sábado, 11 de abril de 2020

Fragilidad (semana cuatro)

"Calma, dijo el médico. En una epidemia no hay culpables. Todos son víctimas", Ensayo sobre la ceguera, José Saramago.

Llamo a mi madre dos o tres veces al día, el sábado siempre me pregunta que voy a hacer el domingo, ir a tu casa a comer torrijas, como corresponde al Domingo de Ramos, le digo, se ríe y responde, ya las comeremos pronto, hija.

Alberto me cuenta que su madre sale sola en su pueblo a aplaudir todas las tardes a las veinte horas, en su patio, y que por eso él sale también, para honrarla.

En el edificio más alto que tengo frente al mío, hay una pareja de personas muy mayores que salen aplaudir juntos, no faltan ni un solo día, y yo siento una inmensa ternura al verlos.

El lunes fue de noche todo el día ¿dónde está el sol cuando se le necesita? Durante toda la Semana Santa ha llovido o ha estado nublado, como si el confinamiento no fuera bastante justificación para que este año no haya habido procesiones. El Viernes Santo salió el sol por la tarde, para iluminar un día de luto; en las azoteas había más personas tomando sol, o tendiendo y recogiendo ropa; en uno de mis paseos escucho como se juega al veo-veo desde las ventanas, sonrío.

A veces quiero pensar que todas las personas que hacen la cuarentena con su pareja están haciendo mucho el amor, o teniendo sexo salvaje, si es que no son la misma cosa en algunos momentos.

Hay días y días, hay que vivir todas las emociones como vayan viniendo, nunca como estos días se está demostrando la inutilidad de la autoayuda y sus frases hechas y la estafa del coaching.

La semana se inició con mejores datos  con respecto a las anteriores, el confinamiento está dando resultados a pesar del cansancio, pero hay quien le pone pegas. El lunes vuelven muchas personas a trabajar, ya sabéis, la presión del capital. Recuerdo cuando se desató el virus en China, durante el desayuno con las compañeras de trabajo comentábamos que en ese país había sido fácil, es una dictadura y la disciplina está garantizada.

Qué falsa es la dicotomía entre salud y libertad que se lanza de vez en cuando estos días, qué indecente, qué maniquea, qué falta de honestidad, como si gozáramos de libertad plena o tuviéramos la salud a salvo, nos están preparando para lo que viene, que no sabemos qué es, todo en este momento es el día a día. La gente habla sobre cuando se volverá a la normalidad, pero la normalidad era la crisis, decía Naomi Klein estos días en un programa de radio.

En otro programa escucho un debate sobre el pijama, sobre el hecho de pasar la cuarentena en pijama todo el día, es gracioso; yo no uso pijama nunca, los tengo y cuando viajo los echo en la maleta por si me toca compartir habitación, si no es así, jamás, siempre digo que si hay un terremoto y tengo que salir corriendo, saldré con las tetas al aire, esa soy yo. Todo esto partiendo de la base que cada persona en su casa es libre de estar como le dé la gana, en pijama, en chándal, desnuda, con tacones y hasta con traje de noche, yo uso vaqueros, camisetas de colores, me pinto los labios y algún día la línea de los ojos. La frivolidad como forma de resistencia. 

Empiezan a molestarme los chivatos en las ventanas, me molestan los chivatos en general, ahora más, si hay que denunciar que alguien se salta la cuarentena de forma indebida, se llama a la policía, no se increpa a nadie a grito pelado, se graba y se difunde, eso no habla bien de nosotros como sociedad. Este tiempo también sirve para poner distancia en la admiración que sentías por alguien y de pronto esta se disuelve como un azucarillo.

Siento que ya estamos enfadados, cansados, sensibles, vulnerables, que seguimos diciendo que tenemos muchas tareas que hacer, aunque pensemos que ya no hay tanto que hacer, estamos varados en la pereza algunos días. Yo me excuso diciendo que no quiero ordenar mucho la casa por si llega el día que pueda salir y al volver a entrar no me reconozca sin el desorden. 

Esta semana me ha dado por anotar muchas tonterías, quizás como desahogo, pero esto no me aparta ni un minuto de lo que vivimos y de la gravedad de la situación.

Hay días que todo duele más, a pesar de los datos que nos cuentan que hay menos personas fallecidas, menos personas ingresadas y muchísimas más dadas de altas, todo duele más, porque una se da cuenta de que hay a quien no le importa nada, solo le sirve para su propio rédito, para tener razón, para escucharse solo a sí mismo. 

Llaman héroes y heroínas a quienes nos cuidan porque es más fácil poner una medalla que pagar un salario digno, que mantener los servicios públicos, que lo contratos no sean precarios. Son trabajadoras y trabajadores que merecen ser reconocidos como tales en sus trabajos; espero que esto no se nos olvide el día después. 

Ese día del que nos dicen que nada volverá a ser igual, a veces esto suena más como una amenaza que como una oportunidad, y claro que nada volverá a ser igual, no debería al menos ser así. Ojalá el ejemplo que está dando la ciudadanía en su conjunto y en todos los lugares, guíe a quienes nos gobiernan.

Sigo pensando mucho en todas personas mayores en las residencias viendo como se mueren sus compañeros y nadie les ayuda; pienso en todos esos inmigrantes sin papeles que viven en chabolas o hacinados en pisos, que ahora necesitamos tanto para trabajar en el campo y a los que no somos capaz de garantizar más que un presente; pienso en todos esos países de América Latina y África,  a los que está llegando la pandemia y cuyos sistemas de salud no es como el nuestro; pienso en todas esas personas que no tienen nuestro bienestar, una vez más. 

Y una vez más, gracias, muchas, muchísimas gracias a todas las personas que nos están cuidando, sois la esperanza de un futuro mejor, de eso no tengo ninguna duda.

Tenemos un amigo que trabaja en un hospital en Huelva, y cuando dan el alta a pacientes enfermos de coronavirus, nos lo cuenta, nos alegramos mucho en el grupo y aplaudimos; son pequeñas esperanzas para el día a día.

Os voy a dejar de nuevo algunos enlaces que me han parecido interesantes esta semana, de nuevo algunos son un poco largos, pero tiempo es lo que más tenemos. Son textos que me han ayuda a sobrellevar estos últimos siete días, espero que os sean útiles, con todo mi cariño van.

Este me ha gustado especialmente, podéis imaginar la razón Por qué Winston Churchill convirtió el pintalabios en un producto de primera necesidad en tiempos de guerra; este me ha reconfortado  Confinamiento, duelo a distancia, Las Vegas; este me ha entristecido, por la desigualdad que manifiesta  La cifra de muertos por coronavirus entre la población negra de EEUU es desproporcionada y este cuento del mexicano Juan Villoro me ha encantado  Paciente Cero.

Y Aquellas pequeñas cosas, una canción que es parte de la banda sonora de mi vida.








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