Chile (toma 6). Mamá, esto es para ti otra vez, siempre dices que me
porte bien, creo que esta vez ha sido así.
Está llegando el final de la
estancia en esta ciudad. Cuando solicité la ayuda a la universidad busqué
Valdivia en google encontré una bonita
ciudad, y no quise seguir mirando para no crear falsas expectativas. Cuando
finalmente aprobaron la ayuda, hice el mismo camino y tampoco quise seguir
mirando porque prefería dejar espacio al factor sorpresa, quise saber y supe lo
imprescindible.
Ahora ya puedo decir que todo ha
valido la alegría de este viaje, todo. La experiencia en la universidad ha
estado por encima de lo esperaba y bastante por encima de los objetivos de la
visita. He hablado con muchas personas con distintas responsabilidades en la
dirección de posgrado en la que he estado
trabajando y sobre todo he escuchado a las mismas muchas personas. Han
conseguido que sienta la pasión que tienen por la educación, incluso con el
viento en contra, la apuesta económica y moral por la educación de esta
universidad supera con creces a la de cualquier universidad española, pública o
privada. Y han sonreído y preguntado cómo voy cada vez que nos hemos cruzado
por un pasillo.
Aquí, la educación universitaria
no era gratuita, los estudiantes hicieron huelga y están a punto de conseguirlo, ejemplar. La universidad Austral es una universidad privada sin ánimo de
lucro (quiere decir que no hacen negocios con la educación, todo lo contrario
de lo que está sucediendo en España), por lo que cuentan con ayuda del gobierno
para facilitar que las personas desde el primer año de carrera hasta terminar
sus doctorados tengan todo lo necesario
para llegar a buen fin. Y cuando digo todo lo necesario quiere decir económica,
moral, profesional y personalmente. ¡Hasta su rector procede de la literatura y
la filosofía!!! Este detalle me gustó especialmente porque en España, la filosofía
en la educación tiende a desaparecer. Ojalá no decaigan nunca en el empeño de
formar a las mujeres y los hombres de este país. Ojalá la Unia se quiera a sí
misma como la quieren aquí. Ojalá todas las universidades españolas.
En lo personal ya lo he ido
contando por aquí y más; novio se dice pololo, un señor me dijo que me buscara uno para no andar solita (sin comentarios), camiseta se dice polera. ¿cómo estás? es ¿como estái? ¿qué piensas? es ¿qué pensai? y ¿me tomas una foto? es ¿me tomai una foto? y muchas frases las termina con un"po" todo muy musical y divertido, los he escuchado hablar horas fascinada, igual se me pega algo. Que algunas mujeres piensan que una vez divorciadas vuelven a ser señoritas. Con un par de pisco sour te emborrachas y que están probando a hacer cervezas con miel y arándanos, por si acaso, no la he probado.
Y añadiría: que he enseñado a Fredy, mi ángel de la guarda estos días, a hacer tortilla de patatas le salen bien. Que un profesor al que contacte porque un amigo, Paco Piniella me dijo que lo hiciera, me invitó a cenar en su casa con su familia, empanadillas caseras y calzones rotos de postre, recogiéndome y dejándome en la residencia universitaria cuidando que nada me pasara. Que la señora Gloria, secretaria de estudios de posgrado ha sido la persona que ha guiado mis pasos por el campus llamándome todo el rato “presiosa”. Que el señor Patricio, uno de los responsables informáticos de este departamento, muy serio y circunspecto ha respondido a todas mis preguntas sobre el clima, la informática y la vida valdiviana muy pacientemente. Que los albañiles y barrenderos cuando les das los buenos días te responden con un “buenos días dama”. Que la señora de la cafetería que hay en las instalaciones de la residencia (y que descubrí tarde) me ha regalado dos días un bombón “para que endulce la lluvia”. Que ya sé porque me voy de esta ciudad sin haber comprado un paraguas; ¡¡¡porque casi nadie lo usa a pesar de que llueve casi siempre!!! Y la razón es que la lluvia y el viento son tan fuertes que los paraguas no sirven para nada, así que se pertrechan con un buen impermeable y siguen haciendo sus vidas. Que comen a todas horas, mucho y todo bueno y que invitarte a almorzar, merendar o cenar es su manera de hacer que te sientas como en casa. Que si se te olvida la crema de limpiar las botas, la crema hidratante de la cara es ideal. Que si sonríes al dirigirte a personas que no te conocen, las fronteras desaparecen. Y que solo la educación hará de este mundo un lugar habitable.
Y añadiría: que he enseñado a Fredy, mi ángel de la guarda estos días, a hacer tortilla de patatas le salen bien. Que un profesor al que contacte porque un amigo, Paco Piniella me dijo que lo hiciera, me invitó a cenar en su casa con su familia, empanadillas caseras y calzones rotos de postre, recogiéndome y dejándome en la residencia universitaria cuidando que nada me pasara. Que la señora Gloria, secretaria de estudios de posgrado ha sido la persona que ha guiado mis pasos por el campus llamándome todo el rato “presiosa”. Que el señor Patricio, uno de los responsables informáticos de este departamento, muy serio y circunspecto ha respondido a todas mis preguntas sobre el clima, la informática y la vida valdiviana muy pacientemente. Que los albañiles y barrenderos cuando les das los buenos días te responden con un “buenos días dama”. Que la señora de la cafetería que hay en las instalaciones de la residencia (y que descubrí tarde) me ha regalado dos días un bombón “para que endulce la lluvia”. Que ya sé porque me voy de esta ciudad sin haber comprado un paraguas; ¡¡¡porque casi nadie lo usa a pesar de que llueve casi siempre!!! Y la razón es que la lluvia y el viento son tan fuertes que los paraguas no sirven para nada, así que se pertrechan con un buen impermeable y siguen haciendo sus vidas. Que comen a todas horas, mucho y todo bueno y que invitarte a almorzar, merendar o cenar es su manera de hacer que te sientas como en casa. Que si se te olvida la crema de limpiar las botas, la crema hidratante de la cara es ideal. Que si sonríes al dirigirte a personas que no te conocen, las fronteras desaparecen. Y que solo la educación hará de este mundo un lugar habitable.
Quiero mencionar especialmente a
Norma Huerta, jefa del gabinete del rector, que sin conocerme de nada, solo
porque otra persona se lo pidió, me invitó a comer un domingo, luego fuimos a
su casa a tomar café, y me prestó uno de esos impermeables que he mencionado
antes y que tan bien soportan la lluvia. Norma ha sido la confianza de mujer a
mujer, las risas cómplices y la comprensión desde el primer momento que nos
vimos. Norma es una mujer joven, luchadora,
hermosa por dentro y fuera y cercana, de esas personas que se quedan
para siempre en una. Y también a Rodrigo Browne, director de la oficina de
posgrado que lo hizo todo fácil para que la universidad diera el día a mi
estadía y que me llevó a almorzar con sus amigos el primer día, sin tener que
hacerlo, para que no me sintiera sola y que en todo momento ha estado pendiente
de nada me faltara ni en la universidad, la residencia y los afectos.
Ahora que parto y se inician mis
días de vacaciones en este país solo puedo decir gracias, muchas, muchas
gracias, millones de gracias, gracias infinitas; podría escribirlo en
mayúscula, pero estoy segura que mi profesor de escritura autobiográfica,
Eduardo Laporte no lo aprobaría. Y solo encuentro una manera de volver a dar
las gracias, venid a conocer Valdivia lo más pronto que podáis, os encantará,
el Sur de Chile también existe. Siento no haber podido visitar todos los lugares recomendados, el clima no ha acompañado mucho. La vida no me alcanzará para responder al amor
que me ha entregado esta ciudad y quienes forman parte de ella de manera tan
desinteresada. Y ya, que no quiero llorar.
Pd.: Tengo un secreto que os
contaré cuando esté de regreso en España.
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