cualquier actriz o actor de la
cinematografía occidental.
Estas tres películas citadas
tienen en común haber sido exhibidas en distintas ediciones del Festival de
Cannes.
Andalousie, mon amour! (Mohamed Nadj 2012, Marruecos); dos
estudiantes de Casablanca, hombres jóvenes, se trasladan a un pequeño pueblo de
la costa de Marruecos con la intención de embarcar y llegar a Europa, para eso
contactan con un maestro de la localidad (que trapichea con drogas) y que les
ayuda en el intento para mover su mercancía, con el resultado que una mala
noche de mar, uno llega a la costa española sin salir del contiene africano y
otro es devuelto por el mar al pueblo. A partir de ahí, la película, llena de
personajes pintorescos y a cada cual más
histriónico, se culpan del fracaso de la huida que además les impide presentarse
a unas elecciones municipales, mientras en la costa española las decenas de
inmigrantes africanos que allí viven esperando papeles, son engañados una y otra vez, por personajes
de poca monta y situaciones ridículas
que consiguen que te rías y te eches las manos a la cabeza al mismo tiempo
pensando que cómo es posible hacer una película tan mala. El mérito de esta
historia está en conocer como los marroquíes son capaces de reírse de sí mismos
y de quitar hierro con ternura a algo
tan difícil como es la inmigración atravesando el mar.
Lionheart (Genevieve Nnaji 2018, Nigeria); una mujer está decidida a hacerse con las
riendas de la empresa de transporte de su padre enfermo, es algo para lo que
lleva trabajando mucho tiempo, el patriarca decide nombrar a su hijo, que sólo
sabe vivir la vida y se enfrentan a su hija y hermana cuando esta decide acabar
con la corrupción practicada desde hace años desde otro desempeño. Lo mejor de
esta película es la claridad con la que se expone el machismo, la corrupción,
el abuso de poder, la fuerza de la mujer para no cejar en su intento de obtener
lo que piensa que le corresponde de manera honesta. La directora es también la
actriz principal, lo que le garantiza el control absoluto de la historia, algo
que la convierte en una pionera dentro del cine africano en el que la mujer aún
encuentra muchísimas trabas. Podemos ver a una Nigeria de clase acomodada,
urbanita, sofisticada, en una realidad que también existe en el país. Esta
cinta se puede ver en Netflix.
Las cuatro primeras películas
aquí citadas he podido verlas a través de la página del Festival de Cine
Africano del que ya hablé en mi última entrega y al que siembre debemos
agradecerlos las generosidad en estos tiempos pandémicos; en dicha página https://www.fcat.es/, podréis encontrar
películas para ver en línea gratis y otras de pago, pero a un precio muy barato.
Merecen que le echemos un vistazo.
No puedo esconder que descubrir
esta cinematografía me ha hecho muy feliz, qué manera de conocer y reconocer el
mucho talento que existe en un continente que a mí me queda apenas a unos
kilómetros y que hasta ahora desconocía. Os invito a conocerlo, yo voy a seguir
viéndolo, si no os gusta, me disculparé.
Además he descubierto que hay, al
menos, diez directoras de cine africano a las que tengo que seguir las pista,
aquí están 10 directoras pioneras del cine africano
Parece que seguimos en cuarentena
unos días más. Cuidemos y cuidémonos, solo así podremos superar esta situación
que se hace más llevadera en brazos del séptimo arte.
Pd.: este texto fue publicado inicialmente en Cocalecas.net Las películas de mi cuarentena (V). Cine africano
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